miércoles, octubre 23, 2024
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Flores de Colombia, las segundas del mundo más exportadas

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La floricultura colombiana protagonista de mercados nacionales e internacionales

Por: Erika Navarro

Ser reconocidos mundialmente por las flores que se producen en el país es una de las razones por las cuales los campesinos siguen creyendo en el poder que tienen sus tierras y el cuidado que les proporcionan.  Cada vez son más las clases de flores que salen del campo para ser vendidas en la ciudad, o para ser exportadas a países que jamás se hubieran pensado.

Actualmente, Colombia es el segundo exportador de flores en el mundo después de Holanda.  Las flores del país están llegando a lugares como Rusia, Australia, Corea, Arabia Saudita, generando un valor agregado muy significativo, ya que se puede evidenciar la diversificación del mercado, a partir de un esquema de producción donde los pequeños productores se han unido para generar cooperativas y así lograr un gran volumen de producción.

Flores de Colombia, las segundas del mundo más exportadas
Flores de Colombia, las segundas del mundo más exportadas

Las flores de Colombia tiene conquistado el mercado de Estados Unidos y Canadá, incursionando con diferentes variedades, que se cultivan en las 5.500 a 6.000 hectáreas que, aproximadamente, se destinan a la producción floral. El altiplano de la sabana de Bogotá, representa el área con mayor producción de flores de Colomba, siendo la rosa y el clavel las más producidas.

El 76% del área sembrada de flores se encuentra en Cundinamarca, en 28 municipios, correspondientes a más de 500 fincas productoras. “Las flores, más que mi medio para sobrevivir, son como mis hijas. Las cuido como si lo fueran, si les pasa algo sería como si me sucediera a mi” agregó Miguel, pequeño productor de flores en la finca Las Mercedes en la Sabana de Bogotá. “Cada flor con su color  me transmite felicidad y cada mañana madrugo a ver que esa felicidad nunca desflorezca”, manifiesta Miguel.

Se estima que cada hectárea destinada al cultivo de flores genera 15 empleos, convirtiéndose en un motor para la economía colombiana, ya que ésta se caracteriza por ser la actividad agrícola con más mano de obra por hectárea junto a un elevado número de profesionales de distintas disciplinas trabajando en el sector. La floricultura se ha destacado por su nivel de desarrollo y profesionalismo, donde se resguardan las esperanzas de miles de campesinos que han dedicado su vida a cultivar flores y con cada una de ellas, sus sueños de progreso.

De acuerdo con el Agrónomo Julián Jiménez, en la Asociación Colombiana de Floricultores (Asocolflores), se ha desarrollado un programa socio-ambiental llamado Flor Verde, el cual va en busca de una floricultura sostenible y competitiva. Se trata de una certificación del acatamiento de parámetros sociales y ambientales escrupulosos que contribuyen a la competitividad a las empresas, y con éste, al crecimiento de las mismas.

Flores de Colombia, las segundas del mundo más exportadas
Flores de Colombia, las segundas del mundo más exportadas

Los aspectos de organización y desarrollo de actividades en cada uno de los puestos del trabajo de la floricultura colombiana han permitido que este negocio crezca. El proceso inicia en la selección de la semilla y del terreno, además de elegir la forma de cultivo, se debe abonar y posteriormente si se siembra la semilla. Este cultivo se debe realizar en invernaderos con el fin de proteger el cultivo, normalmente las plantas duran de tres semanas hasta tres meses en germinar dependiendo la semilla y se deben mantener en constante monitoreo y cuidado para que el cultivo sea exitoso. Luego se debe realizar una serie de inspecciones para saber si ya está lista para la recolección, teniendo en cuenta el tamaño del tallo, la apertura del botón, la contextura y el color del pétalo. Una de las variables más importantes es la temperatura y la humedad, donde se disponen cuartos especiales dependiendo de las condiciones que necesitan las flores, y por último se empacan en cajas en el caso de ser exportadas y de no ser así se mantienen en sus materas.

La industria de las flores de Colombia ha ido tomando un significado completamente estético, en la decoración del hogar, donde los colores de las flores más exóticas han cautivado los mejores arreglos y sus aromas, los espacios. Una citadina de Bogotá tiene muy claro lo importante que es para ella tener sus espacios decorados con flores naturales, ya que estas le ayudan a liberar el estrés, imprimen calidez y son un perfecto adorno en su hogar. “Decorando con flores, le dejo el protagonismo en manos de sus colores” agregó Sandra Marín.

Las flores de Colombia, a lo largo de muchos años, han tenido un gran recorrido en las festividades como San Valentín. La compra de flores de Colombia en esta fecha, junto al esfuerzo por conseguir las más lindas y exóticas, se convierte en el objetivo de muchos hombres que buscan conquistar a una flor más. Sin embargo, muchos desconocen el proceso que está detrás de aquel arreglo floral: las manos que la siembran, el tiempo que demoran y el cuidado que necesitan.

La cultura de las flores es una de las actividades por las que el país se destaca en el mundo. Los miles de trabajadores permiten que la floricultura llegue a las casas de los colombianos y a los ciudadanos de otros países. Los colores le dan un vigor insuperable a cualquier estancia y es esa la razón por la que la producción de flores jamás pasará de moda. Las flores de Colombia son un orgullo, una fuente de trabajo y una gran inspiración para mucho.

El Banco de la Republica emitirá billete de 100.000

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El Gerente del Banco de la Republica, José Darío Uribe,  anunció que la entidad empezará a producir billetes de $100.000

El Banco de la Republica anunció que empezará a emitir  billetes de 100.000 a finales de este año o a comienzos del 2016.

Frente a este anuncio, la Asociación Bancaria de Colombia (Asobancaria) argumenta que aunque entienden las razones técnicas por las que Banco de la Republica empezará a producir billetes de 100.000 mil pesos, considera que su emisión generará inconvenientes para el país, en la medida en al incentivar el uso del efectivo  impide el avance de la bancarización en el país, así mismo expone que un billete de esta denominación facilitaría las transacciones ilegales y contribuirá a la evasión tributaria, pues generará que los colombianos no realicen el pago electrónico. Medio por el cual es más fácil controlar los pagos de impuestos como el IVA.

Por su parte el Banco de la Republica asegura que, la emisión  del billete de 100.000 se da  pensando en los cambios que ha tenido la economía colombiana en los últimos años y la demanda  que tiene la misma de un billete así.

De igual forma, el Banco sostiene que para la emisión del billete de 100.000 se ha pensado en la posibilidad de que se apruebe el proyecto de ley que se discute en el congreso para quitarle tres ceros a la moneda  colombiana, por lo cual el billete se ha diseñado  de tal forma que se pueda implementar esta decisión sin mayores inconvenientes.

En cuanto a las transacciones ilegales, el gerente del emisor, José Darío Uribe, expresa que los billetes  de alta denominación como el billete de 50.000 y próximamente el billete de 100.000 son entregados a los bancos por petición de las misma entidades, y los bancos a su vez lo solicitan por petición de sus clientes, lo que implica que conocen a quien se los están entregando.

Esta semana Uribe,  afirmó que el billete de 100.000 tendrá la cara del expresidente Carlos Lleras Restrepo en su diseño y pues considera que el billete constará de normas de seguridad específicas que permitirán que los ciudadanos puedan identificar fácilmente si es falso o no.

Café colombiano es preferido por el 96% de los estadounidenses

La foto muestra los cultivos de café de Manizales de la empresa tisquesusa, Cortesía: Café tisquesusa.
La foto muestra los cultivos de café de Manizales de la empresa tisquesusa, Cortesía: Café tisquesusa.
Por: Carolina Nieto

El  Café colombiano es reconocido entre los estadounidenses principalmente por su origen. La Federación Nacional de Cafeteros (FNC) afirmó que  la encuesta realizada por la Asociación de Café de Estados Unidos (NFA, por sus siglas en inglés) dejó un resultado favorable para Colombia, ubicándola como la productora de café más reconocida entre la población estadounidense, con un reconocimiento del 85%. Colombia ha superado a países como Brasil (67%), Costa Rica (59%), Kenia (33%) y Vietnam (16%). Igualmente, el café colombiano sobresale con un reconocimiento de un 89% dentro de los consumidores de café y un 75% de reconocimiento entre los que no lo consumen, cifras que confirman que  el café colombiano alcanza un alto reconocimiento entre toda la población estadounidense.  Además, la federación Nacional de Cafeteros (FNC) destacó que en lo que va de año, la tasa de producción de café colombiano registrada en el mismo mes de enero del año pasado aumento de un 8%, y afirmó que estos resultados serían los mejores en cuanto a la producción de café colombiano durante este periodo en los últimos 7 años, con una totalidad de 1`088.000 sacos de 60 kilos producidos y distribuidos. Del mismo modo, señala  que en lo que va corrido del año cafetero (octubre del 2014-enero del 2015) se han producido 4.390.000 sacos de café colombiano, un 2% más que en los años 2014 y 2013. El estudio Nacional de tendencias del producto durante  2014 realizado por la  NCA, también destacó que el café colombiano fue  elegido por el 96% de los estadounidenses como el café de mejor calidad y el que ellos prefieren consumir entre otros que les ofrece el mercado, indicando que su preferencia se debe a que el  café colombiano tiene un muy buen sabor.

