Las puertas del jubileo de la misericordia inaugurado el 8 de diciembre del 2015 por el papa Francisco se cerrarán el próximo domingo 20 de noviembre con la finalización del año litúrgico en la Solemnidad de Cristo Rey del Universo.
Por Camilo Agudelo Linares
El año pasado en la fecha de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, el papa Francisco convocó el jubileo extraordinario de la misericordia. Este comenzó cuando el Sumo Pontífice abrió las puertas jubilares de la Basílica de San Pedro en Roma. Simultáneamente en todas las catedrales del mundo y en los templos decretados por los obispos de todas las diócesis, se dio apertura a las puertas santas de la misericordia, con la intención de que todos los fieles católicos experimentaran la presencia misericordiosa de Dios y se sintieran a su vez, llamados a ser misericordiosos como el Padre, lema de este año jubilar.
Este año ha sido profundamente renovador para la Iglesia en el mundo entero, las predicaciones del Santo Padre han sido todas orientadas hacia el núcleo central de la predicación de Jesucristo en el Evangelio, la misericordia de Dios y el llamado a ser misericordiosos a ejemplo suyo. Todas las visitas del Papa a los diferentes países y lugares han sido enmarcadas dentro de este año jubilar, por lo que la presencia del Padre Misericordioso ha llegado de manera más eficaz a los fieles.
En las diferentes diócesis, y como ejemplo de ello en la Arquidiócesis de Bogotá, el año de la misericordia ha calado profundamente en las actividades evangelizadoras de la Iglesia. Se vivió durante este año un jubileo a nivel de todos los grupos, ministerios, movimientos, estancias y organizaciones eclesiales arquidiocesanas, de tal manera que todos los templos jubilares fueron constantemente visitados con una actitud misionera que tras el peregrinar buscaba acercarse a la misericordia de Dios.
Ha sido este año jubilar una oportunidad única para profundizar en la meditación del Evangelio con una óptica profundamente misericordiosa y comprometedora con los demás, las parábolas de la misericordia junto a las obras de misericordia enseñadas por la Iglesia orientaron la reflexión de este año y comprometieron a la Iglesia a llevar el rostro misericordioso de Dios a quienes se encuentran más alejados de Él.
El próximo 20 de noviembre el papa Francisco cerrará las puertas jubilares de la Basílica de San Pedro y con ello dará cierre también al año jubilar de la misericordia. Ocho días antes todas las puertas jubilares del mundo deben ser cerradas, con el fin de que el domingo 20 de noviembre toda la Iglesia se concentre en la celebración del papa en Roma.
Las puertas del jubileo se cierran y dejan por fuera la misericordia para que los fieles cristianos la experimenten como don permanente de Dios y como tarea en el encuentro con los otros. No puede la Iglesia, laicos y clérigos, cerrar las puertas del jubileo y con ello encerrar la misericordia; al contrario, el cierre de las puertas deja la misericordia por fuera para que todos la asumamos como modo de vida y con ello prediquemos a Dios como Padre misericordioso que a todos nos ama, para que vayamos nosotros a hacer lo mismo con nuestros hermanos.
Hemos ganado el jubileo durante este año, la tarea consiste en no permitir que el júbilo que produce en nosotros el abrazo misericordioso de Dios se vaya tan pronto. Se deben cerrar las puertas al odio y la división, y abrir de par en par las puertas a la misericordia de Dios que quiere habitar por siempre entre nosotros.