“El espíritu de este evento es de gran alegría, porque es sentir una iglesia cercana a los más pobres a los más necesitados, una iglesia que ha sabido escuchar el mensaje del santo padre y que está tratando de mostrar cómo los pobres están en el corazón de la iglesia” Obispo de Soacha, José Daniel Falla Robles
Más de mil quinientas personas se congregaron el 18 de Noviembre en el Coliseo General Santander de Soacha, para comer y compartir la homilía realizada por el obispo José Daniel Falla Robles, una de las figuras más representativas del catolicismo en Soacha. Le puede interesar: «Dejemos de tratar el hambre como una enfermedad incurable» Papa Francisco
Desde la solidaridad del pueblo de Dios y reconociendo que a los pobres se les niegan muchas oportunidades y cosas que se requieren para tener una mejor calidad de vida, la diócesis de Soacha decidió organizar este evento en el marco de la Primera Jornada Mundial de los Pobres y que benefició a los más desprotegidos de esta localidad a las afueras de la capital de Colombia.
¿Que representó el almuerzatón para los soachunos?
Maribel Méndez es habitante del barrio Balcón Real II, en medio del evento aseguró que este evento significa “ponerse la mano en el corazón con el sufrimiento, el dolor de las personas… ese pequeño don que debemos tener todos en el mundo, ayudar a los demás”.
Esta habitante Soachuna hace parte de diferentes actividades organizadas por la iglesia católica local y líderes comunitarios de su comunidad, en donde ha podido aprender técnicas de manualidades y experimentar la fraternidad, la unión y la felicidad por poder aprovechar bien su tiempo.
El mensaje que ha dejado este evento a las comunidades
Este evento marca de una manera importante a la comunidad de Soacha que aseguran representa un mensaje de compromiso con el pobre y el más necesitado a dar, nunca de lo que sobra, sino incluso de lo que hace falta. Le puede interesar: “Hay más pobres en América Latina”: Cepal
Además, da muestra de que se puede aprender a reconocer al otro en su sufrimiento, aprendiendo a compartir de lo que se es como ser humano, entendiendo que no se puede vivir siendo indiferentes a las necesidades de los demás.
“El compartir el pan con el otro es un signo de que de verdad los amamos, uno a la mesa de la familia no invita a cualquier persona, uno invita a los que son queridos, importantes para nosotros” relató el Obispo José Falla.
Autor: Reinaldo Aguirre Bernal, Estudiante de Comunicación Social – Periodismo.
Editor: Ana María Rizo Díaz- Periodista Editora