Derechos Humanos, divisiones ejecutivas en un país sin ley

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José Manuel Pedraza- Comunidad en Restrepo, Meta.
José Manuel Pedraza- Comunidad en Restrepo, Meta.
Por David García Pedraza

Desde la Declaración Universal de  los Derechos Humanos por la Organización de las Naciones Unidas en diciembre de 1948, se estipuló que todo país, miembro de la organización, debe velar por los 30 derechos fundamentales de todos los ciudadanos de su nación y, Colombia, al hacer parte de este conjunto de naciones no es la excepción. Al pasar del tiempo, el Estado los ha reconocido en los ciudadanos de las metrópolis, pero una minoría como lo son los campesinos y las personas en condición de discapacidad no los conocen y ,en defecto, no los hacen valer después de 66 años de la orden de la ONU.

“El gobierno presta más atención al proceso de paz, que si bien es muy bueno, la paz más que todo se dirige al campo. Pero sin el conocimiento de los derechos y deberes que se tienen ¿cómo van a manejar la paz que Colombia tanto quiere?” Así ve el olvido José Manuel, un administrador de empresas y sacerdote de vocación, que desde 1999 en La Vereda de San Juanito, en Restrepo, Meta, vive frecuentemente el olvido que todos los gobiernos de turno han tenido con el campo. Un olvido que no se llena con casas gratis o con mercados comunitarios de la mancomunidad de regiones, sino olvido de sentimientos, ayuda y acompañamiento en la vida diaria de él, su comunidad religiosa y los campesinos a los que enseñan a leer, escribir, rezar y tener un sentido crítico de construir un país justo.

A pesar de muchos proyectos del Gobierno actual para mejorar la calidad de vida, aún falta camino, ya que el único derecho que se cumple a cabalidad es el derecho a la nacionalidad y a Todd Howland, representante en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, le preocupa de manera significativa. “Notamos una cierta ambigüedad entre el proceso nacional y regional. Es importante superar esta ambigüedad para definir acciones concretas y ver las mesas regionales como programas piloto y proyectos para mejorar el nivel de respeto de derechos humanos en la zona rural colombiana”, expresó Howland, quien fue el encargado en 2014 de inaugurar la mesa de diálogo de los DDHH en Medellín.

Colombia es uno de los países en donde más violaciones de Derechos Humanos se presentan en el campesinado y el agro. Tal es la magnitud, que personas que no deben velar por los derechos de los campesinos lo hacen, como José Manuel, aunque a él no le preocupa, es más, se siente orgulloso de cumplir con el vigésimo sexto derecho universal, el derecho a la educación, porque una de las cosas que él recuerda en su formación sacerdotal es que “el Gobierno hace muchas promesas y no cumple, mientras que Dios no hace promesas, pero cumple las de los otros”.

Francisco Ubaque, futuro internacionalista, no está de acuerdo en que gente ajena al Gobierno esté haciendo lo que a éste último le compete. “No es posible que una persona que no sabe cómo funciona realmente el Estado, esté queriendo serlo”, además de sugerir  que “si quieren que el Gobierno funcione de buena manera, no le quieten sus obligaciones, el Gobierno debe hacer lo que debe hacer, sin que hayan intermediarios de buena voluntad. No se desprecia el buen gesto de las personas, pero no es su obligación legal. Ética puede que sí, pero la ley está por encima de todo”.

A esta contraparte se le suma la declaración hecha por la Oficina Internacional de los Derechos Humanos Acción Colombia, que predispone: “el conflicto armado interno en Colombia existe desde hace más de medio siglo. Su principal víctima es la sociedad civil, que sobrevive en medio de constantes acciones violentas de todos los actores armados. Las masivas violaciones a los derechos fundamentales de la población colombiana incluyen masacres, asesinatos de personas defensoras de derechos humanos, desapariciones forzosas, tortura y violaciones sexuales. El Estado Colombiano, que tiene el deber de proteger a sus ciudadanos, está cuestionado por cometer graves violaciones de derechos humanos y del Derecho Internacional Humanitario (DIH)”.

En el campo, las pequeñas poblaciones tienen que pasar día a día esperando a que los organismos de control se encarguen y tomen cartas en el asunto para respaldar los treinta derechos universales a los que tienen un absoluto reconocimiento. Mientras tanto, estos organismos se reflejan en personas que para bien intentan hacer lo que el gobierno no hace, sea por falta de interés o por desacuerdo en su masa política.

La travesía de Pedro Briceño

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Por: Alejandra Pantoja

Poco había escuchado yo de Ventaquemada Boyacá, las referencias más cercanas que llegaban hacía a mí, tenían que ver con las variedades de sus productos gastronómicos, como las típicas arepas dulzonas, y almojábanas: una combinación infalible de la tradición precolombina y las influencias europeas de nuestros colonizadores,  o la comida salada, siendo la más popular de todas los embutidos preparados por manos diestras y bien entrenadas. Entre estos alimentos, del que había oído más recientemente era un nuevo tipo de papa que, al parecer, se ha estado comercializando en el país. Se trata de una variedad llamada Papa Nativa, de la cual oí por primera vez mientras leía un encabezado acerca del señor Pedro Briceño, un campesino de aproximadamente 58 años que, con  la producción de esos tubérculos de colores y formas llamativos en la zona, busca una alternativa para enfrentar el TLC.

La travesía de Pedro Briceño
La travesía de Pedro Briceño

Con la conmoción que causó el implemento del mismo,  varias fueron las preocupaciones de los productores de papa, como  la posibilidad de sobresalir en el mercado. Al mismo tiempo, se disiparon muchas expectativas de comercio que tenían los productores de papa y bajo la esperanza de aumentar su capacidad de producción, muchos aceptaron las semillas transgénicas traídas por Monsanto. Sin embargo, no contaban con la llegada de un rival gigantesco: La masiva industria de producción agrícola estadounidense, y el gremio papero sufrió las secuelas de lo que parecía ser una lucha que no podían ganar, a la que se sumaban la falta de apoyo del gobierno y las olas invernales que los azotaron en el 2013.

Tras la inquietud por conocer la forma en que este papero se ha organizado para abrirse paso en la gastronomía colombiana -no sólo en las casas, sino en restaurantes también-, decidí buscarlo para conocer su historia.

En la feria

Contacté a Pedro Briceño, por teléfono un jueves a las cuatro de la tarde. La comunicación estaba inestable y hablaba rápido, pero le interesó que yo quisiera saber más acerca de esta iniciativa. “Voy a estar en una feria de Semilla Andina el sábado, veámonos allá” me dijo, junto a la hora y la dirección. Su plan era salir de Boyacá en las horas de la madrugada y llegar antes de las siete a la feria.

La travesía de Pedro Briceño
La travesía de Pedro Briceño

Una vez ahí, vi que en la entrada estaban unas personas con chaleco verde con el slogan de una fundación y pantalón de jean: los organizadores de la feria, que se realizaba en una casa estilo colonial  con rejas de color blanco, y garaje con baldosín de cerámica café rojizo, en su interior había diferentes stands antes de la puerta de lo que sería la casa y una gran variedad de plantas en las paredes.

-Hola, ¿cómo puedo acceder a la feria? Estoy buscando al señor Pedro Briceño.

-La entrada es gratis –contestó el organizador- siga, por favor, ya se lo llamo.

No pasaron cinco minutos, cuando del interior de la casa, salió un señor de cabello negro con un ligero rastro de canas, bigote arreglado, camisa blanca, pantalón de jean y zapatos de cuero recién lustrados. Nos presentamos con el formalismo característico de un apretón de manos y me invitó a seguir, ansioso por mostrar el producto que nos había llevado a los dos a ese lugar.

