Milagros de un papa extranjero que se preocupó inmensamente por la realidad de Colombia.
Por Rubén Gil
Milagros que han sido reflejo del amor misericordioso de Dios se han obrado por intermedio de San Juan Pablo II. Durante la visita del papa Juan Pablo II a Colombia, en 1986, se obraron muchos milagros de conversión, uno de ellos le sucedió a Jorge Enrique Andrade, fundador de la comunidad católica, apostólica “servidores del Servidor”. Él y muchos otros colombianos testigos de lo que Dios hizo en ellos por mediación de Juan Pablo II, esperaban con ilusión y ansiedad el día en que “el papa de la misericordia” fuese nombrado santo por la iglesia católica. Después de su muerte fueron muchos los testimonios de milagros, obrados en todas las partes del mundo, que llegaban a la santa sede buscando de alguna manera que beatificaran y canonizaran a aquel hombre que animó la fe de aquellos que la habían perdido. Y aunque ninguno de los milagros que obró Dios por mediación de San Juan Pablo II en personas colombianas fue tomado para el proceso de beatificación y canonización, los colombianos que brindan su testimonio creen y sostienen que lo que sucedió en sus vidas fue un verdadero milagro de San Juan Pablo II.
El colombiano Marco Fidel Rojas, ex alcalde del Huila y quien sufría de Párkinson, afirma que Juan Pablo II es el autor de su milagro. Marco Fidel comenta que su sufrimiento comenzó el 8 de diciembre del 2005 cuando sintió los primeros síntomas de su enfermedad. Luego de una serie de exámenes los médicos determinaron que tenía un accidente cerebrovascular. Posteriormente le indicaron que como consecuencia del infarto en el cerebro sufría de Párkinson.
Poco a poco la enfermedad fue empeorando. «En cualquier momento me podía desplomar. Varias veces me caí en la calle».
Fueron pasando los años, hasta que en la noche del 27 de diciembre del 2010 recordó que en un viaje a Roma conoció al en entonces Papa Juan Pablo II en una Misa y que habló con él unos pocos segundos.
«Tengo un amigo en el más allá. Y tuvo Párkinson. ¿Por qué no lo había invocado antes? Venerable padre Juan Pablo II: venga y sáneme, ponga sus manos en mi cabeza», dijo esa noche en medio de su dolor.
Esa noche durmió profundamente y al día siguiente ya no tenía los síntomas de la enfermedad.
«Sí, Juan Pablo II me hizo el milagro de curarme», dijo el colombiano que ahora no duda en destinar su pensión para extender la devoción al Papa polaco comprando y regalando estampitas.
«Mi gran promesa con mi sanador, Juan Pablo II, es expandir la devoción por donde vea que puedo».
Según los medios de comunicación que cubrieron el reportaje, la sanación de Marco Fidel es certificada por «el prestigioso neurólogo Antonio Schlesinger Piedrahita», que en el certificado expedido el 26 de septiembre de 2011 señala: «actualmente encuentro al paciente en buenas condiciones de salud. Presenta temblor de reposo en manos. Resto del examen neurológico, normal».
Aquellos colombianos católicos que hoy viven y que tuvieron la oportunidad de conocer a san Juan Pablo II, podrán narrar el mayor milagro, la dicha de haber visto a un santo de Dios.