El proyecto liderado por la U.N. busca revertir la rápida transformación del territorio y su paulatino deterioro, debido a los procesos de extracción minera asociada con materiales para construcción, expansión de la frontera agrícola y cultivos de flores.
“La contaminación de las aguas superficiales, producto de la implementación de diversos sistemas productivos, incidió en una serie de conflictos que la comunidad y la administración municipal buscaba resolver con el apoyo de la Universidad”, explica la profesora Nohra León, del Departamento de Geografía de la institución.
La expansión ganadera en áreas de gran altura también provocó tanto el deterioro de los suelos como la alteración y contaminación de las aguas de escorrentía, afectando la calidad de las fuentes que contribuyen a los acueductos veredales.
Ante la preocupación de la comunidad por los posibles problemas de salud que se derivan de la calidad del agua, el proyecto consideró necesario establecer el estado actual del recurso hídrico, el tipo de actividades humanas y productivas que se realizan aguas arriba, el manejo de recursos naturales y los conflictos generados por su uso, además de buscar estrategias para solucionar el problema con una visión más integral del territorio.
De igual manera resultaba importante que la comunidad tomara conciencia respecto a la preservación de los ecosistemas, con el fin de garantizar su sostenibilidad y los beneficios que se derivan de sus funciones. (Le puede interesar: Que los jóvenes vean su futuro en el campo, el desafío del nuevo gobierno)
La clave está en los niños
Aunque muchos de los habitantes de la cuenca son conscientes de los riesgos que enfrentan, sus precarias condiciones económicas y la falta de oportunidades hacen que no tengan otras alternativas de vida. Por eso las grandes transformaciones solo se podrán dar si se construyen a partir del trabajo de las comunidades, especialmente de los niños, en el conocimiento y manejo de su entorno. Por ello se diseñó una estrategia pedagógica que se espera sea sostenible en el mediano y largo plazo.
“No se trata de no utilizar el territorio, sino de posibilitar que los diferentes actores sociales e institucionales partan del reconocimiento de su espacio geográfico, de caracterizar sus entornos, identificar sus fragilidades y mejorar la forma de apropiarlos para hacer un uso más adecuado de los recursos que garantice una mejor calidad de vida”, precisa la profesora León.
A los talleres sobre restauración ecológica para la comunidad se les sumó la implementación de viveros experimentales, además de la enseñanza de conceptos básicos como qué es el ecosistema y cuál es la importancia del agua y la necesidad usarla de manera más eficiente.
Modelo para replicar
Como resultado del proyecto se espera que los docentes de las instituciones educativas que participaron consoliden las dinámicas que permitan replicarlo en otras veredas, de tal manera que a mediano y largo plazo se logre el resurgimiento de las especies que habían desaparecido en la zona.
En la medida en que los problemas asociados con la cantidad y calidad de las fuentes de agua continúen siendo una problemática reiterativa en un país como Colombia, replicar este tipo de programas en otras regiones contribuirá a diseñar políticas públicas encaminadas a ofrecer soluciones para aquellas comunidades vulnerables que habitan las áreas rurales.
Este proyecto fue realizado en el marco de la convocatoria de extensión solidaria de la U.N. “Manos a la cuenca”, junto con el trabajo interdisciplinario de profesores de los departamentos de Biología, Ingeniería Civil y Agrícola, y Geografía, además del trabajo de investigación realizado por estudiantes de Ingeniería, Biología y Geografía.
Por: Agencia de Noticias UN