El camino era estrecho, con puestos a cada lado y un corredor en el centro donde la gente que miraba con curiosidad los productos exóticos que adornaban el lugar, reducían el espacio a más de la mitad. El stand de Pedro estaba en la mitad del pasillo, frente a una mujer mayor que vendía yacón y panes de frutos rojos.

Milagros, su esposa, estaba sentada esperando por él, organizando pacientemente en una caja, servilletas en forma de triángulo, que entregaba junto a la compra de arepas boyacenses, a mil pesos la unidad. Las arepas estaban arrinconadas humildemente en el extremo inferior izquierdo de la mesa, el espacio que quedaba, estaba todo reservado para el invitado de honor: la imponente papa nativa de Ventaquemada, totalmente lavada y sin un ápice de tierra. En el centro de los costales, había una papa abierta por la mitad, el interior tenía un color beige que estaba adornado por angostas vetas moradas. Nunca había visto nada igual en un mercado de Bogotá.

Había dos tipos de costales en la mesa: de dos libra y de diez, a dos mil y diez mil pesos, respectivamente. Los años de experiencia de aquel hombre en el campo de este alimento ancestral, lo habían llevado a determinar que una familia colombiana en promedio, consumía cinco kilos de papa semanales. El bulto más pequeño era, en cambio, para esas personas que vivieran solas o quisieran conocer el producto sin compromiso.

La feria llevaba no más de dos horas de haber empezado y había poca gente en el lugar; antes de comenzar a hablar acerca de su producto, era importante saber con qué expectativas había llegado a Bogotá: “Pues vamos a ver qué pasa. Lo que no se venda acá, ya tengo un cliente en la tienda Aurora, donde venden productos orgánicos… porque si me sobran los costalitos esos, yo se los llevo y allá los venden”, respondió con una sonrisa.

Después del corredor donde estaban acomodados los doce cubículos de agricultores reunidos de diferentes municipios cercanos a Bogotá, cada uno ofreciendo productos únicos, cosechados con buenas prácticas agrícolas o de forma orgánica, estaba un patio que abría las puertas a un imponente jardín hecho casi en su mayoría en guadua, amarilla y brillante. La estructura tenía tres pisos, en cada uno de ellos estaban sembrados diferentes tipos de plantas, al igual que en la entrada de la casa.

Los corredores estaban hechos de guadua, también; y de no ser por una malla metálica de tres pies de ancho que dejaba algunos espacios vacíos hacia los bordes, los espacios abiertos entre la madera, era casi tan grande como un pie. En el centro había un acuario de piedra en el cual nadaban dos peces y varios canales de circulación de agua que creaban una cascada.

Durante el tiempo que observé y recorrí las llamativas instalaciones, con el fin de conocer cómo se organiza una huerta urbana, don Pedro asistía a una conferencia en la que se explicaban los perjuicios a los que las personas que consumían vegetales cultivados con los métodos comunes: utilizando agroquímicos, estaban expuestos. Las personas allí presentes, afirmaban que era sumamente nocivo consumir este tipo de productos dada la gran cantidad de pesticidas -entre otros- que utilizaban para obtenerlos, pero no siempre fue así.

“La vasta participación de la industria química dentro de los procesos agrícolas que antes se realizaban  en su mayoría con productos naturales, tuvo lugar un poco después de la Segunda Guerra Mundial -explica Marián Torres, directora ejecutiva de Semilla Andina a los allí presentes-, se encontró que con la utilización de una serie de productos de origen artificial y que en algunos casos eran altamente nocivos, se podía incrementar el ritmo de producción o maximizar ganancias y minimizar pérdidas por plagas dentro de los cultivos”.

La implementación de esas nuevas prácticas llegó a Colombia en la década de los cincuenta y desde entonces, la mayoría de productores la utilizan, incluyendo a los pequeños productores campesinos. Según ‘Ciencia, tecnología y ambiente en la agricultura colombiana’, un estudio realizado por Tomás León y Liliana Rodriguez, los efectos negativos de dichos cultivos se ha vuelto tan evidentes, que cada vez se unen más campesinos y académicos de diferentes áreas a la investigación y producción de métodos alternativos y más saludables.

“No fue sino hasta finales de siglo, casi cincuenta años después, que la gente comenzó a darse cuenta de que estos productos estaban altamente contaminados -prosigue con su explicación- y decidió retornar  los métodos ancestrales o al menos, disminuir tanto como fuese posible la utilización de agroquímicos”. Todos los productores reunidos en la feria ese día, eran detractores del esquema de la revolución verde y utilizaban buenas prácticas agrícolas (10% de los químicos utilizados normalmente) o tenían producción orgánica (100% libre de dichos químicos)

La travesía de Pedro Briceño
La travesía de Pedro Briceño

-¿Por qué no hay más personas operando de esta forma, si el otro proceso es tan perjudicial?” pregunté.

La respuesta no se hizo esperar y vino de don Pedro, quien dijo que el gobierno no prestaba muchas ayudas para ese tipo de granjas y “si alguien quería un certificado de agricultura orgánica, tenía que vender hasta la finca para poder pagarla”, dijo con una expresión de amargura en su rostro.

-Entonces, ¿a usted quién le ayuda?.

-La ayuda que yo he recibido con esta iniciativa, ha venido más que todo de la corporación PBA y de Trias, una ONG de Bélgica que conocí cuando fui a dictar una conferencia en Perú. -Responde, mientras revisa una pequeña agenda argollada con señales de estar con él hace ya varios meses, en la que tiene anotados varios teléfonos. En su interior estaban anotados los números de varias personas a quienes él esperaba en la inauguración de la feria Tierra Viva.

El producto que estaba presentando el día de hoy ya llevaba varios años en producción: COPABOY estaba en proceso de siembra y recolección de la papa nativa, al igual que otros tipos de papa autóctona que no eran muy comercializadas en las principales ciudades del país, desde el 2005. Durante ese tiempo, Pedro había conseguido contactos que se habían interesado en su producto, a quienes esperaba el día de hoy en la feria. Muchos de ellos ya habían llegado y la mesa comenzaba a verse más vacía, al igual que las cajas de arepas dulzonas que vendía su esposa.

La feria estaba llegando a su fin y mientras comía una de las arepas dulzonas que ofrecía él mismo  en la entrada de la feria, le pregunté a Pedro qué lo había llevado a elegir entre tantas variedades presentes en la región, las pequeñas papas con marcas moradas. Resultó ser que era la variedad que sembraban su papá y su abuelo antes de la llegada de la revolución verde en la década de los cincuenta.

Cuando las nuevas prácticas agrícolas tomaron auge en la región, comenzaron a producir la papa que nos resulta tan familiar a todos: diacol capiro. No fue sino hasta la década del 2000 cuando realizaba un recorrido por un municipio, que encontró la variedad que eran tan apreciada por su familia. Desde entonces, la está cultivando y ya logró llegar a un restaurante popular de la zona G, La Bifería, y está en preparativos de comenzar a venderse en Wok, una cadena de comida oriental que tiene sucursales en distintos lugares del país.

Antes de despedirnos con otro apretón de manos, Pedro, con el comportamiento precavido que caracteriza a la gente adulta y midiendo todas sus palabras, me invitó a su casa el martes de la semana siguiente, porque ése día había cosecha lista para retirar. Abandoné el lugar mientras él terminaba de atender a los clientes que habían minutos antes que las rejas se cerraran.

Camino a Ventaquemada Boyacá

Lo llamé el lunes en la tarde para confirmar si su oferta seguía en pie. Como la primera vez que nos encontramos, me dio las indicaciones de cómo llegar y no quedaba nada más que seguirlas, para estar en un mundo totalmente diferente a lo que conozco desde pequeña: la ciudad.

Me desperté a las cuatro de la mañana del día pactado, con la exaltación de saber que por fin podría visitar el lugar de donde provienen las maravillas gastronómicas de las cuales me habían hablado. De esta forma, me preparé, y salí de mi casa con una chaqueta para abrigarme del famoso frío inexorable del altiplano cundiboyacense, al llegar al portal junto a toda la gente que a diario va a sus trabajos, abordé un B10 con destino al portal norte, al descender, me dirigí hacia el lugar donde reposaban todas las flotas ansiosas por ser la que se llene más rápido, para salir cuanto antes a recorrer los coloridos paisajes que adornan las carreteras colombianas -y las ventanas de los vehículos-, junto a ellas, estaban ubicados sus conductores,  uno de ellos me preguntó a dónde iba. “Ventaquemada” – contesté – y él aseguró enérgicamente, que me dejaba a dos cuadras. Convencida, abordé el vehículo con ansiedad de llegar a Boyacá.

