El Papa Pablo VI nació en Concesio, Brescia, se ordenó sacerdote muy cerca de los 24 años. Al llegar a los 40 inició su servicio en la Secretaría de Estado en el Vaticano.
En 1954 se convirtió en el Arzobispo de Milán y durante la segunda guerra mundial se encargó de promover la asistencia a los judíos perseguidos por los nazis y los líderes del fascismo.
El 21 de junio de 1963 fue nombrado Papa y sin dudas decidió continuar e implementar el Concilio Vaticano II, además de favorecer con múltiples iniciativas el diálogo ecuménico y conocer la realidad de los cinco continentes con sus viajes apostólicos.(Le puede interesar: Papa Francisco: Los pastores, cercanos al pueblo y no a los poderosos)
Murió el 6 de junio de 1978 y el Papa Francisco lo beatificó en 2014.
Retos y tareas para la iglesia
Con su pontificado el Papa Pablo VI planteó tareas que dejó iniciadas y persisten en la iglesia como desafíos para laicos y consagrados. Aquí algunos:
- Trabajar por la superación de las divisiones, presiones y expresiones de resistencia al interior de la iglesia. Como ahora el Papa Pablo VI vivió situaciones de dificultad, porque muchos no compartían su manera de ser Papa y sus ideas sobre la necesidad de entender que todos pensamos diferente.
- Extender puentes con el mundo contemporáneo; la iglesia debe ser fermento e instrumento de salvación, revitalizando su vocación misionera y no alejándose del mundo.
- Aprobación de un dogma que defina a María como madre de la iglesia, porque pese a la devoción de Pablo VI, el concilio no elaboró un documento propio sobre el tema y solo le dedicó el último capítulo de la constitución “Lumen Gentium”. Ahora el Papa Francisco la introdujo en el calendario.
- Entender la misión de la iglesia desde las necesidades espirituales de la gente y no solo desde las reformas teológicas que impulsó el concilio.
- Trabajar por el acercamiento de la iglesia al mundo del arte.
- La iglesia no puede vivir con nostalgia del pasado, sino que debe sentirse viva y visible en medio del mundo.
- Mantener la defensa de la vida como fruto del amor.
- Trabajar por la promoción de una cultura de paz que no patrocine con actos o pensamientos la guerra.
- Motivar a los creyentes para que descubran el verdadero significado de la eucaristía.
- Impulsar el ecumenismo y la unidad de los cristianos.
Por: Paola Calderón Gómez. Periodista – Editora.