El pasado 8 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Mujer en reconocimiento a esas valientes damas que perdieron su vida reclamando sus derechos como trabajadoras y por todas aquellas luchas ganadas y derechos exigidos a través de estos años. Pero también, es el día indicado para reconocer las desigualdades que en el siglo XXI aún se siguen presentando desde diferentes perspectivas y los riesgos a los que las mujeres se enfrentan día a día.
Sin entrar en el marco del feminismo ni mucho menos, es mi deber como periodista y como mujer, llamar la atención de los colombianos en un tema tan sensible como este, ya que no es un misterio y mucho menos un secreto que la violencia de género sigue latente y en aumento en todas las regiones del territorio nacional, pues según las cifras reportadas por el Instituto Colombiano de Medicina Legal, en el año 2017 se registraron 110 casos de mujeres asesinadas únicamente en la ciudad de Bogotá, es decir una muerte cada 3 días.
Son preocupantes estas cifras de feminicidios y maltrato que a diario se registran en Colombia, sin contar con los casos que se desconocen por el silencio fruto del temor. Y ni qué decir de los autores de dichos asesinatos y actos violentos contra la mujer, quienes en la mayoría de los casos suelen ser los compañeros o ex compañeros sentimentales de la víctima.
En nuestro país hemos sido testigos de diferentes casos insólitos e inaceptables de violencia contra la mujer que se han convertido en hitos nacionales y actos de indignación colectiva, pero más allá de eso, las condiciones de seguridad y garantías para una mujer que es víctima de maltrato no son suficientes para vencer el miedo y no terminar en un hospital o en un cementerio.
Lo anterior, es el resultado de la ineficacia del sistema de gobierno que aún no ha establecido una política pública lo suficientemente robusta que permita brindar las garantías suficientes a una mujer que se atreve a denunciar, pues en este momento, más allá de una denuncia por fiscalía y una medida de protección (que no es permanente) no hay garantías fuertes de amparo a la vida de la mujer.
¿Qué pensará una mujer al sentir que su vida corre peligro? Esta es una de las preguntas que deberíamos hacernos antes de juzgar a una mujer que es víctima de maltrato físico, psicológico, económico o sexual por parte de su pareja, y que sin importar todo esto, decide permanecer a su lado antes de tomar la decisión de alejarse.
Tal vez el “amor”, la “dependencia”, el “miedo”… no lo sé, lo único que es cierto es la ironía latente en tan solo el hecho de considerar que la persona con la que decides tener una relación sentimental, con la que eliges compartir tu vida y quien profesa su amor hacia ti, termine acabando con tu vida por razones (en la mayoría de los casos) netamente machistas.
Nadie sabe las razones exactas por las cuales las mujeres permiten el maltrato ya que cada caso es una realidad diferente, sumándole a eso, que según la Secretaría de la Mujer el porcentaje más elevado de feminicidio ocurre en la etapa de separación, es decir en el momento que la mujer decide alejarse de su maltratador.
Así las cosas, ¿cuáles son las garantías que ofrece el Estado a una mujer maltratada y amenazada? ¿Será que denunciar es suficiente para que la vida de una mujer este fuera de peligro? ¿Cuál es el paso a seguir cuando una mujer decide separarse de su maltratador? ¿Cuáles son las condiciones de vida a las que se enfrentará una mujer después de tomar la decisión de parar con su realidad de victima? Le puede interesar: #Opinión Sin madres vivas no hay hijos felices
No soy quien para resolver estas preguntas, pero sí espero mover un poco los pensamientos de cada uno de ustedes en cuanto a este tema y seguir llamando la atención del gobierno nacional frente a la violencia de género, pues aunque contamos con derechos equitativos en la mayoría de los casos, aún seguimos siendo víctimas de la semilla machista que habita en algunos hombres.
Feliz día de la mujer.
Por: Katherin Vargas Gaitán. Equipo Editorial El Campesino.