Este año Acción Cultural Popular – ACPO, cumple 70 años desde su fundación, razón por la cual a partir de la fecha se empezará a compartir con los lectores de ElCampesino.co material histórico y relatos que ilustran de la mejor manera la fundación, creación, recorrido y sobre todo los grandes logros que se han obtenido en el transcurso de estas 7 décadas, haciendo especial énfasis en las Escuelas Radiofónicas y las publicaciones del periódico en su versión impresa.
En esta conmemoración, es importante rememorar la historia de Acción Cultural Popular desde sus inicios, y que otra manera más apropiada que iniciar por la vida y obra de Monseñor Salcedo, que más que ser el fundador de este gran proyecto, fue quien inició la alfabetización masiva del campesinado colombiano por medio de la radio.
Nació en Corrales – Boyacá el 8 de diciembre de 1921, y fue el 31 de mayo de 1947 cuando partió para la parroquia de Sutatenza, donde al poco tiempo fundó una rudimentaria emisora con el fin de llevar al campesino esparcimiento mediante programas de música y doctrina cristiana, complementándolos con elementos educativos de gran pertinencia para la vida campesina de entonces. Nacieron así las Escuelas Radiofónicas, el tesoro de Acción Cultural Popular, obra creada y dirigida con gran sabiduría por Monseñor Salcedo.
Uno de los antecedentes que dieron inicio a esta iniciativa y gran proyecto fue la educación en Colombia, que en su época se describía de la siguiente manera: “La educación vista desde el ángulo sociológico, pretende preparar nuevas generaciones a través de la conservación y transmisión de la cultura, la cual se apoya en los valores y formas de comportamiento social de comprobada eficacia en la vida de una sociedad. En este proceso que tiene como fin capacitar al individuo para actuar conscientemente frente a nuevas situaciones de la vida, estaba excluida la mayoría de la clase campesina de Boyacá y de Colombia, por la época en que Monseñor Salcedo vivió su niñez y juventud.
El campesino era un lejano espectador del devenir, sin inmiscuirse plenamente en la vida social, ni en la ciencia, sin participar de los avances tecnológicos y las situaciones que se venían generando con la evolución científica y tecnológica. Tampoco era tenido en cuenta como un individuo valioso, capaz de aportar intelectualmente, ni era considerado como una persona inteligente que posee importantes talentos que pueden contribuir al progreso.
Esta concepción en la mente de muchos agentes del Estado llevó a marginar al campesino, y a no considerar su educación como un hecho prioritario. Muy pocas escuelas rurales existían. No todas las escuelas urbanas contaban con todos los grados de la educación primaria. Los colegios eran escasos, ubicados únicamente en las ciudades grandes. El grado de deserción escolar era altísimo. La precaria situación económica de los padres no facilitaba la educación de los hijos.
Quizá solo uno de los hijos tenía acceso a la educación la mayoría permanecía en el entorno y especialmente en el campo donde la obra de mano era barata para los niños. Por eso el analfabetismo era muy grande en Colombia, cuando la población era aproximadamente un 80% campesina. Ese era el programa especial que enfrentó Monseñor Salcedo cuando decidió consagrar su vida a la educación”.
Que interesante lectura sobre El Campesino y Monseñor Salcedo. Yo soy fruto de las escuelas radiofónicas. Además fui un fiel lector del periódico el Campesino. Mi madre me regalaba un huevo para que lo comprara. No faltó en la casa cada ocho días. Participé en él varias veces enviando Campésigramas y me los publicaban.
Que dicha recordar esos tiempos.