La travesía de Pedro Briceño
La travesía de Pedro Briceño

Conforme el ruido de la ciudad iba desapareciendo, comenzaba a tomar una presencia más nítida la implacable calma estática de la carretera, donde el único sonido es el de los ocasionales carros que van y que pasan. Unas horas después, estaba en mi destino y hasta el sonido de los carros se volvió lejano. Ventaquemada es un municipio del centro del país, ubicado a 2.630 metros sobre el nivel del mar, perteneciente a Boyacá. Es habitado por 14.000 personas, y tiene una superficie de 159 km cuadrados. En este pequeño lugar, donde se detuvo la flota y sólo yo me bajé, vive la familia Briceño.

Pedro me había hecho la petición de que en cuanto llegara, lo llamara,  el me daría las instrucciones para llegar a su casa por teléfono nuevamente, sonaba ocupado, así que no cuestioné su petición, y de inmediato obedecí: para llegar a su casa tuve que seguir un camino en tierra y piedra, después de varios minutos caminando y mientras dejaba atrás todas las casas del lugar, estaba la finca más apartada de todas, la casa de Pedro y  Milagros.

Mientras él me daba instrucciones por celular acerca de cómo llegar hacia su casa. Desde lo lejos divisé una casa de color verde.

La casa, la huerta y la familia.

Al entrar a la casa me recibieron Pedro y su esposa,  con la hospitalidad a flor de piel, no llevaba dos minutos adentro y ya me habían ofrecido desayuno. Mientras Milagros entraba a la cocina a preparar un chocolate negro y espumoso para el frío, yo recorría el lugar. Me llamó la atención particularmente una parte de la sala que estaba vacía a excepción de dos grandes tableros en donde había notas de papel y un organizador de cartulina con varios papeles clavados con cinta. Se trataba de la sala de juntas en la que Pedro discutía asuntos múltiples con los campesinos afiliados a COPABOY.

“COPABOY está conformada por empresas base de los trece municipios de Boyacá -explica- siendo una de ellas, Coimpaven, ubicada en Ventaquemada”. La forma en que él realiza sus labores como gerente está dividida en dos y parece que fuera una persona diferente en cada uno de los casos.

La travesía de Pedro Briceño
La travesía de Pedro Briceño

En la comodidad de su casa, con sus colegas y otros campesinos, se expresa de una forma descomplicada y clara, de forma que todo el mundo pueda entender, algunos de ellos no tienen una formación académica avanzada y se confunden con algunos tecnicismos, y para dialogar las necesidades sociales, ambientales o económicas que puedan presentar, primero las escriben en ideas cortas en papeles que después ponen en los tableros, de esa forma, todo funciona más fluido, y una idea compleja, se vuelve fácil de entender.

Está, por otro lado, el gerente que debe enfrentarse con funcionarios públicos, empresarios y personas que se desenvuelven en el ámbito industrial, para quienes está más que preparado: él conoce bien el lenguaje técnico y se expresa con naturalidad. “La gente que a veces mandan del gobierno no entiende que si le habla a los campesinos con términos complicados o extranjerismos, ellos no van a entender -afirma- hasta puede llegar a molestarles que llegue una persona expresándose de esa forma. Es preferible que eso lo hagan cuando estén por allá, pero que cuando vengan acá no se compliquen tanto… a veces ponen unos Power Points con cosas que nada que ver y al campesino no le gusta eso. Allá en la corporación PBA donde nos han dado algunas capacitaciones, lo hacen así como yo les digo, y es que así debería hacerse siempre” -explica mientras nos dirigimos al comedor en busca de una taza de chocolate caliente.

La casa de Pedro y Milagros, como la mayoría de casas campesinas, tenía una huerta en la parte trasera, a la cual me invitó después del desayuno.Él pasó primero y sonreía alegremente mientras una citadina trataba de mantenerse en pie mientras descendía por aquel terreno irregular cubierto por pasto, vestía con ropa de trabajo: tenis desgastados, chaqueta de pana, jeans oscuros y una camiseta tipo polo de color negro. Era día de recolección y él iba a mostrarme cómo se hacía. Una vez sana y salva en tierra firme, me explicó qué tenía él sembrado ahí: varios tipos de papa, zanahoria, cebolla larga y cabezona, arveja y tomate de árbol, lechuga, entre otros. Lo importante es que cada familia siembre lo que le gusta consumir y lo que, en el suelo de la región, crezca fácil. “Lo que sobre, pues se vende. Pero, ¿para qué ir al pueblo a comprar algo lleno de químicos si lo puede cultivar usted en su casa?” dijo mientras alistaba el azadón y comenzaba a sacar de la tierra con agilidad las papas nativas del almuerzo, cogiéndolas por la raíz, inmediatamente después las arrojó al cesto de hortalizas que lo acompañaba.

Sin detenerse repitió el proceso cuatro o cinco veces más, era evidente que la práctica le había otorgado la destreza con la que desempeñaba su labor, “un niño campesino aprende a hacer esto desde muy pequeño. Crece rodeado de papas; es algo que me enseñó mi papá como yo les enseñé a mis hijos; lo he hecho toda mi vida” me contó mientras entrábamos a la casa con el cesto de hortalizas lleno.

Aunque la familia Briceño ha sabido cómo organizarse para enfrentar los duros cambios que se han presentado antes, durante y después del TLC, no todos han contado con la misma suerte: un estudio realizado por Pedro Pablo Salas, concejal de Tunja y máster en economía, demuestra que respecto década anterior, existe un déficit de producción de casi 400 mil toneladas en Boyacá. Asimismo,  casi cuatro mil personas -el 10% de los productores en Boyacá- abandonaron la producción de papa en la región, evidenciando la precaria situación en la que se encuentran los sectores productivos y agrícolas en el país. En contraste a esa situación, Pedro se ha encargado de repartir diferentes tipos de semillas a campesinos de toda la región para que puedan tener un cultivo propio de las papas más comerciales o de las exóticas variedades autóctonas.

Milagros prepara el almuerzo, lava y pela las papas nativas para preparar un puré “nosotros la acogimos en nuestra dieta, comemos papa todos los días”, me cuenta mientras alista la ollita en donde las va a cocinar. Pedro y yo la esperamos en la mesa. El tema de discusión: el apoyo del gobierno a los paperos. “La gente que viene acá a hablar del campo, no conoce el campo” -comenta-. Él no piensa que el gobierno no los ayude, su posición es, en cambio, que no saben qué tipo de ayuda necesitan los pequeños productores, y es que muchos campesinos de diferentes sectores de la agricultura, están de acuerdo con que las ayudas del gobierno están mal enfocadas, y los diálogos con ellos no suelen llegar a los mejores términos por la barrera comunicativa que mencionaba más temprano en la mañana.

Sin embargo, él, al igual que otros pequeños y medianos productores, ha contado con el apoyo de PBA, quienes además de ayudarlo económicamente, se han encargado de brindar capacitaciones a los campesinos de las diferentes empresas base.

La casa es envuelta por el olor que viene de la cocina. Junto a él viene milagros con una muestra más de la hospitalidad boyacense; el almuerzo consistió en arroz amarillo, puré de papa nativa, arveja verde seca y pollo sudado. Para acompañarlo, una taza de agua de panela.

Mientras comíamos, me hablaba del día a día que al igual que él, venía en dos presentaciones: generalmente se despierta a las seis de la mañana y trabaja la tierra en su huerta personal a manera de pasatiempo, o en una finca que tiene en sociedad con otro productor en la cual siembran principalmente diacol capiro, en otras ocasiones, debe estar en Tunja encargándose de los asuntos de la empresa; allá se encuentra la sede principal de COPABOY, aunque las reuniones se suelen hacer en su casa. El día acaba temprano para él: después de las siete de la noche ya suele estar durmiendo. Los fines de semana casi nunca son de descanso, él viaja seguido a Bogotá a comercializar en diferentes ferias sus papas nativas. Milagros va con él la mayoría de las veces.

