Hasta hace muy poco las carreteras más importantes del país eran de una sola vía, tan solo una delgada línea amarilla dividía el trayecto entre los que iban y los que venían. La carretera más importante del país que une a Bogotá con el puerto de Buenaventura, tiene en sus más de 600 kilómetros varios pasos de cordillera. La línea en la cordillera central, es el paso más delicado y complicado del trayecto.
Por: Andrés A. Gómez Martín.
Actualmente el país se encuentra en medio de un enorme proceso de modernización vial, las principales carreteras que conectan de sur a norte y de oriente a occidente están siendo ampliadas a lo que se ha llamado dobles calzadas.
La conexión con el pacifico ha sido siempre fundamental, la producción agrícola en industrial que se genera en el centro de Colombia debe ser transportada por tierra en camiones y tractomulas que diariamente movilizan más de 30 mil toneladas de mercancías desde y hacia buenaventura.
Y es que luego de salir de la sabana de Bogotá y atravesar el departamento del Tolima, kilometro a kilometro la cordillera central se hace más grande, a lo lejos desde el municipio de Girardot se empieza a observar como la cordillera central se asoma, a medio día con el sol canicular y a más de 30 grados de temperatura, el pavimento se torna maleable, la formación geológica del Combeima, antes de llegar a Ibagué, anuncia que se está próximo a iniciar el ascenso.
Antes de la construcción de la nueva vía, los viajeros pasaban por varios pueblos que obtenían el sustento del turismo, uno de ellos era El Espinal, famoso por la lechona con natilla y mucho tiempo antes por los cultivos de arroz y de algodón. En aquellas épocas las tractomulas con los contenedores rozaban a los pequeños autos y a los buses.
La línea recibe su nombre porque en la cúspide de la cordillera, una pequeña recta sirve como lugar de descanso y también como mirador, bueno, cuando el clima lo permite. En el pequeño municipio de Cajamarca en medio de grandes árboles, y matas de plátano inicia la subida, los buses como pequeñas liebres atraviesan las curvas, otros buses, camiones, motos, carros. Con frecuencia uno que otro se accidenta y cae por alguno de los precipicios.
Joaquín Carillo, ha conducido por esta vía desde más de 30 años, lo ha visto todo, desde retenes guerrilleros hasta colegas suyos que han atravesado la línea en menos de 3 horas a bordo de veloces gacelas. Manejar por esa vía no es fácil, tiene trucos para no morir en el intento de llegar Calarcá.