Colombia se posiciona como el tercer exportador de café a nivel mundial, con una participación del 8% en el mercado global. Brasil lidera el ranking con una diferencia notable, ocupando el primer puesto con el 27%, seguido por Vietnam, que representa el 17% de las exportaciones. Esta competencia en el sector cafetero impulsa a cada país a mejorar la calidad de su producción. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se estima que se consumen al menos 2.000 millones de tazas de café en todo el mundo.
El consumo de café sigue en aumento; desde el siglo pasado, la demanda ha crecido entre un 2% y un 2,5% anualmente. Este crecimiento ha llevado a más países a incursionar en la producción de café y ha abierto nuevos mercados, como los de China y Medio Oriente.
Para finales de 2024, la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia planea producir 13 millones de sacos, de los cuales se espera que 11,7 millones sean de calidad exportable. Sin embargo, Colombia no es el único país con un mercado sólido en el sector cafetero. Brasil y Vietnam se mantienen por delante, y otras naciones también están aumentando su producción.
De acuerdo con la FAO, Colombia se destaca como el tercer mayor exportador de café en el mundo con un 8% del mercado global. Brasil, con su 27%, y Vietnam, con el 17%, lideran las exportaciones.
Es importante señalar que Colombia no enfrenta las mismas condiciones que Brasil y Vietnam. Brasil, gracias a su vasto territorio, puede ofrecer las dos variedades de café más importantes a nivel mundial: arábica y robusta. Por su parte, Vietnam se especializa únicamente en la producción de robusta.
Esta diferencia es significativa, ya que se sabe que la producción de café arábica (la única variedad cultivada en Colombia) presenta un grado de dificultad mayor en comparación con el cultivo de robusta. La producción de arábica requiere altitudes más elevadas, lo que complica el proceso de recolección y cosecha. Estas características impactan directamente en el costo de la mano de obra y en la inversión necesaria para el mantenimiento de los cultivos.
En el último año cafetalero, el Consejo de Exportadores de Café de Brasil informó que, de los 35,4 millones de sacos exportados, el 75% correspondió a arábica. Sin embargo, las condiciones climáticas han afectado la producción en Brasil este año, lo que ha beneficiado a Colombia.
Cerca de las cifras colombianas se encuentra Indonesia, que completa el 6% de las exportaciones mundiales. Más distantes están otros países como Honduras (4%) e India y Bélgica, que representan un 3% cada uno.
Según datos proporcionados por el Sicex, Estados Unidos es el principal importador de café colombiano, recibiendo 10.019 contenedores TEU. Canadá ocupa el segundo lugar con 1.941 contenedores, seguido por Japón con 1.879.
El 12 de octubre, una fecha que durante años fue conocida en Colombia como el «Día de la Raza», ha evolucionado para convertirse en el «Día de la Diversidad Étnica y Cultural». Este cambio, más que un ajuste nominal, es un reflejo del reconocimiento de la pluralidad y riqueza cultural que habita en el país. Atrás quedó el enfoque unilateral sobre el descubrimiento de América, dando paso a una conmemoración más inclusiva y representativa de los pueblos indígenas, afrodescendientes y otras comunidades que han tejido la historia de Colombia.
Colombia, uno de los países más diversos del mundo, alberga más de 87 pueblos indígenas y cerca de 3 millones de personas afrodescendientes, según el último censo nacional. La evolución del 12 de octubre responde a una demanda histórica de estos grupos, que durante décadas lucharon por visibilizar su aporte cultural, político y social en el país. «El cambio de nombre a Día de la Diversidad Étnica y Cultural no es solo simbólico; es una oportunidad para educar sobre la importancia de la interculturalidad y el respeto por las diferencias», asegura Gloria Arboleda, líder afrocolombiana y defensora de los derechos étnicos.
La nueva cara del 12 de octubre
En 2021, el Ministerio de Cultura de Colombia estableció el 12 de octubre como el ‘Día de la Diversidad Étnica y Cultural de la Nación Colombiana’. Esta fue una iniciativa que surgió de la Constitución de 1991, en la que se consigna el carácter pluralista de nuestro país, rindiendo tributo a la diversidad étnica. Por su parte, la Unesco en su Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural, señala en uno de sus artículos que “la diversidad cultural es un imperativo ético, inseparable del respeto por la dignidad de la persona humana. Ella supone el compromiso de respetar los derechos humanos y las libertades fundamentales, en particular los derechos de las personas pertenecientes tanto a minorías como a pueblos autóctonos”. Aparte de esa variedad cultural y étnica, en Colombia conviven indígenas, afrodescendientes, mestizos, gitanos o pueblo Rrom, y también existe una diversidad sexual, de género, religiosa e ideológica.