De vuelta en Bogotá

Habían pasado cuarenta  y cinco minutos desde el almuerzo y Pedro debía retomar sus labores. Yo, por mi parte, me dispuse a tomar camino antes que el tráfico en Bogotá se volviera imposible. Les agradecí a Milagros y a él por toda su cordialidad; antes de recorrer de vuelta el largo camino desde la casa más apartada del lugar hacia la carretera, me dijo que si necesitaba hablar con alguien en PBA, Esmeralda Villalobos era la indicada. Me anotó sus datos en un papel y me acompañó hasta la puerta. El camino de regreso transcurrió con normalidad, ningún choque o derrumbe retrasó mi llegada y en menos de dos horas ya estaba recorriendo el portal. Mientras buscaba un articulado rumbo a la estación de la calle cuarenta  y cinco, para encontrarme con la gerente de proyectos, hablaba con ella por teléfono ¡podía atenderme hoy mismo!

Al llegar a la estación de la cuarenta  y cinco, caminé dos cuadras y llegué a un edificio de ladrillos, en el segundo piso estaba la sede de PBA en donde Esmeralda esperaba mi llegada.

Una vez nos presentamos, me invitó a sentarme en una silla de la oficina y comenzó su anécdota de cómo aquél papero de Ventaquemada logró encontrar apoyo en dicha corporación: Esmeralda conoció a Pedro Briceño hace siete años, cuando recorría Ventaquemada buscando nuevas posibilidades de proyecto. Encontró tres: frijol, zanahoria y papa. “Nosotros damos un apoyo económico a partir del proyecto -comentó- pero el proceso que se lleva a cabo con las personas que se vinculan a PBA es principalmente pedagógico”.

Ellos se encargan de enseñarles cómo pueden ser más productivos, de capacitarlos para usar computadores e incluso formas de expresión, para poder entender mejor los acuerdos o convenios que se realizan con otras empresas o con instituciones gubernamentales. Pedro es para la corporación, un líder multiplicador en la zona: se encarga de estar a cargo el proceso, además de brindarle a otros campesinos la experiencia que obtuvo con ellos, para que no tenga que estar presente una organización todo el tiempo. Empieza a trabajar con nosotros  para averiguar más, acerca del interés de dicha organización en la iniciativa de papa nativa de Pedro, ella a su vez me explicó que él, es un líder innato.

Al hacer esa afirmación, le pregunté por qué lo decía.

-¡Porque es un berraco! -respondió- lidera, propone; siempre va diciendo lo que piensa. Además, es un gran negociador, si le da uno papaya…  juepucha.  Es muy empoderado, es definitivamente uno de nuestros líderes arraigados.

-¿Cómo enfrenta el papero el TLC esta propuesta?

-Dirigiéndose a mercados pequeños, consumidores de productos orgánicos -responde- son formas de preparación diferentes para cuando llegue todo lo que nos está pasando con el TLC  que el colombiano y el consumidor valore lo que tiene el país y no exporte lo que no tiene.

Una reunión imprevista llegó a lugar y la visita con Esmeralda tuvo que terminar de manera prematura, se despidió con afán no sin antes decir, que era bienvenida para cualquier consulta adicional que necesitara. Mientras ella se dirigía a la sala de reunión, yo me disponía a volver por tercera vez en el día, a un articulado que me dejara en casa antes de acabar el día. Al salir de ahí, los arreboles en el cielo me recordaron el sol que vi salir en la madrugada y la aparatosa congestión característica de la hora pico de la capital me hizo extrañar la inmutable paz de Ventaquemada Boyacá.

Precio del arroz aumentaría a causa del cambio climático y la importación de 88.000 toneladas para este año.

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Arroz colombiano aumenta su precio en 2015 por el cambio climático y decisión de importar 88.000 toneladas del grano.

Por: Lorena Rivera Ocampo

En 2015 los precios del arroz han aumentado hasta en un 27%, debido a los cambios climáticos presentados en las principales zonas arroceras del país. Razón por la cual, el Gobierno ha decidido importar unas 88.000 toneladas de este grano, de las cuales 63.000 provienen de Estados Unidos y 25.000 de Ecuador, con el fin de abastecer la demanda de este cereal.

Sin embargo, el profesor y agrónomo de la Universidad Nacional de Pereira, Héctor Fabio Ramos, afirma que esta medida afectaría la soberanía alimentaria del país, pues se prefiere un producto extranjero más barato, en lugar de suplir las exigencias del sector arrocero para mejorar la producción, afectando el precio del mismo.

El precio del arroz blanco en Colombia es superior al del arroz de los miembros productores de la comunidad andina como Ecuador y Perú. Diferencia que ha aumentado en los últimos 6 años llegando al 63% en 2012, según el centro de estudios económicos.

por el contrario, Jeffrey Fajardo, director de la cámara Induarroz de la Andi,  afirma que será necesario suplir una demanda de más de 200.000 toneladas de arroz, pues la escases usualmente se da en el segundo trimestre del año, de manera que será necesario un contingente de igual cantidad procedente de Perú.

La industria arrocera pasa por un mal momento pues, además del cambio climático y las importaciones, el contrabando de arroz ha jugado un papel importante en la irregularidad de los precios. Se presume que semestralmente entran al país alrededor de 100.000 toneladas desde diferentes países de la región andina. Se estima que el contrabando de arroz proveniente únicamente de Ecuador ha llegado a abastecer un 25% del consumo nacional.

Para Rafael Hernández, presidente de Fedearroz, el abastecimiento del cereal será suficiente hasta finales de marzo. Colombia es autosuficiente en la fabricación de arroz pues, según datos de Corpoica (Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria) la producción del grano ocupa el segundo lugar en el país después del Café, llegando a las 1.500.000 toneladas de arroz en un área de 320.000 hectáreas aproximadamente, cultivado principalmente en la región Caribe, Llanos orientales y Valles interandinos.

 

La marroquinería y su situación actual en Colombia

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Foto por: María Cruz - La industria del cuero representa el 2,17% del PIB manufacturero del país.
Foto por: María Cruz – La industria del cuero representa el 2,17% del
PIB manufacturero del país.

Por Victoría Flórez

La marroquinería hace parte de una de las industrias más importantes de Colombia, la industria del cuero, que de acuerdo al Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), es la fuente de trabajo del 0,6% de la población a nivel nacional, y a su vez representa el 0,27% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. A pesar de esto, dicha industria se ha visto afectada en los últimos años por el ingreso de mercancías de otros países a Colombia, que se ha dado gracias a la apertura de tratados comerciales presentada en los últimos años. Esto fue evidenciado en las estadísticas del DANE del año 2013, que advertían una caída del -8,5% en el sector del calzado.

Foto por: María Cruz – La cadena de producción del cuero está compuesta por seis procesos, desde la cría del ganado, hasta la manufactura de los productos.
Foto por: María Cruz – La cadena de producción del cuero está
compuesta por seis procesos, desde la cría del ganado, hasta la manufactura de
los productos.

De acuerdo a Luis Gustavo Flórez Enciso, presidente de la Asociación Colombiana de Industriales del Calzado, el Cuero y sus Manufacturas (Acicam) Colombia se caracteriza por poseer una economía abierta que no puede evitar las importaciones de marroquinería al país, pero sostiene que esto no es lo que en realidad afecta a la industria colombiana. “Lo que afecta a Colombia en materia de importaciones, no son las legales, que por supuesto constituyen un volumen de competencia importante para la industria, sino que son las importaciones ilegales las que conforman lo que podríamos llamar una competencia desleal” dijo Flórez.

Foto por: Victoria Flórez – Los principales países de desino de los productos de marroquinería colombiana son: China, Italia, Tailandia y Venezuela
Foto por: Victoria Flórez – Los principales países de desino de los productos de marroquinería colombiana son: China, Italia, Tailandia y
Venezuela

Algunos industriales colombianos comparten el mismo malestar frente a los productos que llegan al país y que sitúan  unos niveles de competencia en materia de precios que son difíciles de alcanzar para los productores de marroquinería nacional. “Más que todo nos vemos afectados por los precios de los productos chinos, que son irrisorios e inalcanzables para nosotros” sostuvo Miguel Rivas, propietario de Calzado Mister R, quien además sugiere que las ventas del calzado colombiano han disminuido de manera considerable, a pesar de que la calidad de la producción nacional es superior que la de los productos chinos. “El producto nacional es de mejor calidad que el producto chino; el fuerte de nosotros es la calidad y eso nos puede ayudar a ser más competitivos –dijo Rivas- pero ya sería el gobierno quien debería implementar medidas de protección para nuestros productos”.

En el año 2013, el Gobierno implementó el decreto 074 para establecer un arancel mixto para las importaciones de ropa y calzado que entren a Colombia, frente a lo que Flórez afirma que se han visto algunos resultados: “Ha tenido efectos positivos para la marroquinería. Digamos que no ha solucionado completamente el problema, pero ha contribuido a que los altos volúmenes de productos que venían a precios anormalmente bajos se hayan reducido considerablemente, y las estadísticas de comercio exterior lo ratifican” aseguró Flórez.

