Cuentan los cronistas que, en la llegada de los colonizadores a Colombia en el siglo XV, los españoles observaban que los indígenas tomaban un tipo de bebida colorada solo en ocasiones tan especiales como bodas, sepelios y celebraciones de victorias, y les hacía perder el control.
Pero, los españoles no observaron esta ingesta como algo tradicional, sino como un acto placentero y la siguieron consumiendo. Por el contrario, estas comunidades solo la consumían en actos importantes y no de manera rutinaria.
La chicha, preparada entre dientes
Anteriormente, los muiscas no preparaban la chicha con dulce, porque no conocían la miel ni la caña como saborizantes (ya que esta incorporación fue un aporte de los españoles) como se afirma en el libro ‘La ciudad en cuarentena. Chicha, patología social y profilaxis’, editado por el Ministerio de Cultura.
Entonces, inicialmente para su preparación las mujeres indígenas no utilizaban dulce y la servían en totumas y se preparaba de la siguiente forma: (Le puede interesar: El arte de tallar historias con el totumo)
Primero quebraban los granos de maíz para después dejarlo en remojo. Después, las mujeres masticaban unas porciones para impregnarlo con saliva y así permitir su fermentación.
Estas porciones se mezclan con el resto de maíz para ponerse a hervir hasta por cuatro horas, después se cuela y se deja reposar para que fermente.
Otro forma como la preparaban, era mascando el maíz y haciendo levadura de lo que se mascaba, para después ponerla a hervir con el resto de la mezcla, colar y fermentar. Según afirman historiadores.
Una bebida que ha sobrevivido después de tantas dificultades
Hacia 1703, empezaron a defender la chica como una herencia ancestral, pero en 1765 la volvieron a prohibir por el argumento que esta bebida producía en el humano adulterio y blasfemias.
Por lo tanto, desde la época colonial hubo intentos con el fin de exterminar “la bebida de los dioses”. Le puede interesar: Chicha, bebida tradicional colombiana
La cerveza se presentó en Colombia como un “símbolo de civilización”, producto para sociedades superiores. De manera que fabricantes de la cerveza lograron simbolizar la chicha como un obstáculo para al desarrollo del pueblo colombiano, que influía negativamente en la intelectualidad de quienes la consumían y como portadora de gérmenes.
Por tanto, la contienda volvió de regresó para 1948, ya que el primer ministro de higiene en Colombia consiguió derrocarla con la ley 34 del 5 de noviembre de ese año el gobierno de Ospina Pérez, que prohibía la elaboración, venta y consumo de la chicha.
La perseverancia, un barrio que guarda un legado
En este barrio funcionaron tres de las más importantes chicherías de Bogotá: las Violetas, las Orquídeas y la Campana ubicada en la calle 32 con carrera 6ª propiedad del presidente Alfonso López Pumarejo. Según como se afirma en el portal bogota.gov.co.
En el año de 1987, un grupo de jóvenes decidió inaugurar la Asociación de los Vikingos, actualmente encargada de realizar cada año el festival de la «La chicha, la vida y la dicha» y de abogar por el mantenimiento de esta.
Este festival además de contribuir en técnicas de la preparación de esta bebida, higiene, muestras gastronómicas y culturales. Ha sido tan importante que para el 2004 fue declarado como «evento de interés cultural» por el Concejo de Bogotá.
Por: Andrés Arias. Estudiante de Comunicación Social – Periodismo.
Editor: Ana María Rizo Díaz. Periodista – Editora.