Un llamado a la reflexión sobre la historia y la diversidad
La celebración, más que una festividad, es un llamado a la reflexión. A lo largo de los años, organizaciones sociales y académicas han evidenciado que el enfoque original del «Día de la Raza» perpetuaba una narrativa eurocéntrica, invisibilizando el impacto de la colonización en las comunidades indígenas y afrodescendientes. Según el profesor y antropólogo Carlos Rojas, «lo que llamamos ‘descubrimiento’ fue en realidad el inicio de un proceso de sometimiento y despojo para millones de personas que habitaban América. Reconocer esta verdad es fundamental para la construcción de una sociedad más justa».
Iniciativas para promover la diversidad cultural
En el marco de esta nueva visión, el Ministerio de Cultura ha liderado iniciativas que promueven la diversidad cultural del país. Se realizarán actividades a nivel nacional que incluirán ferias, muestras artísticas y foros académicos, con el objetivo de visibilizar y celebrar el aporte de las comunidades étnicas. Además, la Ley 70 de 1993, que consagra los derechos de las comunidades afrocolombianas, y la Ley de Lenguas Nativas de 2010, que protege y promueve las lenguas indígenas, se han consolidado como hitos en la protección de la riqueza cultural del país.
Los retos que persisten para la igualdad y el respeto
Sin embargo, los retos persisten. Según un informe del DANE, el 75% de la población afrocolombiana y el 40% de los indígenas viven en condiciones de pobreza, lo que evidencia que, si bien se ha avanzado en el reconocimiento cultural, la deuda social con estas comunidades sigue siendo inmensa. La lucha por la igualdad y el respeto a la diversidad no termina con el cambio de una fecha o un nombre; es un proceso continuo que exige el compromiso de todos los colombianos.
Un paso hacia la construcción de una nueva narrativa
Al cierre de este 12 de octubre, Colombia da un paso adelante en la construcción de una narrativa que celebra su diversidad, sin olvidar los desafíos que quedan por superar. Esta fecha, ahora resignificada, invita a todos a valorar y reconocer la inmensa riqueza que proviene de las múltiples culturas que conviven en el territorio. Como lo expresó alguna vez el líder indígena Manuel Quintín Lame: «Solo cuando se entienda la historia completa, los pueblos podrán caminar juntos hacia un futuro mejor».
La Amazonía se encuentra en un momento crítico. A pesar de su abundante biodiversidad, su riqueza cultural y su incalculable valor ambiental, enfrenta serias amenazas que ponen en riesgo su futuro y el de las comunidades que dependen de ella. Los altos índices de pobreza, la desigualdad y los desafíos ambientales comprometen el progreso de sus habitantes y su capacidad para acceder a alimentos seguros y nutritivos.
Este vasto territorio, que abarca Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela, no es solo una fuente de recursos naturales, sino también el hogar de 50 millones de personas y más de 400 pueblos indígenas y diversas comunidades tradicionales.
Las soluciones para los retos de la Amazonía no solo deben llegar desde el exterior, sino que, fundamentalmente, deben nacer del corazón mismo de las comunidades. Son ellas quienes poseen el conocimiento local y la fuerza para proponer acciones hacia un futuro sostenible.
Aquí es donde cobra relevancia el concepto de la bioeconomía amazónica, que plantea aprovechar de forma sostenible e inclusiva los recursos naturales de la región, beneficiando a las poblaciones locales. Aunque es una propuesta prometedora, el camino incluye diversos desafíos. Los riesgos climáticos, la deforestación y las desigualdades agravan las dificultades para establecer un modelo económico que funcione tanto para las personas como para la naturaleza.
No podemos permitir la continuidad de modelos de negocio que sacrifiquen la biodiversidad y los recursos naturales, pues, inevitablemente, estaremos frente a un colapso irreversible. Por ello, es crucial promover mecanismos que permitan generar un desarrollo económico sostenible, mejorando el acceso a alimentos, incrementando ingresos, creando empleo y elevando las condiciones de vida.