Foto por: Victoria Flórez - Los principales destinos de las ventas de calzado en pares son Ecuador, Venezuela, Panamá y México.
Foto por: Victoria Flórez – Los principales destinos de las ventas de
calzado en pares son Ecuador, Venezuela, Panamá y México.

Pero la solución para los problemas que enfrenta la marroquinería nacional no se dará únicamente controlando los índices de importación, sino que también es necesario un mejor posicionamiento de los productos colombianos al interior del país, por lo que Acicam realiza anualmente dos ediciones del International Footwear and Leather Show (IFLS) en febrero y en agosto, para promover a la industria del calzado y del cuero, además de las manufacturas y los insumos de producción.

En la versión más reciente del IFLS, que se llevó a cabo los días 3, 4, 5 y 6 de febrero del presente año, se contó a su vez con la presencia de representantes del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo; entre ellos la ministra de comercio, Cecilia Álvarez Correa y el viceministro de industria, Felipe Sardi. Además de esto, estuvieron presentes representantes de empresas de marroquinería del exterior, donde se destacó la presencia de productores de Brasil.

Inversiones Vía Tropical, distribuidor exclusivo de la marca fabricante brasilera Grendene para Colombia, fueron unos de los presentes en el IFLS, encabezados por Marcela Molina, supervisora de mercadeo de Inversiones Vía Tropical, quien sostiene que sus importaciones para Colombia han ido creciendo y adquiriendo fuerza, pero que no buscan desplazar al producto nacional. “El cuero es un producto muy tradicional en Colombia, y nuestro producto es complementario para el consumidor” sostuvo molina.

En el periodo transcurrido entre el 2011 y el 2013, se registró un aumento del 20% en las importaciones de cuero y del 13% en la marroquinería, siendo los principales departamentos de destino de las importaciones: Cundinamarca, Valle del Cauca, Antioquia, Atlántico y Norte de Santander. Estos departamentos, paradójicamente, son al mismo tiempo los mayores productores de cuero del país.

Las curtiembres se ven también afectadas por la importación de cuero, pero de acuerdo con María Cruz Gómez, propietaria de una curtiembre en San Benito, al sur de Bogotá, es más común que el cuero sea llevado de Colombia para otros países. “Aquí en la curtiembre ahora hay poco cuero, porque está muy costoso y la mayoría lo exportan para otros países, pero a pesar de esto la producción se mantiene, ya que es por épocas específicas que se hacen los pedidos, como a final de año, pero ha empeorado también por que traen mucha mercancía barata de china y esto afecta a la marroquinería nacional” dijo Cruz.

Una de las variables que posiblemente afecta en mayor medida a la industria del cuero es la falta de estrategias para la producción sostenible de los insumos, la cual es una problemática que el gobierno se ha estado replanteando en los últimos años, y un ejemplo de esto es el proyecto del parque industrial para el tratamiento de curtiembres en Villapinzón, para evitar contribuir a la contaminación del río Bogotá. Además, es posible que con una producción más sostenible, la industria de la marroquinería en Colombia crezca.

Tabaco, transformación generacional

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Por: Ana María Bolívar Quiñones

Corrían los años 70s, el rock y la rebeldía habían inundado el corazón de más de un joven. La humeante guerra comercial de las marcas de cigarrillos había empezado, siendo las más destacadas el del hombre Marlboro, Kent, Pall Mall, Camel y Lucky Strike a nivel internacional y los rompe pechos Piel Roja y Nacional sin filtro y el muy rubio President de Protabaco, pero fuera la marca que fuera, todas lanzaban a estos jóvenes al reto de ser más hombres, valientes e ignorantes del peligro.

El espectro musical era bastante amplio; las melodías de siempre que escuchaban los de siempre, las bandas de rock formadas unas y consolidadas otras en Woodstock eran el menú de rockanroleros de la generación de los cocacolos, los yeyés y los gogos de finales de los cincuentas y principios de los sesentas. Los nuevos hippies contestatarios de Vietnam y otros más selectos y clásicos seguidores de Lennon, McCartney, Mick Jagger, Keith Richards, Pete Townshend, Roger Daltrey, Pink Floyd , Led Zeppelin, Ian Curtis, Jim Morrison entre muchos otros. El coctel polifónico invitaba a poner alerta los sentidos, cerrar los ojos, prender un cigarrillo y entregarse al sonido.

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Aun, sin saber de los grandes peligros que el tabaco causaba, todos querían tener uno en la mano. Las madres y padres no intervenían en la decisión que tomaban sus hijos al empezar a fumar, no había prohibición alguna, la sociedad mojigata del momento no conocía el problema por lo cual aún no se había legislado la prohibición de consumo y venta a menores de edad, cualquiera podía fumar, y ¿cómo no empezar a fumar, si para la época lo peor que podía pasarle a uno de esos jóvenes era no encajar en la moda del tabaco?

Pero la transformación y controversia que generaría el tabaco no demoraba en estallar. Ahora la sociedad mojigata de las décadas anteriores tendría un problema. Eran los años 90s, década que cambiaría la historia del tabaco. David McLean , Wayne McLaren y Dick Hammer, habían sido participantes en las publicidades de Marlboro, siendo el típico vaquero que se veía en estas. Los tres habían muerto de cáncer de pulmón, por fumar Marlboro y de ahí nace el apodo para estos cigarrillos “los mata vaqueros”. La sociedad debía tomar medidas, se prohibieron las campañas y comerciales de tabaco, salió una ley donde ahora era prohibido el consumo y venta de cigarrillos para los menores de edad e incluso durante los años.

La moral, la ética e, incluso, la estética hacia este producto se habían transformado, fumar, ya no era de valientes, los padres que antes no se habían preocupado por el consumo de tabaco de sus hijos, ahora sí tomaban medidas. En las escuelas y en los medios se empezó hablar del daño que este hacía. Pero el daño para muchos, ya estaba hecho.

La reina del desierto de la Tatacoa

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Tatacoa, un desierto mágico en su composición de colores, leyendas y personas.

Por: Paola Andrea Vargas Leal

No se sabe, pero no importa.

Que si fue un periodista de tantos que la visitó o fue el grupo de Caracol Noticias quienes la apodaron por primera vez como Reina del Desierto. No se sabe, pero no importa.

Que si fueron los astrónomos japoneses que llegaron al desierto a ver el eclipse de sol en 1991, quienes la apodaron por primera vez como la Reina del Desierto. No se sabe, pero no importa.

La reina del desierto de la Tatacoa
La reina del desierto de la Tatacoa

Que si fueron “los gringos” (unos de los treinta mil visitantes, entre ellos extranjeros) que fueron al desierto a ver el eclipse de Sol quienes la nombraron por primera vez Reina del Desierto. No se sabe, pero no importa.

Que si fueron hombres “vestidos de costal” (con trajes muy elegantes) quienes fueron buenos con ella y le pidieron permiso para trabajar en su territorio por ser anfitriona y la sabia del lugar, quienes finalmente la nombraron Reina del Desierto. No se sabe, pero no importa.

Y no importa porque -Por ahí hay otra que dice que quiere ser la reina, pero no, yo soy la reina- recuerda Javier Rúa, el astrónomo del Observatorio, escucharle decir a Rosalina Martínez de Cleves.

La historia de Rosalina ha involucrado a muchas personas, desde sus doce hijos, sus setenta y seis nietos y doscientos bisnietos, (según lo identifican algunos medios de comunicación que han intentado hacer el rastreo como el periódico El Mundo), más todos los turistas y astrónomos que la conocieron, han hecho que varios fragmentos de su vida tengan vacíos como el enigma del nombramiento mencionado.

Lo mismo le pasa al Desierto de la Tatacoa, casualmente en el mismo aspecto, el conocimiento de los responsables de bautizar con distintos nombres al lugar. Pues realmente de lo único que se tiene certeza y concuerdan todas las fuentes humanas que habitan el desierto y Villavieja, es que en 1.538 Gonzalo Jiménez de Quesada llegó a conquistar el lugar y al ver el terreno infértil lo nombró El Valle de las Tristezas, tal como lo documenta el Museo Paleontológico de Villavieja, su institución histórica, cultural y educativa.  En cuanto a datos como: quién certifica que los indígenas Pijaos, Totoyoes y Doches, fueron quienes nombraron a toda la región como Yararaca, no se sabe, o qué certifica quiénes fueron responsables de denominar al Valle de las Tristezas como el Desierto de la Tatacoa.

