Son agriculturas que promueven el florecimiento de la vida y la inteligencia de la cooperación, no meramente la ganancia y la competencia. Propician la vida de los otros seres con los que compartimos el planeta y la comunión humana con La Tierra y las demás especies en su quehacer. Son agriculturas que transforman el alimento para que sea consumido en colectivo, en comunidad, familia, en las juntanzas y mingas.
Después de año y medio de haber creado la Red Comunitaria de Agriculturas para la Vida, en esta ocasión volvimos a encontrarnos en San Andrés Islas, concitando la diversidad proveniente de las periferias rurales, periurbanas y urbanas, en general ignoradas cuando no meramente explotadas. Volvimos a saludarnos, a compartir en el baile, el trabajo y la palabra, llena de experiencias y sabiduría.
Desde Nariño, el norte y la costa caucana, el Valle del Cauca, el alto y bajo Putumayo, Santander del sur, el altiplano cundiboyasence, los enclaves del Guaviare, las tierras del Caquetá, del Huila, del sur del Meta, llegamos saludando en lenga misak, murui, nasa, kamentsá, cubeo, creole, inglés y en español. Esta es una Red en expansión, la cual aún procura unir otras manos y más intenciones. En esta ocasión, además, nos juntamos en la resistencia con organizaciones del Gran Caribe, con de delegaciones provenientes de Puerto Rico, Islas Vírgenes, Jamaica y Cuba.
San Andrés Islas nos recibió con calidez en medio de la conmemoración de la Emancipación Raizal, recordándonos la importancia de perseguir y defender la libertad, que es posible cuando se está en comunidad, cuando se piensa en colectivo, se juntan los vecinos y vecinas y se recuperan la autonomía y el orgullo de ser por el otro, de ser en comunidad.

Después de cinco días de compartir y recordar que no estamos solos en este trabajo de fundamentar la producción del alimento en las lógicas de la vida misma, reconocimos que las Agriculturas Para la Vida no se limitan a la siembra y cosecha libre de agrotóxicos sino que implican, además, recuperar y proteger semillas criollas, nativas y propias, crear industrias de base comunitaria que produzcan libros, café, licores, artesanías y elementos de representación; también implica cocinar y transformar ingredientes en platos y dulces, o bien reciclar y reutilizar materiales; pescar y criar animales con compasión y responsabilidad. Las agriculturas para la vida giran en torno a la sabiduría y conocimientos tradicionales y ancestrales de la medicina, la cocina, la siembra, las semillas, los olores, los suelos, saberes que persisten en lo que ha sido identificado como periferias.
En el Encuentro elaboramos propuestas y sintonizamos acciones conjuntas en torno al medio ambiente, las economías propias, el rol de las mujeres en las agriculturas, los aprendizajes, formas de educación o de profundización del sentido y, justamente, sobre lo que son las Agriculturas Para la Vida.
Nos cuestionamos sobre la mercantilización de la naturaleza, que hoy llega a los territorios hablando de conservación, que termina expulsando a la gente que siempre ha estado en los territorios. También advertimos la importancia de reconocer la dimensión ambiental del campesinado y de las formas propias de organización del territorio como los Territorios Campesinos Agroalimentarios – TCAM, las Zonas de Reserva Campesina – ZRC, y las Reservas Naturales Comunitarias como el Cerro el Inglés en El Cairo, Valle del Cauca, pues cada una es, de acuerdo con sus particularidades, un medio para mantener los ecosistemas que habitamos y las relaciones que hemos construido con estos a lo largo de nuestra existencia.
Acordamos seguir construyendo territorios y espacios de vida libres de agrotóxicos, fortalecer el trabajo comunitario en torno a la elaboración de bioinsumos, desmitificar la cultura de los químicos y la súper producción, fortalecer el trabajo con las semillas, intercambiar experiencias, recuperar la soberanía sobre las aguas y los suelos. Acordamos, también, que todo ese conocimiento sea transmitido en términos propios de nuestros contextos, redefiniendo lo que se ha dado a entender por educación. Las mujeres tenemos un rol importante, ya que hemos sostenido la chagra, la huerta, el cuidado, las semillas, la vida, por ello es importante fundar este eje de trabajo y camino para seguir siendo por el otro, por las otras.

Por otra parte, acordamos fortalecer las economías propias con la creación de un fondo común y mediante intercambios de experiencias entre las organizaciones de base. Todos estos sueños e ideas los recogimos en el planteamiento de un camino común para los próximos dos años hacia la profundización de todo lo que estamos construyendo y las prácticas que día a día hacemos en nuestros lugares de origen. Todo esto a través del fortalecimiento de capacidades de base, la incidencia política, la formación de dinamizadores territoriales agroambientales, la estructuración de principios de convivencia y de un plan para seguir consolidando la Red.
Con todo lo que hacemos, queremos suscitar la reflexión acerca del conjunto de nociones, imágenes y estigmas que circulan respecto a las periferias, recordando que “la periferia” no es una minoría que, de hecho, la excepción es el centro y que, tarde o temprano, la vida triunfará de nuevo sobre el consumo y sobre la explotación de La Tierra. Este encuentro nos alimentó con energía y vigor para seguir el trabajo en las diferentes territorialidades y espacios de vida que defendemos y cuidamos.
Así, les invitamos a unirse a la Red Comunitaria de Agriculturas para la Vida, a sumarse en este camino para que nuestras vidas, territorios y relaciones comunitarias sean dignas y bonitas. Pueden encontrar más de este proceso en IG: @redagriculturasparalavida.
Después de vivir este encuentro lo más valioso ha sido aprender que no estamos solos ni solas: en cada territorio, espacio de vida o sitio, hay manos, voces y corazones luchando por lo mismo. Hay mayores y mayoras dispuestas a guiarnos, entendiendo que los jóvenes somos más que fuerza de trabajo, que somos vida en los territorios. Creemos que ya es tiempo de dejar de esperar que el estado, políticos o personas fuera de nuestras casas y regiones quieran ponernos atención o trabajar con nosotros. La transformación la estamos haciendo desde la casa, la vereda, la juntanza popular regional, así, llegará el día, que queramos o no, querrán acompañarnos y seguir nuestros procesos.
Escrito por: Alejandra Velásquez Díaz y Cristian Cartagena