El evento de los “Diálogos Amazónicos”, organizado por la FAO y el Gobierno de Brasil hace un año en Belém, abrió la puerta para que múltiples sectores – academia, sociedad civil, sector público, sector privado, pueblos indígenas – discutieran cómo abordar este desafío.
Como resultado, ocho países firmaron la Declaración de Belém, con 113 objetivos para avanzar hacia el desarrollo sostenible de la región. La conclusión fue clara: la bioeconomía puede ser un pilar fundamental, pero requiere un enfoque integral y multisectorial.
La FAO, junto con la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), continúa trabajando para garantizar la seguridad alimentaria y nutricional, reducir la pobreza y fortalecer cadenas de valor sostenibles en la región, a través de acciones orientadas a mejorar la productividad, generar bienes públicos e impulsar la bioeconomía, brindando perspectivas de un futuro mejor.
Por medio de la iniciativa Mano de la Mano, la FAO impulsa un programa de inversiones con tres componentes: fortalecer los bienes públicos y la formulación de políticas; garantizar el acceso a servicios digitales y la conectividad; y desarrollar cadenas de valor sostenibles, especialmente en la gestión de las cuencas hídricas y los recursos pesqueros.
La bioeconomía amazónica no es solo un modelo económico; es una oportunidad para reforzar nuestra relación con la naturaleza, reconociendo a la Amazonía como un patrimonio que debemos proteger y valorar.
Avanzar en este camino requiere un enfoque intersectorial con la participación de comunidades, gobiernos, sector privado y financiero, y la academia.
Debemos mantenernos activos en los foros y espacios de diálogo, como el Foro Mundial de Inversiones 2024, que se celebrará del 15 al 17 de octubre en Roma, Italia, donde los países presentarán sus programas de inversión ante entidades financieras, públicas y privadas, interesadas en apoyar el desarrollo de diferentes cadenas de valor.
Este es un esfuerzo colectivo. Juntos, podemos lograr una transformación inclusiva en el bioma amazónico, protegiendo su biodiversidad y creando sistemas agroalimentarios más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles, sin dejar a nadie atrás.
El clima de la Tierra está cambiando a un ritmo sin precedentes, y con ello, el equilibrio de los ecosistemas naturales. La acidificación de los océanos, el aumento de temperaturas, y los fenómenos meteorológicos extremos están poniendo a prueba la capacidad de la biodiversidad para adaptarse. En respuesta a esta amenaza, la comunidad internacional, en el marco de Kunming-Montreal, ha establecido una ambiciosa meta que no solo busca minimizar el impacto de estos cambios, sino también fortalecer la resiliencia de las especies y ecosistemas más vulnerables.
Meta 8: Marco de Kunming-Montreal
La meta 8 del Marco de Kunming-Montreal propone un enfoque integral para enfrentar uno de los desafíos más apremiantes de nuestro tiempo: el impacto del cambio climático y la acidificación de los océanos sobre la biodiversidad. Este objetivo está diseñado para movilizar tanto financiamiento público como privado, y mejorar los mecanismos de monitoreo que revelen la compleja interrelación entre el clima y los ecosistemas naturales.
La Tercera Comunicación de Cambio Climático, un documento clave para entender las amenazas climáticas a nivel nacional, ha identificado las zonas más vulnerables y los riesgos más apremiantes que enfrenta el país. Este diagnóstico ofrece información vital para los tomadores de decisiones y será la base sobre la cual se actualizarán los instrumentos de planificación territorial, que incluirán de manera prioritaria el componente climático.
Uno de los aspectos centrales de la estrategia es el fortalecimiento de la capacidad de respuesta mediante medidas de mitigación y adaptación. La resiliencia se convierte en el objetivo prioritario, una capacidad que permite a los ecosistemas no solo resistir los embates del cambio climático, sino también recuperarse y prosperar a pesar de ellos. Este enfoque implica un aumento significativo en los presupuestos destinados a la gestión de riesgos y la formulación de proyectos que aseguren un futuro sostenible para las generaciones venideras.
