La Amazonia brasileña es el hogar del mayor número de pueblos indígenas no contactados del planeta. Según la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) se estima que hay al menos 100 grupos de indígenas aislados en la selva.
Del 9 al 14 de agosto se reunieron en la capital federal cientos de mujeres indígenas para debatir, visibilizar sus demandas, ampliar alianzas y elaborar un documento final que recoge sus reivindicaciones. Con el lema “Territorio: nosso corpo, nosso espirito”, trazaban la matriz fundamental, añadiendo al urbanismo modernista de la ciudad otras territorialidades y desafíos.
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En esta ocasión Brasilia se convirtió por cinco días en la sede de la Primera Marcha de Mujeres Indígenas. Organizadas por la Articulación de Pueblos Indígenas de Brasil (APIB), llegaron como representantes de más de 130 pueblos originarios de todo el país. Mujeres Potyguará, Timbira, Jurunas, Yawalapiti, Tembé, Guajajara, Krenak, Pataxó, mujeres del pueblo Awa de la región del Maranhão, participaron en las movilizaciones.
Pintadas con jenipapo y urucum, quisieron enviar un mensaje al mundo y visibilizar el papel de las mujeres que, en su mayoría, están en la primera línea de batalla en la defensa de sus tierras; reivindicando el derecho a la vida, y ese derecho es defender su territorio.
Ser mujer y ser indígena en Brasil se ha transformado de una forma inesperada, al pensar que Brasil sabía reunir pluralidad étnica y diversidad cultural, “con el pasar de los meses nos damos cuenta que no existe una democracia racial”, menciona Idelena Krikati líder indígena, en los primeros 7 meses de gobierno de Bolsonaro la deforestación ha aumentado un 67%, limitando a las comunidades indígenas para pescar, cazar y sembrar en su territorio.
“El territorio para los pueblos indígenas es muy importante, es donde nosotros damos continuidad y seguimiento al derecho de vivir. Nosotros nos alimentamos de la tierra, de la caza, de los peces. En cuanto nosotras defendemos el territorio, defendemos también nuestros cuerpos y nuestros espíritus”, explica Puyr, del pueblo Tembé, habitantes de El Alto Río Guamá, al norte del Amazonas.
Si conocemos que el peligro de los bosques y la Amazonía no es una novedad y han estado mucho tiempo en riesgo, no aceptamos que la amenaza crece a diario, de forma imparable, se da la explotación de los bosques, minerales y otros recursos, no solo afectando el buen vivir de los indígenas, sino también la vida de todos los que hacen parte del planeta tierra.
Por: Claudia Patricia Barón. Periodista.
Editor: Lina María Serna. Periodista – Editora.