El matemático e ingeniero colombiano nació en Bogotá en 1865 y falleció en la misma ciudad en 1920. El pasado 5 de enero se cumplía el ciento cincuenta y seis aniversario de su nacimiento y el 2 de diciembre de este año se cumplirán los veinticinco de la emisión del billete de veinte mil pesos que lleva su imagen y que fue el primero con ese valor. Un homenaje del Banco de la República a uno de los grandes, y poco conocidos hasta su inclusión en el papel moneda, científicos del país.
En el anverso del billete azul aparece su cara junto a una imagen de la Luna, en el reverso, una imagen de la Tierra vista desde su satélite junto a figuras geométricas utilizadas por el propio Garabito que acompañan al edificio del Observatorio Astronómico situado dentro de los terrenos de la Casa de Nariño, lugar de la residencia oficial de la presidencia de la República.
Graduado como ingeniero y matemático de la Universidad Nacional de Colombia, fue director del Observatorio Astronómico Nacional, primero de los construidos en América, en el que llevó a cabo numerosos “trabajos sobre el cálculo de probabilidades, óptica matemática y el movimiento de la Luna”, desde 1891 hasta su muerte. Inventó su propio método para el cálculo de la latitud de Bogotá y fundó la Oficina de Longitudes, entidad que con el tiempo se convertiría en el Instituto Geográfico Agustín Codazzi.
Sus trabajos fueron reconocidos y citados en uno de los más importantes manuales de Astronomía escrito por Dirk Brouwer y Gerald M. Clemence, Methods of Celestial Mechanics (del que este año se cumplen cincuenta de su publicación). En 1970, la Unión Astronómica Internacional le reconoció sus aportes dando su nombre a un conjunto de cráteres, hoy cinco identificados con las letras S, C, D, Q e Y, situados en el lado oculto de la Luna en los 47,6 º de latitud Sur y los 156,7 º de longitud Este, el principal con una anchura aproximada de ochenta kilometros.
Dicen que un día, siendo niño, recibió como regalo el libro La pluralidad de los mundos habitados de Flammarion y que un cura del colegio donde estudiaba se lo quitó y lo quemó; lo que provocó que el futuro científico jurara convertirse en “ímpio de tuerca y tornillo” porque no quería tener nada que ver con los enemigos de la literatura astronómica.
Parece que al sabio del billete de veinte mil pesos no le gustaban los halagos ya que afirmaba que “las gentes de estudio, las que aman la verdad, las que se preocupan por descubrir y comprender las leyes naturales, no deben buscar otra cosa que la verdad misma. Investigar la naturaleza para conquistar honores es una labor negativa”.
Sirva este breve texto como un pequeño y merecido reconocimiento al maestro Garavito.
*Esta nota periodística no representa la postura de Acción Cultural Popular – ACPO organización dueña de la marca registrada Periódico El Campesino y elcampesino.co. Con ello, tampoco compromete a la organización ni al periódico en los análisis realizados, las cifras retomadas, los entrevistados que aparecen, entre otros.
Por: Ignacio «Iñaki» Chaves – Consejo Editorial El Campesino.