Colombia era fundamentalmente campesina. En este país la mayoría de la gente vivía en el campo, en las zonas rurales. La economía dependía en gran parte del trabajo manual de quienes cultivaban el agro.
Por: Luis Alejandro Salas
La mecanización era bastante rudimentaria; el arado de chuzo era el que permitía que se removiera un poco la tierra, muchas veces con la ayuda de las yuntas de bueyes. No había mucha industrialización. La energía eléctrica no llegaba a las veredas sino apenas estaba en el centro de los pueblos, que se llamaba el casco de la población.
Los caminos de herradura se llamaban así y con razón, ya que servían para que las cabalgaduras los recorrieran, con sus jinetes o sus cargas. Los equinos tenían una gran importancia. El mantenimiento de estas vías no era muy grande y por esto se empleaba mucho tiempo en recorrerlas debido a su estado deficiente. Las cunetas se tapaban con frecuencia por los derrumbes, originados por las lluvias y las crecientes, ya que no había muchos desagües ni alcantarillados ni puentes. Las herramientas de los trabajadores eran tradicionales y bastante rústicas; el azadón o la pala se usaban para muchas cosas y resolvían muchos problemas.
Si pensamos en describir todo lo que era la vida rural tendríamos que referirnos a los diferentes niveles de vida, como se llamaron en un tiempo los diversos puntos de vista de los estudiosos y analistas. Cuando la Misión Economía y Humanismo, dirigida por el padre francés Louis Lebret, trató de hacer un diagnóstico de la realidad colombiana, lo hizo basada en 10 niveles de vida que permitían tener un ordenamiento organizado de asuntos que daban una visión global pero que a la vez ayudaban a ver en concreto y de manera más limitada cada aspecto. Visto el problema, pueden buscarse soluciones… Conocida la situación, es factible tratar de mejorarla.
¡Cómo han cambiado los tiempos! Es decir, ¡cómo ha cambiado la vida con el tiempo! Y cómo tenemos que cambiar ahora, ahora que tenemos el tiempo…. No es un juego de palabras, porque el pasado ya se fue y con el futuro no contamos. Sólo tenemos el presente y hay que vivirlo bien.
Antes de abandonar el campo hay que pensar si se tiene vocación para vivir en él, para quererlo, disfrutarlo, cuidarlo, conservarlo.
Es posible que muchas personas que viven en las ciudades reflexionen si deben volver a las tierras de sus antepasados, si de corazón son campesinos que deben ir al campo, si las nuevas condiciones les brindan oportunidades de un mejor vivir. ¡Manos a la obra!
Colombia vive hoy un momento histórico generado por los diálogos de paz, sus conclusiones contemplan un llamativo desarrollo del campo que inspira enórme esperanza que ahora si, el Estado y la sociedad van a pagar la deuda con este sector, donde se han desencadenado los principales conflictos del país. Como señala el Dr. Salas, han cambiado muchas cosas en el campo rural, pero lo pero de todo, es que han cambiado para empeorar su situación. Dios ilumine este proceso para que sea un verdadero acierto y los campos vuelvan a florecer frondosamente, como la sorrisa de nuestros hermanos campesinos.