La paz en la celebración de la misa se ha convertido en una oportunidad más para saludar al vecino, pero ¿qué significado real tiene este rito?
Por Daniel Hernán Rodríguez Ríos
Cuando vamos a misa, particularmente los domingos, intentamos vivir de la mejor manera la celebración de la eucaristía. Vemos que se celebra en comunidad, donde el sacerdote preside y nosotros, los laicos, participamos siguiendo el rito en su conjunto. Esto hace crecer comunitariamente a la iglesia y nos permite recordar con fidelidad lo instituido por Cristo.
En la misa, después de recitar juntos la oración del Padrenuestro, llega un momento donde se evidencia con mayor claridad el espíritu comunitario de la Iglesia cuando todos sin excepción alguna nos damos el saludo de la paz, pero, ¿somos conscientes del significado de este momento?
La paz en la misa tiene un valor importante, y para entenderlo, podemos basarnos en el pasaje bíblico donde se escribe «Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda» (Mateo 5:23-24)
En el pasaje bíblico se hace referencia a la importancia de vivir la caridad y hacer comunidad, antes de acercarnos al altar, para así, vivir coherentemente el mensaje de Cristo que en la misa se celebra el cual nos invita a estar en comunión con nuestros hermanos para así estar en comunión con nuestro Padre en el cielo.
De modo que, la paz no solo es dar la mano al vecino de al lado en la misa, sino la disposición de amar y perdonar a quien, en algún momento, pudo ofenderme. Por estos días en los que evidenciamos los intentos de nuestro gobierno por alcanzar la paz en Colombia, no debemos delegar esta responsabilidad únicamente a los mandatarios y a los que están al frente de los diálogos de paz, sino que en lo cotidiano o más próximo a nosotros, podemos construir la paz.