miércoles, mayo 21, 2025
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Más que un día: Presencia, brechas y resistencias de la afrocolombianidad 

Cada 21 de mayo se conmemora el Día de la Afrocolombianidad, una fecha que recuerda la abolición legal de la esclavitud en Colombia en 1851. Aunque la efeméride sirve como reconocimiento cultural, también invita a mirar con lupa las condiciones actuales de vida de esta población. En especial, en las zonas rurales donde la afrocolombianidad no es un concepto abstracto, sino una experiencia cotidiana atravesada por la desigualdad, el abandono institucional y la fuerza de la memoria colectiva.

En Colombia, más de 4,6 millones de personas se reconocen como afrodescendientes. Sin embargo, esta población continúa enfrentando brechas históricas en educación, empleo, salud y representación política. Más allá de la conmemoración, la afrocolombianidad reclama políticas reales, territorios dignos y presencia activa en las decisiones del país.

La población afrocolombiana representa cerca del 9,3 % del total nacional, según proyecciones recientes. Son alrededor de 4,67 millones de personas, muchas de ellas ubicadas en regiones con fuerte ruralidad, como el Pacífico colombiano, el Caribe interior, y diversas zonas dispersas del Valle del Cauca, Cauca y Nariño. A pesar de esta presencia significativa, las estadísticas oficiales suelen invisibilizar su situación o agruparla de forma genérica, lo que limita el diseño de políticas públicas con enfoque étnico y territorial.

En el campo de la educación, las cifras muestran una brecha alarmante. Solo el 14,8 % de la población afro accede a la educación superior, frente al 18,8 % del promedio nacional, y apenas el 10,5 % logra culminar una carrera universitaria. Estas diferencias se acentúan en las zonas rurales, donde la tasa de analfabetismo entre comunidades afro puede llegar a triplicar el promedio del país. Aunque existen programas como el Fondo Especial del ICETEX para comunidades negras, la cobertura aún es insuficiente frente a la magnitud del rezago educativo.

En términos de empleo, la situación tampoco mejora. La tasa de desempleo entre personas afro supera el 16 %, y muchas de ellas se insertan en sectores informales, con baja protección laboral, salarios mínimos o inferiores, y escasa movilidad económica. Actividades como el trabajo doméstico o la agricultura informal siguen siendo algunas de las pocas opciones estables, especialmente para las mujeres afro rurales, que enfrentan una triple carga de desigualdad por su género, condición étnica y ubicación territorial.

La salud es otro frente crítico. El acceso a servicios médicos en zonas con alta presencia afrocolombiana continúa siendo limitado. Indicadores como la mortalidad materna e infantil son más altos en estos territorios, y la cobertura del sistema de salud no siempre garantiza atención oportuna y culturalmente pertinente. Aunque existen lineamientos para una atención diferencial, en la práctica el sistema de salud no responde a las realidades de estas comunidades, especialmente cuando están ubicadas lejos de los cascos urbanos.

En cuanto a participación política, la subrepresentación sigue siendo una constante. Si bien existen curules especiales y espacios como la Comisión Legal Afro del Congreso, la presencia efectiva de liderazgos afro en escenarios de decisión sigue siendo mínima. En los municipios rurales, su participación en juntas de acción comunal, concejos y alcaldías es escasa, lo que evidencia una exclusión que no se supera con cuotas, sino con procesos de formación, garantías de participación y reconocimiento del liderazgo comunitario afro.

La afrocolombianidad es una fuerza viva que ha resistido por generaciones en los márgenes del Estado. Desde las trenzas de las parteras del Pacífico hasta los cantos de alabaos que recorren los ríos, el pueblo afro ha sostenido su cultura, sus luchas y sus territorios. Reconocer esta realidad no puede limitarse a una conmemoración, implica actuar con justicia histórica, cerrar brechas estructurales y permitir que las voces afro rurales sean protagonistas de las decisiones que afectan su vida y su futuro. Porque en cada historia afro hay una historia de Colombia que aún no ha sido contada del todo.

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