San José de Uré guarda sus raíces africanas en las Tunas que canta.
Por: Daiana González Navas
Dicen que la vida del negro se da al ritmo del tambor. Sus penas, alegrías y glorias se muestran a través del baile que se deja llevar por el retumbar de los aires. se muestran a través del baile que se deja llevar por el retumbar de los aires. El bullerengue, la tuna y el berroche, se apoderan de las que llevan el ritmo en la sangre y ese mismo baile es el que las incita a cantar sobre la vida, sobre lo que ven o lo que sienten.
Las versistas de San José de Uré cumplen una labor que se puede asemejar con la del periodismo comunitario y es la de demostrar lo que se es como comunidad a quienes lo desconocen. Por eso se fundó la Asociación de Maestras y Maestros Ancestrales Sixta Gómez y Eladio Clímaco AMASE.
Este pueblo del Alto San Jorge, ubicado al Sur del departamento de Córdoba, adquirió la categoría de municipio el 24 de julio de 2007, pero su existencia como palenque está documentada desde el siglo XVI con la llegada de los españoles.
De acuerdo con las palabras de la investigadora Ana Luz Navarro, “Uré se constituye así en una población de esclavos negros dedicados al laboreo de oro, no obstante su fundación se remonta a 1849, probablemente cuando se abolió la esclavitud durante el gobierno de José Hilario López”. Aún muchos de sus habitantes siguen barequeando en la rivera de los ríos como alternativa a la escasez económica.
-Nosotras a veces también barequeamos cuando el canto no nos da. Nos toca rebuscarnos-, confiesa Ana Eloísa Sabino, representante legal de la organización.