Por: LUIX FLOW
(2.600 m.s.n.m.) En la Sierra Nevada de Santa Marta
En la tarde, corrieron y
se escondieron los colores purpuras
que dejaban ver las palabras
cuando se les susurraba en voz baja
-ahora, sin dichos colores
la noche se siente incompleta
para poder hablar a solas
con las estrellas
no más cuchicheos entre la noche y sus amigas
ahora, tendrá que gritar a ver si la escuchan
o vociferar como el trueno
a ver si las estrellas entienden:
de que es lo que habla, la noche
y eso que no ha salido la luna a pasear…
No comprendo totalmente
ese tipo de cosas, son algo difíciles para mi observación rápida
el poder percibir cuando la noche esta estrellada en conflictos;
simplemente me entrego a mirarla
y me olvido por completo de los diálogos Kósmicos.
Por eso para que no me sucediera otra vez
pedí prestado en el bosque más cercano
un diccionario de letras Kósmicas
el mismo que usan los Arboles
cuando no entienden todo
lo que los duendes quieren contarles.
Porque la gentecita pequeña del bosque
cuando está bien aceleradita
hablan más enredado que un Samario
y eso, que si suben más entre la Sierra, menos!
La noche, habla así de enredada,
pero ahora al menos ya puedo darme cuenta
de tanto dialogo y tanta palabra suelta por ahí…
La otra noche, estaba era tocando guitarra
con un viajero que venía de Sirio
él, acompañaba la velada
dándole con los dedos al cuero…
esa noche, en un momento de pausa
perdí la uña que usaba para rasgar las cuerdas
la busque dentro de la hamaca
dentro de la guitarra
en los bolsillos
sobre el piso, y nada
abandone la búsqueda de uña
se dio por perdida
cinco días más tarde
apareció en otro lugar instalada
lejos de la guitarra
pensé en la gente diminuta
di las gracias…
En otro día más, arribe a la Tagua, un regalito ese
y más arriba, a un lugar llamado La Cumbre:
vi planadas de lomas y lomas
ganado… pastos
deseos de una yegua se vinieron
correr y correr
sentir el viento en el rostro…
miro las botas, debajo de mi
y un emblema me recuerda
de otros caballos, los metálicos
que rujen con motores y devoran kilómetros
…la neblina pasa, la observo
la saludo, le envío un beso…
ahora, no sueño
estoy ya metido en uno que puedo besar:
con una pradera
con caballos
con nubes que vuelan bajo
y me encontré debajo de una boñiga: los colores purpura
los que antes estaban envolatados
me dijeron que no estaban escondidos
que andaban de vacaciones por la pradera
en el reino de los honguitos mágicos
donde las nubes cabalgan sobre los vientos…
Esta noche, espero que la Noche este contenta
ya no tendrá que gritar más
ahora dialoga entre su murmullo estelar
con sus amigas las estrellas y la luna…
No tengo fuerza de potro
pero si resistencia de potrancas
así puedo digerir los alimentos campesinos
las frutas de las montañas
y convertir todo eso en energía poderosamente pura
aunque la pluma este lenta…
Para qué inspiraciones letrudas
si se vive dentro de las galaxia de las Letras,
para qué inspiración poética
si se vive dentro del planeta de las odas,
para qué pensar en algo
si se abunda vida en la pradera de los Soles,
para qué sentir algo o muchos algos
si estoy dentro del centro de los sentimientos
evocando sonatas sin fin que corren
al compás de la juguetona neblina,
para qué un teléfono
si estoy es comunicando con la eternidad bendita,
para qué me llamás
si partí hacia la inmortalidad de los espíritus
a donde se bañan cada mañana, juntos los dioses
en el lago de las músicas viajeras…
y mi cuerpecito, aun pegado al Alma
se reincorpora y asimila nuevas percepciones
que siente a medida que evolucionan rápidamente
los vientos del murmullo de las estrellas
por eso y ello y esto:
la noche tendrá un baile visible
de muchas naves espaciales germinadas… y yo
tal vez, porque nó, un contacto espacial de otro orden
y eso, amistades, se los contaré otro día
por ahora sigo impresionado
sentado sobre piedras grandes negras
untadas estas de arlequines verdes grisáceos
rodeadas de cientos de hectáreas de verdes,
y me dicen ellas, que cayeron acá en antaño lejano
como meteoritos todas junticas, resultado de una explosión
a quedar desparramadas en la pradera
donde come el ganado de los Soles…
Hay lugares en el Kosmos
donde cierto Sol tiene sus propias praderas
que visita en los días y mantiene ganaderías
de ovejas, mulas, yeguas, vacas, terneras
potrancas y mucho verde
alguna que otra roca aerolita
y la neblina que refresca y alimenta las flores silvestres
allí, hermanitos, tienen los Soles
sus lugares de escape personal
afuera de las repeticiones de imágenes,
en los bosques junto a las quebradas de agua fría
donde las montañas respiran humedades…
pero más arriba, hermanitas, en los picos nevados
es diferente: desde temprano
las luces les caen por detrás a ellas
y no es de sorpresa, ellas las esperaban con anhelo
aunque, entre la Natura, el anhelo verde
difiere, del anhelo humano…
el anhelo verde es gozoso
porque por geometría de sus ADNs
conoce no solo sus ciclos
sino también los de todos aquellos Seres que tienen que ver con su devenir
-aunque en este día, los ciclos
son reemplazados en dimensiones avanzadas
por continuidades paulatinas
dentro del carril de los gozos satisfechos.
Como les venía contando antes, hermanitos
allá arriba en 3000 m, en Sierra Samaria
las nubes amanecen soñolientas
y pesadamente apenas se mueven
entre los grandes cañones;
poco a poco, a medida que el Sol
va soltando rayos y más rayitos de luz
ellas se van calentando suavemente
entre el despertar matutino, y
poco a poco van soltando
pedazos eternos de sus pieles
que con el calorcillo matinal
se van elevando como doncellitas adolescentes
hasta el techo de la mañana,
luego pasa una corriente de aire
que se las va llevando lentamente
de un lugar a otro, a vaivenes
como si un acordeón silencioso
les estuviera tañendo notas y estrofas
a ritmo de Vallenato y vaivén de mar.
Las palmeras de cera, oriundas del lugar
despliegan sus largos cuellos curioseando
de lado a lado, buscando luces
buscando vientos deseosos que las meneen
y al final
se tiene es un magnifico paisaje
como de otro planeta
donde un valle de nubes arreboladas
duermen y se acolchan entre ellas como en un valle blanquísimo
mientras que encima de ellas
un espinazo de montañas hermanas
levanta picos nevados que observan alegres:
son las tres Marías que entre ellas se sonríen todo el tiempo
a medida que la piel de las nubes se levanta…
No me quedé más tiempo contemplando
era corto el tiempo, y me esperaba
un grupo de extranjeros viajeros austriacos
que por primera vez visitaban Suramérica y de destape: Colombia como aperitivo.