A 803 km de Medellín y 40 de Riohacha, se encuentra El Pájaro, corregimiento de Manaure, La Guajira, un lugar rodeado por un mar azul, cientos de kilómetros de arena, una pequeña iglesia, un colegio y un solo centro de salud en su cabecera urbana para atender más de 30 rancherías y 6000 habitantes aproximadamente.
Durante el fin de semana anterior esta misión fue instalada en la Institución Educativa San Rafael del Pájaro, que se convirtió en un centro de salud improvisado, pues los responsables del centro de salud no estaban prestando su servicio. – ¿Será casualidad o es la misma corrupción que impera en casi todo el territorio de nuestro país? -, nos preguntamos como visitantes. ¿Qué le pasa a un habitante del corregimiento o de alguna de sus rancherías si sufre un evento de urgencia durante el fin de semana? Queda la pregunta abierta a nuestros lectores.
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Dejando atrás la incertidumbre, las cosas continúan, porque esa es precisamente la misión que cumple la Superbrigada de Salud cuando llega a estas zonas apartadas, siempre convirtiendo lugares inhóspitos en sitios de atención humanitaria; esta vez para realizar más de 300 consultas médicas de la mano de tres profesionales de la medicina y la odontología, Carlos García, Tatiana Muriel y José Restrepo, quienes en poco tiempo fueron objeto de besos y abrazos por parte de la comunidad.
También fueron atendidos 853 niños en el programa Docente Líder, Sonrisas Brillantes de la compañía Colgate Palmolive, que entregó a esta fundación los kits dentales para su realización, bajo la supervisión de odontólogos y docentes lideres expertos en atención comunitaria.
En esta misión se resaltan las labores de la voluntaria Nidia Gómez Toro, rectora de un colegio de Antioquia; Gladys Amparo Velásquez, coordinadora de Misión Guajira en el terreno, y sus dos hijos Jorge Andrés y Juan Manuel Jaramillo; este último, titán que transportó vía terrestre en camión la carga desde Medellín hasta El Pájaro. Estas personas quienes, como mamás y papás reales, mostraron una entrega y dedicación admirable con los niños Wayuú en técnicas de cepillado y actividades lúdicas.
La Universidad de Utha Norte América y su equipo odontológico de 2 odontólogas y 3 estudiantes, con un fin más investigativo que asistencial, participó en la Superbrigada, la comunidad Wayuú espera que esto trascienda en el tiempo con resultados significativos para más de 600 niños que quedan a la espera de atención.
Balance de la Superbrigada en La Guajira
Después de dos días intensos de atención en salud, la Superbrigada termina su trabajo y retorna a Medellín. En terreno continua el equipo docente de Misión Guajira Humanitaria, quienes con gran dedicación recorren cada ranchería, cada escuelita, donde no llega más que el susurro divino del aire puro y natural, acompañado de arena y sal que suavemente toca la piel de cada niño Wayuú.
La deshidratación escondida en la población, la misma que los atrapa lentamente, nadie la percibe mejor que aquel docente voluntario, que, sin ser asistencialista, llega para jugar con ellos, reír con ellos, dormir con ellos, comer con ellos y hasta llorar con ellos, al ver que el premio de cada actividad es el regalo más preciado por un niño Wayuú y no crean que es un carro o una muñeca, queda a su imaginación qué es lo que más disfruta un niño en el desierto.
Los docentes y voluntarios estaban bajo el inclemente sol y brisa de las rancherías, aunque para los Wayuú era perfecto, “y eso que llegaron en buen tiempo profe, no hace calor ni brisa”, decían los niños al ver sudar como cabras a los “Arijunas” como llaman ellos al hombre blanco.
Sin importar mucho el clima se realizaron muchas actividades pedagógicas, los indígenas más viejos recordaron con cariño a la Radio Sutatenza al entregarles las cartillas “cómo criar ovejas y cabras”, lúdicas, de autocuidado y gastronómicas. Con libros, cartillas, juguetes, útiles escolares, útiles de aseo y comida donados por entidades y personas que vale la pena resaltar en este artículo como: Las Instituciones educativas del Núcleo 923 de Robledo en Medellín, que a pesar de sus falencias siempre aportan, al colegio Colombo American School de la ciudad de Bogotá, a una familia bogotana, a una profesora bogotana que prefiere guardar su identidad y a Acción Cultural Popular – ACPO también en Bogotá.
Con todo lo anterior, los niños, docentes y padres de familia participaron en talleres de: pintura, lectura, matemáticas con una fantástica maestra de esas que ya casi no existen, Amparo Gil, quien se dedicó a la enseñanza de sumas y restas con la más primitiva herramienta, pero esencial para aprender, el abaco; y quien dijo “estos niños gozan de una inteligencia privilegiada que ni los de Medellín”.
Dentro de la misión participó un agente que para todos era un extraño, pero que aportó cosas importantísimas a la misma, ya que, para la nutrición, la educación y la calidad de vida se necesita agua potable en las escuelas. Es así como el Señor Miguel Yunda en cabeza de la compañía de exploración de agua Sumipetrol, brindó capacitación a los líderes y junto con el ingeniero de proyectos Juan Carlos Rodríguez van a estructurar el proyecto para la construcción de tres pozos autosostenibles para el suministro del líquido en las escuelas de las rancherías más necesitadas de El Pájaro.
De esta manera manifiesta María Eugenia Velásquez, gestora y Directora general de Misión Guajira, quien en esta ocasión no pudo viajar por estar enfrentando un delicado estado de salud, “Gracias a todos por su valioso aporte, pero en especial gracias a esa hermosa comunidad Wayuú que cada año nos permite compartir con ellos la generosidad de muchos antes antioqueños, hoy con felicidad digo, de muchos Colombianos que ya están entendiendo cual era mi intención al crear Misión Guajira Humanitaria gracias, en la Misión Guajira 2020 nos vemos de nuevo”.
Sea esta la ocasión para que reciba la Directora Velásquez, en nombre del periódico El Campesino, un deseo de recuperación pronta para que continúe con tan significativa labor en el territorio colombiano.
La Misión Guajira termina para el equipo en general con la claridad que, los sueños sí se vuelven realidad, aunque no siempre de la manera que esperamos, pero que al final siempre hay alguien especial que nos ayude a entenderlo y a lograrlo.
El reconocimiento y la visibilidad están bien, de hecho, más que bien, pero lo que en realidad importa, es hacer lo que se pueda poco o mucho para hacer de Colombia un lugar mejor y ser fiel a uno mismo, en el proceso.
Por: Miguel Ángel Arango. Facilitador de Acpo en Antioquia
Editor: Lina María Serna. Periodista – Editora.