La reina del desierto de la Tatacoa
La reina del desierto de la Tatacoa

Solo se tiene información sobre el término Tatacoa, que era el nombre de una serpiente parecida a la cascabel que se extinguió hace miles de años, pero de la cual se preserva el nombre porque mucha información ha sido transmitida por tradición oral pero ha coincidido en lo mismo.

Tal vez esta sea una de las razones por las que Rosalina desarrolló su creatividad para apodar a sus conocidos. Como lo decía Moisés Martínez de Cleves, nieto, o El Turre, como la reina lo apodó, “ella era una artista para ponerle remoquete a otro”. Con apodos como El Pisco, El Toro, La Lechuza y muchos más, todos sus hijos, esposo y nietos fueron apodados con nombres de animales según alguna característica destacable de los mismos. En el caso de Moisés nieto y bisnieto, se trata de su contextura física, sus cachetes redondos y sonrojados junto a los ojos pequeños y brillantes que se asocian fácilmente con los turrones dulces que Rosalina solía comer.

A 38 kilómetros de Neiva, la capital del Departamento del Huila donde se ubica el Desierto de la Tatacoa y a 10 Kilómetros de Natagaima, pueblo del vecino departamento del Tolima, se conforman los límites de 330 kilómetros de zona árida, catalogada como la segunda zona desértica más extensa de todo el país, después de la península de la Guajira, lo reconocen los guías turísticos de sitios de información turística nacional como Colombia Travel o Colombia.com.

El Desierto de la Tatacoa no es solo una extensión de territorio, se podría decir que ese lugar es lo que cada visitante quiere que sea. Al ser uno de los escenarios visualmente destacados del país por contar con zonas de tierra gris y ocre, más algunas pinceladas del matiz de verdes que dan pequeños pastizales secos y los cactus del lugar, se convirtió actualmente en el escenario perfecto tanto para turistas como para artistas que han encontrado en él una belleza inusual y una mística imposible de desaprovechar.

La reina del desierto de la Tatacoa
La reina del desierto de la Tatacoa

El Desierto de la Tatacoa también es un libro de historia natural abierto para más de un científico e historiador. Gracias a las capas o eras geológicas que se pueden ver y diferenciar en 110 kilómetros dedicados a la investigación paleontológica y geológica, sitios del desierto como Los Laberintos (el terreno rojizo) o los Hoyos (el terreno gris) del desierto,  arqueólogos, geólogos, antropólogos, historiadores, biólogos y toda clase de investigadores son atraídos por la posibilidad de indagar la identidad de fósiles milenarios como el Megaterio (del cual se tiene una réplica a tamaño real en la plaza central de Villavieja), así como el Gliptodonte, el Stirtonia tatacoensis o el Ammonites. Todos habitantes de la tierra hace 340 millones de años y otras eras geológicas más recientes, hoy memorables en el museo Paleontológico de Villavieja.

El cambiante clima y tipo de terreno que se encuentra en este particular desierto, también es motivo de reflexión, no solo porque técnicamente hablando, es un bosque seco tropical, “muy seco tropical”, como lo indica el aviso de bienvenida que se encuentra ubicado en la entrada del Desierto que conecta a Villavieja; sino, porque históricamente hablando era un inmenso y extinto mar que fluyó en la misma época en que habitaron las mencionadas especies prehistóricos y que hoy en día es un terreno cada vez más seco y árido debido al calentamiento global. Martha Eugenia López, escritora del libro Las Estampas del Huila, habla sobre Rosalina y su similitud con el desierto precisamente desde esta perspectiva, “Tenía el desierto marcado en su piel. En la de sus manos y piernas se veían trazados los surcos y el color cobrizo de algunas de esas tierras. En esa sequía, en la que ella misma se fue disecando”.

La lista de razones por las que el desierto continuará renovando su importancia seguirán creciendo, pues desde el 11 de Julio de 1991, fecha en la que un eclipse de sol realizó su última aparición, el Desierto de la Tatacoa fue reconocido mundialmente por ser uno de los lugares privilegiados para hacer observación del espacio celeste, por ende astrónomos de todo el mundo viajaron hasta este desierto con gran cantidad de aparatos de última tecnología del momento para avistar, fotografiar, grabar y escribir en todos los medios posibles los cuatro minutos del fenómeno de luz que perdurarían en la memoria de miles de personas de todo el mundo para siempre. Momento que cambió la vida del Desierto ya que obtuvo reconocimiento internacional y el nombramiento de su primera y única reina.

Cada quien resalta y enaltece el desierto por lo que ha experimentado de él, si es turista recuerda los cambiantes colores de las montañas que brillan de colores según la luz del sol y la luna que pintan el paisaje todos los días y noches; si es biólogo recordará la diversidad de cactus, sus espinas, curvas y frutos rojos producidos a cuatro metros de altura en la punta de las ramas, de igual forma que recordará los caballos, las cabras, las vacas, toros, burros y las pequeñas lagartijas que mueven las matas a toda velocidad ambientando el sonido natural del lugar.

La reina del desierto de la Tatacoa
La reina del desierto de la Tatacoa

Pero si se es astrónomo recordará infinidad de información que esconden en las ochenta y ocho constelaciones que la bóveda celeste del desierto le deja ver la mayoría de sus noches. Y si es Javier Fernando Rúa, el astrónomo oficial del observatorio Astronómico del Desierto de la Tatacoa, -un hombre moreno, de 1.65 metros de alto de contextura media y una cálida y cadenciosa voz, muy agradable de escuchar, como la de todo un maestro-, recordará la personalidad de Rosalina y la entenderá como al desierto mismo.

“Ella tenía un carácter tenaz, muy duro de entrada y con los nietos más”, decía Javier, sin embargo, fue el mismo quién entendió que esta solo era la primera impresión, pues en el desierto, el clima en las noches se siente como la brisa del mar, aunque este no esté propiamente ahí, su viento no es fuerte ni gélido, tan solo templa la temperatura a un punto en que el viento mese las plantas como si bailaran en una fiesta y su bola disco no fuera otra cosa que la luna misma.

Así era ella, “una persona muy noble, hablaba desde la experiencia y deducía cosas muy acertadas -decía Javier- para muchos ella era muy jodida, pero conmigo nunca lo fue”. Él recuerda claramente que ella dormía en un cuarto sin ventanas, en el que al apagar su vela todo  quedaba en un negro total, “tanto así que es de las oscuridades más profundas que yo he visto”, dice el astrónomo.

Y claro, si se es hijo o nieto de Rosalina, indiscutiblemente  recordará su carácter, pues tanto nietos como bisnietos les gustaba hacerle bromas: “Cuando la encontraba de malgenio era mejor alejarse, porque a ella no le importaba coger un perrero y meterle un juetazo a uno – dice Moisés, el bisnieto- a mí me cogió cuando la arremedé porque ella siempre decía ‘primenton’ en vez de pimentón, entonces yo le decía, ¿Qué qué abuela, que le traiga el primentón?, y ella decía, ¡hay este guevón se me está burlando!”.

La reina del desierto de la Tatacoa
La reina del desierto de la Tatacoa

A Rosalina se puede describir de muchas maneras, como dice Martha López, “una señora observadora, atenta, de carácter fuerte, sonrisa fácil, mirada profunda y precisa en su hablar”, como dice Moisés el nieto “una mujer con temple de macho, toda una verraca, de esas personas secas pero con un corazoncito lindo”, como dice Abel Martínez de Cleves, el hijo mayor: “ Ella y las hermanas fueron amachadas, criadas en el trabajo de hombres, ella no le veía problema a nada, ensillaba su burro, cortaba su leña y la cargaba. Eso sí, todos le ayudábamos porque o si no ella nos decía flojos, acá había que trabajar.” o como dice Javier Rúa, “ella era una mujer sin pelos en la lengua, fuerte, independiente y muy educada a pesar de no haber estudiado”.

Rosalina se puede describir como una mujer que no era vanidosa pero sí guardaba su feminidad, Marisa Martínez la nieta preferida de Rosalina, una mujer de cachetes sonrojados y pronunciados, cabello rosado y sonrisa radiante y Abel, recuerdan las batas blancas o de colores fuertes que siempre usaba y contrastaban con la piel ocre como el desierto que ella lucía, el vestido morado de flores que se ponía para las entrevistas que le hacían y lo que Javier también recuerda, eran las espinas de los cactus que partía por la mitad y se acomodaba en las perforaciones de las orejas para que no se le cerraran.

