José Ramiro García nació en Rovira, y desde muy joven se enamoró de la palabra. La copla que escuchaba en su familia, la poesía popular, los relatos orales de los abuelos y la vida entre cafetales sembraron en él una sensibilidad que más tarde se convertiría en una carrera literaria dedicada a visibilizar la riqueza cultural del campo.
“Desde que estaba en el colegio me gustaba escribir. En los años 70 participé en un concurso en Chiquinquirá y quedé bien posicionado. Ahí sentí que debía seguir”, recuerda García. Su vocación cobró un nuevo sentido en 1996, cuando comenzó a trabajar con comunidades indígenas y decidió registrar lo que los mayores narraban sobre medicina, cosmovisión, cocina y territorio.
Ese contacto profundo con la tradición oral lo llevó a escribir La Abuela Raquelina, obra galardonada por el Ministerio de Cultura y publicada tras ganar el premio Colombia Emprende. Luego vendría El Saber de mis Abuelos, una investigación sobre cocina tradicional y oficios rurales desarrollada durante siete años junto a abuelas y sabedores del Tolima Grande. Este libro recibió mención de honor, distinción como vigía del patrimonio y ha sido base para recuperar preparaciones como los insulsos, la chucula de maíz, los huevos al rescoldo o los fiambres, además de documentar herramientas, vivencias y técnicas agrícolas ancestrales.
“El fogón era la universidad de los abuelos. Allí se fumaba tabaco, se tomaba chicha y se compartían los secretos: cacería, cosmogonía, medicina, cocina. Yo solo fui el escribano”, dice.
A la fecha, José Ramiro ha escrito 12 libros, de los cuales 10 están terminados y 7 han recibido premios. Ha participado en al menos 17 ferias del libro y 6 ferias de artesanías, y hoy lidera un colectivo de escritores con raíces campesinas. Entre sus logros más recientes destaca haber sido reconocido por la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD) como uno de los escritores destacados del país.
“Publicar desde el campo no es fácil. Yo tuve que aprender a hacer mis propios libros, porque las editoriales no llegan por aquí. Pero el campo da inspiración, y eso es lo que me mueve a seguir”, afirma.

Escritor y poeta
Su trabajo ha estado acompañado por una historia familiar profundamente ligada a la educación popular. Su padre, campesino con solo un mes de estudio formal, fue alfabetizador en las escuelas radiofónicas de Sutatenza y su sistema combinado de medios, que incluía la radio, el periódico El Campesino, el Discoestudio y las cartillas de Acción Cultural Popular, para enseñar a leer y escribir a más de dos mil personas.
“Mi papá creó una escuela en casa con un radio de dos bandas. Enseñaban a los trabajadores del campo a leer, a pensar, a debatir. Eso me marcó mucho. Hasta ayudé a escribir cartas de amor cuando tenía nueve años”, cuenta entre risas.
La historia de José Ramiro García es también la historia de un país que ha encontrado en sus zonas rurales una fuente inagotable de conocimiento y belleza. Su obra literaria rescata saberes en riesgo de desaparecer y, al mismo tiempo, dignifica la figura del escritor campesino como mediador entre la tradición y el futuro.
“Yo invito a los jóvenes del campo a escribir, a no dejar que sus historias se queden en el olvido. Puede que sea difícil, pero vale la pena. Algún día alguien leerá lo que uno escribió, y ahí estará el campo, vivo”.