Informalidad o rebusque; poca importancia a las actividades desarrolladas por las mujeres y jóvenes con escasas oportunidades. Así se puede resumir el panorama laboral en el campo colombiano.
Por: Juan Carlos Pérez Bernal
Estas son algunas de las conclusiones de un estudio realizado por el Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural para la Misión Rural presidida por el ex ministro de Agricultura José Antonio Ocampo.
Veamos algunas de las cifras más elocuentes: Los trabajadores del campo suman un poco más de 6 millones de personas, lo que representa el 29% del empleo en todo el país. El 67% son hombres y el 33% son mujeres. Como ocurre en las ciudades, el trabajo femenino es subestimado. Dice el estudio: “A través de los años ha habido críticas a la forma de medir la participación laboral y el empleo femenino, porque no se incluyen muchas actividades que se hacen en la casa, pero que son actividades”.
¿Y qué tal este otro dato? Más de la mitad de los trabajadores del campo (50.1%) trabajan en forma independiente, es decir, viven del rebusque, con todas sus indeseables consecuencias.
Como ya nos lo indicó el Censo Nacional Agropecuario, el campo se está quedando sin jóvenes. Las investigaciones de la Misión Rural confirman que hay poco espacio para ellos. Por edad, la gran mayoría del empleo rural (78%) es de personas mayores de 25 años. Y ya vimos que, en términos generales, es una ocupación de muy baja calidad.
En concordancia con esta realidad, el nivel educativo de quienes se dedican a las actividades agrícolas es, por lo menos, “preocupante”, ya que más del 72% sólo ha podido acceder al nivel de primaria.
Las cifras son desalentadoras, pero no deben paralizar sino convocar a la acción inmediata. Recordamos que el propio presidente Juan Manuel Santos creó la Misión Rural a comienzos de 2014, con una tarea clara y contundente: “proponer políticas públicas e instrumentos de desarrollo rural y agropecuario que contribuyan a una real transformación del campo y se conviertan en una carta de navegación para los próximos 20 años”.
El gobierno ya puso en marcha programas como “Colombia siembra”, que busca ampliar en un millón las hectáreas cultivadas en Colombia. Y lo dice el propio ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri: “Con la creación de 264 mil empleos y una inversión de $1.6 billones Colombia Siembra busca reducir la pobreza en el campo y volver hacer del sector agropecuario un negocio rentable”.
Vamos a ver qué pasa, pues habría que preguntarse: ¿Rentable para quién? ¿Para los grandes empresarios o para nuestros campesinos? Si los beneficiarios son los primeros, seguiremos en las mismas; si son los segundos, estaríamos ante una verdadera revolución pacífica en Colombia… ¿De eso tan bueno sí dan tanto?