La curiosidad por redescubrir ese lugar lejano, llevó al Colectivo de Comunicación Chinagocha a visitar la laguna La Bolsa, ubicada en Cundinamarca. Todo comenzó al encontrarnos a las personas que nos guiaron y nos llevaron a ese lugar. Queríamos personas que conocieran la zona de tiempo atrás, que nos contaran las historias que hacen de la Laguna un espacio de importancia para todos los habitantes de la vereda El Valle.
Contactamos al señor Pedro Beltrán quien nos prestaría el servicio de transporte, y hablamos con el señor Miguel León, para que nos guiara hasta la laguna, debido a que nadie del colectivo conocía el camino.
El día anterior, nos reunimos con el colectivo e hicimos las onces para llevar el día de la travesía. La encargada de ayudarnos con la elaboración de las arepas de maíz fue la señora Sofía Vergara, además compramos uchuva y preparamos jugo. Todos estos son alimentos que se cultivan y preparan tradicionalmente por las familias de la vereda, y claro, son de tradición campesina.
El sendero de los abuelos
La Reserva Forestal Protectora Nacional de La Bolsa fue creada en el año de 1990 bajo una resolución ejecutiva del Ministerio de Agricultura, y cuenta con una extensión de 2.699 hectáreas. El sitio más importante dentro de esta montaña es la laguna que lleva el mismo nombre de la reserva, La Bolsa. Estar allí nos lleva a percibir la temperatura baja y la neblina, compañeras del páramo.
Siendo las 6 de la mañana y estando en el punto de encuentro, todos preparados con los equipos y la comida, esperábamos el transporte para iniciar el recorrido. Fueron 30 minutos aproximados de trayecto en carro, y luego de no haber más carretera, empezamos la caminata y la diversión.
Durante una hora estuvimos caminando montaña arriba. Nos encontramos con muchas quebradas y bastante mora silvestre la cual nos aportó alimento y energía para seguir adelante. Al terminar las fincas, entramos al bosque, un lugar con muchos árboles, agua, gran cantidad de orquídeas y plantas que nunca habíamos visto, parecía un lugar de fantasía. Durante todo el trayecto se escuchaba el canto de las aves, hubo sitios donde no se veía el cielo, y sólo observábamos las grandes copas de los árboles nativos.
A lo largo del camino, el suelo era húmedo y a veces debíamos ayudarnos para cruzar las quebradas. Un sitio muy hermoso, pero el más memorable, fue una parcela de solo musgo, el colchón por excelencia de esta zona. Algunos de los muchachos del colectivo dijeron que el oso dormía allí.
Luego de una hora de caminar llegamos a la laguna. Un lugar maravilloso. Era un cuerpo de agua en forma de “U” rodeado de árboles y rocas. En el aviso donde señalaban el nombre del lugar y las actividades permitidas se veía el nivel normal de la laguna. Nos llevamos una terrible sorpresa al ver que el nivel del agua había disminuido alrededor de unos 6 metros.
El paisaje era oscuro, un tinte negro recubría las zonas secas y las raíces de los árboles aledaños eran visibles ¿Qué sucedió con el agua de la laguna? ¿Qué está pasando con el hábitat del oso? ¿Estaremos cuidando o destruyendo nuestro territorio? Tal vez el comportamiento de la laguna para esa época sea así.
Este lugar ha sido durante muchos años un sitio de interés turístico, sin embargo, la falta de información y de cuidado tienen en el olvido este emblemático paisaje. (Le puede interesar: Niños y jóvenes de Suesca recuperarían parte de la cuenca del río Bogotá)
Por: Colectivo de Comunicación Chinagocha.
Editor: Andrés Neira. Periodista.