Las mujeres campesinas siempre han jugado un papel importante en el sector agropecuario. Sin embargo, su labor nunca ha sido reconocida como debe ser y este es un factor determinante en el aumento de la inequidad de género.
Por: Nelson David Ruiz Guzmán
Facilitador de las EDC de Cundinamarca
Las mujeres campesinas han sido reconocidas en Colombia por ser pilares fundamentales de la familia, y en la mayoría de los casos se reconoce su labor sólo en términos del trabajo doméstico que históricamente han desarrollado.
Pero las mujeres campesinas tienen una importancia mayor, y es prioritario que en Colombia se acabe con los patrones culturales que las relegan a una labor meramente relacionada con los oficios de la casa y el cuidado de los niños.
Un estudio de Universidad Nacional de Colombia y la Universidad McGill de Canadá, con el apoyo de entidades como la ONG Fundelsurco, en un proyecto realizado en zonas productoras de papa de cinco municipios de Nariño, determinó que las mujeres campesinas cumplen un papel preponderante en materia de seguridad alimentaria, en el desarrollo familiar y en la recolección de productos, pero todavía no toman decisiones económicas y siguen siendo víctimas de violencia intrafamiliar.
Por su parte, el Tercer Censo Agropecuario, que recopila información de todas las Unidades Productoras Agropecuarias-UPA existentes en la zona rural dispersa del territorio nacional, revela que las mujeres campesinas que toman decisiones de producción de forma individual o conjunta es del 38,5% frente a un 61,5% en donde éstas son tomadas por los hombres.
De ese total de mujeres campesinas que toman decisiones de producción, tan sólo el 12,5% corresponde a mujeres y hombres que comparten dicho proceder, por lo cual se hace evidente que el 26,0% corresponde a mujeres que son cabeza de hogar.
Es por ello que el gobierno nacional, dentro de sus políticas de equidad de género encaminadas al campo colombiano, ha creado el Programa liderado por el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Social llamado Mujer Rural.
Como tal, el programa Mujer Rural ha cofinanciado 148 proyectos beneficiando de manera directa a 4.395 mujeres campesinas. Su objetivo, reducir la pobreza rural creando un escenario de inclusión para las mujeres campesinas en la oferta institucional.
Pero esto no es suficiente. Es claro que el propósito de que el trabajo tenga un componente social que se encamine a empoderar a las mujeres campesinas y visibilizarlas como un eje de desarrollo de la comunidad no se ha logrado y la brecha de la desigualdad sigue abierta.
Las mujeres campesinas cumplen un papel vital al ocuparse de los cultivos codo a codo con los hombres. Sin embargo, todavía tienen una posición inferior a sus compañeros en términos de remuneración, reconocimiento a su labor, maltrato e incluso en la toma de decisiones frente a la compra de alimentos en su hogar.
Aparte de las políticas y programas diseñados en Colombia tendientes a superar las desigualdades en materia de género, es indispensable que se asuman prácticas distintas por parte de los hombres, en las que se tengan en cuenta la corresponsabilidad, la solidaridad y el respeto.
Cambiar las prácticas culturales es el éxito de cualquier política en la superación de la inequidad de género. Se puede.