En Colombia hay un total de 14.487.636 de habitantes rurales lo que significa que son el 29% de la población en Colombia. De ellos, de acuerdo con el Ministerio de Agricultura, 4 millones de personas se dedican a la actividad agrícola y hay más de 500 mil productores dedicados a la actividad pecuaria.
Y a propósito de este 2 de junio, Día Nacional del Campesino, es importante resaltar que es gracias a labor de los pequeños y medianos agricultores que llegan a la mesa cerca de 34 millones de toneladas de comida como la papa, yuca, ñame, plátano, cereales y frutas, como lo señala el DANE.
A ellos además, los colombianos les deben el cuidado de la tierra y los animales, el buen uso del agua y la protección de las semillas. De hecho, como se ha asegurado desde la Agencia Nacional de Tierras: “A los campesinos les debemos todo”.
La difícil situación en al que viven los habitantes rurales
No obstante, aunque desde el gobierno se reconoce esa premisa, es precaria la situación en la que viven los campesinos de país, como lo señalan las cifras del Tercer Censo Nacional, donde se indica que el 94% de las viviendas carece de alcantarillado, apenas el 10% recibe asistencia técnica para sus proyectos productivos.
Finalmente, en materia educativa, según cifras de Diagnóstico del Plan Especial de Educación Rural (PEER) más del 97% de las personas en el campo no han realizado estudios universitarios, el 90 % ni siquiera alcanzan a ser bachilleres, de los niños que terminan la primaria solo la mitad llega a noveno y solo la tercera parte llega a once, y además, en el campo el alfabetismo se cifra en 12,13 % en mayores de 15 años.
La paz desde los territorios
No obstante, son ellos quienes actualmente, en medio de las dificultades están liderando las iniciativas para construir paz. Así está sucediendo en diferentes lugares del país. En El Salado, por ejemplo, la comunidad lidera hoy una iniciativas para proteger el bosque seco tropical del Caribe colombiano, construyen cocinas eficientes para reducir la tala y crean huertas caseras para garantizar su seguridad alimentaria en época de sequía.
En el Urabá Chocoano, las red de Comunidades Construyendo Paz en los Territorios, (CONPAZ) se la están jugando para que sea una realidad la Universidad para la Paz, y en Mapiripán, Meta, campesinos como la familia Aljure poseedora de la Hacienda La Esmeralda ha ofrecido un porcentaje de su tierra para que integrantes de las FARC y víctimas puedan realizar proyectos productivos.
Por: Mónica Lozano. Periodista y Editora.