Conozca algo de la cultura de este pueblo palenque de Córdoba, San José de Uré.
Por: Por Daiana González Navas
Las Maestras Ancestrales, más que cantaoras y versistas son resistencia. Llevan cantando de generación en generación por más de cien años, enfrentándose al olvido, a la indiferencia de la propia comunidad y hasta a ellas mismas.
-Algunos nacen con suerte y otros sin ella- dice Eloísa- Yo nací sin suerte. Mis papás me prohibían ver bailar a la gente y cuando me fui de la casa, mi marido me seguía alejando de lo que más me gustaba-.
Eloisa, salía de la casa a escondidas durante el Corpus Christi o durante el día de la virgen a ver por entre la gente qué era lo que escondían. Entre el bullicio podía ver a las mujeres con faldas largas mover su cuerpo a merced del tambor y a la misma vez con tanta libertad como si no existiera nada más allá que les importara.
Esa sensación de libertad atrajo a Eloisa con tanta fuerza que la impulsó a soltarse del lazo que había sido para ella el matrimonio y se unió a ese ir y venir de los tambores de una vez por todas y para siempre; como lo han hecho sus diez compañeras cantaoras.
-Estas son cosas de negros- dice Eloísa –Y solo al negro le gusta-.
Los aires tocados por el tambor, eran utilizados por los esclavos para conmemorar sus fiestas religiosas y los eventos de mayor importancia para su comunidad. Anteriormente se celebraba más de cinco veces al año en el pueblo. Las maestras salían con los músicos el primero de diciembre, el día de la Virgen de la concepción, en las vísperas del nacimiento de Jesucristo, el día de los Inocentes, fin de año y en la llegada de los Reyes Magos. Sin embargo poco a poco se fueron olvidando estas tradiciones y ahora la Tuna solo sale a bailar por San José de Uré una vez al año.