Con o sin regaños todos la respetaban, si alguien se ponía bravo la rabia se pasaba trabajando, -decía Abel- porque eso les enseñó ella, a trabajar la tierra, a entender la naturaleza para cultivarla, a no desperdiciar el agua de su poceta y a respetar a los mayores como a sus misas radiales trasmitidas de siete a nueve de la mañana en la emisora HJ doble K, pues quien las interrumpiera lo pagaría muy caro. Pero eso sí, todo bajo los valores del respeto, la prudencia, la amplitud y la generosidad que la caracterizaban.

Uno de los objetos preciados de Rosalina era su baúl, cuenta Martha López, “allí guardaba siempre con celo el mercado, una olla vieja, tiznada y achicharrada en la que había un pitico de carne de chivo, secada al humo. Solo permitía que Marisa o Elvira lo abrieran para sacar algo, pero al afianzar con ella mi amistad, me permitió guardar en el baúl lo que le llevaba. Por lo general estaba semi–vacío o con chocolate, café, arroz, sal y panela que era lo que procuraba nunca le faltara”, pues precisa Martha que como buena mujer colombiana que era Rosalina, siempre esperaba tener unida a su familia a través del alimento y reclamando que la visitaran, aspecto que también recuerda Javier Rúa.

La reina del desierto de la Tatacoa
La reina del desierto de la Tatacoa

Tanto Abel como Javier, Moisés el bisnieto y Marisa, recuerdan claramente el famoso tinto con panela que ella hacía a las cuatro de la mañana cuando se despertaba, luego de sobremesa del almuerzo y como presente a sus visitas, incluidos los turistas frecuentemente. Abel particularmente aprendió que al turista “únicamente no le regalamos plata porque no hay, pero uno comparte. Es como si fuéramos amigos, así uno no conozca a la persona porque así todos se van contentos”.

Martha Lopez dice que alguna vez le preguntó a Rosalina si extrañaba a su esposo y ella le respondió: “Desde que él murió comencé a vivir mejor, dejé de sufrir y pude construir esta casa”.

Marisa, dice que sueña con su abuela cada vez que se va a presentar un conflicto entre los hermanos por la casa, pues desde que Sebastián, uno de los hijos comenzó a comprarles a todos las partes de la casa, los ruidos extraños volvieron, posiblemente porque quiere volverla un hostal más para los turistas y ella no está de acuerdo.

Abel recuerda que el lugar favorito de todo el desierto para Rosalina era su casa, por eso quiere que la gente conozca cómo vivía ella, cómo eran sus cosas, aunque desde que murió cada uno de los hijos ha cogido algo de las pertenencias que ella tenía, la silla mecedora de hierro acolchada con mangueras de plástico que tenía, la piedra donde lavaba la ropa y el baúl. Ahora solo han dejado el mesón de cemento rodeado de guadua donde hay dos tinajas, la cama de hierro y un catre de palo forrado en lona color blanco mugre que se nombran en el libro de Las Estampas del Huila de Martha López, pero que los turistas no pueden ver, sino está Sebastián para que les abra. De la máquina de moler no se sabe nada, afirma Marisa, quien aún es la más interesada en hacer algo parecido a un museo para honrar a su abuela.

Martha López dice que “en vida, en más de una ocasión doña Rosa dijo que si era verdad que una persona después de muerta aparecía y espantaba, ella lo haría, que le jalaría las patas a Camilo – otro hijo- y lo sacaría corriendo porque desde que él puso casa y negocio, tapó la de ella y ya los turistas no vienen a visitarla y a comprarle gaseosa”. Moisés el nieto dice que a veces la escucha en la cocina mover su tinaja pero no le da miedo.

Eso sí, todos recuerdan la vez que una sacerdotisa de la India se quedó en la casa para recolectar unas muestras de plantas para una investigación que ella estaba haciendo y de paso hizo una limpieza energética del lugar con unos cuencos tibetanos para que los ruidos no causaran miedo, sin embargo Moisés el nieto afirma que también la sacerdotisa le dijo que ella seguiría ahí viviendo con ellos.

Y entonces, Javier Rúa recordó: “Ese día era un lunes de Semana Santa, yo siempre le llevaba cositas a Rosita, y como empiezo la charla a las 6:45 de la tarde, desde las 5:30  comienzo a sacar telescopios. Entonces esa vez fui a las 4 de la tarde a visitarla. Ahí estaba don Abel, afuera de la casa acampaba un grupo de la universidad de los Andes. Yo entré, saludé a Abel quien me indicó que ella estaba despierta, cuando yo entré la vi mal. Yo no sé si es que ellos no se habían dado cuenta, pero ella casi ni me reconoció.  Yo le dije “Rosita soy Javier”. Ese día le llevé cuatro Gatorade de varios sabores como le gustaba. Entonces salí y le dije a Abel -ella está como mal-, le pregunté cuándo la habían llevado al médico y me dijo que ayer la habían traído del hospital de Villavieja, aun así me fui pensativo para el observatorio porque la había visto muy mal, cuando llegué a dar la clase llegaron corriendo a avisarme, había acabado de morir. Entonces ese día hice mi charla en memoria de Rosita.

– Mucho gusto, Luis Carlos (Nieto de Rosalina)

– Quiero saber algunas cosas de Rosalina, estoy escribiendo una crónica sobre ella

– Tuvo que haber venido con más tiempo, va a ser muy difícil resumirle en una rato cien años de historia

– Entonces solo cuénteme qué piensa de lo que Sebastián quiere hacer con la casa de Rosalina

– Pues es muy grave, quiere olvidar cien años de historia del Desierto de la Tatacoa

MOCHILAS WAYUU un encanto a los ojos de todos, pero a un precio muy injusto

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Las mochilas wayuu tienen un gran valor. La comunidad indígena Wayuu está ubicada en la Guajira. Esta comunidad sigue conservando las culturas tradicionales, como es el oficio de tejer las mochilas, los chinchorros y las hamacas con vivos colores que resalta la belleza de este grupo indígena. Principalmente esta actividad es desarrollada por mujeres, pero también son contados con los dedos de la mano los hombres que se le miden a esta labor de tejer mochilas Wayuu.

 

Las mochilas Wayuu son fácilmente reconocidas por los colores y diseños que estas mujeres manejan, estas mochilas son elaboradas con una técnica llamada crochet que es la más utilizada para estos trabajos artesanales, la elaboración de estas piezas puede llegar a tardar aproximadamente de 10 a 20 días dependiendo del diseño esto lo hacen con el fin de tener un toque de identidad y que sean reconocidas en Colombia y en todo el mundo.

Gracias al arduo trabajo de estas mujeres indígenas, no solamente las mochilas se están posicionando en todo el territorio nacional, sino que también en todo el mundo, ya que para muchas personas estas piezas se ha convertido en una artesanía tradicional de Colombia.

Angelina Zapata es una de las mujeres que pertenece a la comunidad wayuu donde defienden los valores morales, espirituales y éticos; para quienes tejer las mochilas es de admiración, respeto y demás virtudes.

A Angelina, desde muy temprana edad, los abuelos y los papás le enseñaron a tejer las mochilas. Para estas mujeres es triste ver que las personas piden rebaja por las mochilas que esta comunidad elabora y vende, y que nunca se preguntan cuánto se demoran en hacer. El tiempo puede variar dependiendo de si es mediana o grande. La duración de la mediana es de casi 18 días y la de la grande, que es el mochilón, aproxiamamente un mes.

 

 

El presupuesto que estas mujeres invierten en cada mochila wayuu es de 60 a 150 mil pesos.  Este incluye materiales y mano de obra, y varía dependiendo de los diseños que estas mujeres quieran plasmar.

El promedio que le queda a Angelina en cada venta de mochilas wayuu es aproximadamente del 50%, o menos según el día o el diseño de la mochila ya que los clientes, a veces, no pagan lo que es y empiezan a regatear.

Estas mochilas Wayuu son vendidas y ofrecidas a los distribuidores en las artesanías de Usaquén, Museo del Oro, Aguas y en exposiciones como Expoartesanías celebrada en Corferias. Esta exposición se hace todos los años del 5 al 18 de diciembre.

 

Para está comunidad indígena es triste ver sus propias mochilas wayuu exhibidas en los prestigiosos almacenes a un alto costo y no obtener un precio justo.