El financiamiento es otro de los pilares fundamentales para alcanzar esta meta. La movilización de recursos tanto públicos como privados es esencial para implementar soluciones eficaces a nivel local, nacional y global. Proyectos de restauración ecológica, conservación de hábitats clave, y reducción de emisiones son algunas de las acciones que, con el apoyo adecuado, pueden marcar la diferencia. No obstante, aún persisten retos en la obtención de fondos suficientes, especialmente en países en vías de desarrollo, donde las necesidades son más apremiantes.
Adicionalmente, la acidificación de los océanos es un punto de atención crucial en este marco. Los ecosistemas marinos, particularmente los arrecifes de coral, han experimentado una degradación acelerada en los últimos años. Según los expertos, es imperativo adoptar medidas que mitiguen esta problemática, pues su impacto en la biodiversidad marina amenaza la estabilidad de las cadenas alimenticias y los medios de vida de millones de personas que dependen de los recursos oceánicos.
Finalmente, el monitoreo de la biodiversidad bajo el prisma del cambio climático es una tarea en constante evolución. Los avances en tecnologías de monitoreo satelital y la recopilación de datos en tiempo real han permitido una mejor comprensión de cómo los ecosistemas están reaccionando a los cambios climáticos. Sin embargo, es necesario continuar fortaleciendo estos mecanismos para asegurar que las políticas y estrategias estén basadas en datos actualizados y confiables.
Futuro de la biodiversidad global
El futuro de la biodiversidad global depende de la capacidad de la humanidad para tomar decisiones audaces y fundamentadas que minimicen los efectos del cambio climático. La meta 8 del Marco de Kunming-Montreal es un paso crucial en esta dirección, pero su éxito requerirá un esfuerzo concertado a todos los niveles: desde los gobiernos nacionales hasta las comunidades locales. Solo a través de la cooperación internacional, la financiación adecuada y un monitoreo constante podremos asegurar que los ecosistemas del planeta no solo sobrevivan, sino que prosperen en un mundo en constante cambio.
La tarea es monumental, pero el tiempo apremia. La naturaleza ha demostrado su capacidad para adaptarse a lo largo de millones de años, pero ahora necesita de nuestra ayuda para seguir adelante. En última instancia, proteger la biodiversidad no solo es una cuestión de supervivencia para las especies que habitan el planeta, sino también para nosotros mismos.
El reciente descubrimiento de la granadilla colombiana en un supermercado de Copenhague sorprendió gratamente al embajador de Dinamarca en Colombia, Erik Høeg. A través de la red social X, compartió: “Increíble. Llegaron las granadillas colombianas a mi supermercado en Dinamarca. Primera vez que las veo por aquí. Todavía un producto muy exótico y bastante caro”.
Ante este hallazgo, el ministro de Comercio, Industria y Turismo de Colombia, Luis Carlos Reyes, respondió: “Apreciado Erik Høeg, nos alegra mucho saber que ya es posible disfrutar de esta maravillosa fruta en su país. Como dato de interés, le contamos que entre enero y julio de este 2024 las exportaciones de granadilla alcanzaron 2,8 millones de dólares”.
En 2023, las exportaciones de granadilla sumaron 4,8 millones de dólares, y la tendencia al alza continúa este año. Dentro del grupo de frutas con corteza cítrica que se exportan al mundo, la granadilla representa cerca del 0,4 %, y dentro de las exportaciones de bienes no minero-energéticos equivale al 0,02 %.
Los principales destinos de exportación de la granadilla colombiana son Canadá, Países Bajos, Emiratos Árabes Unidos, Francia, Rusia, Reino Unido y Brasil. Recientemente, también ha llegado a países nórdicos como Dinamarca, ampliando su alcance global.
Los departamentos desde los cuales se exporta esta fruta incluyen Cundinamarca, Bogotá, Huila, Antioquia, Atlántico y Santander, beneficiando a los agricultores y promoviendo el desarrollo rural en estas regiones.
El éxito de la granadilla en mercados internacionales es un reflejo del potencial de las frutas colombianas en el mundo. Continuar fortaleciendo la producción y exportación de estas joyas agrícolas contribuirá al crecimiento económico y al posicionamiento de Colombia como un importante proveedor de frutas exóticas y de alta calidad.
A menos de 15 días para que arranque la COP16, el evento más importante sobre biodiversidad en el mundo, la ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Susana Muhamad, presentó el Pabellón Colombia, un espacio diseñado para promover la reflexión y el diálogo sobre temas estratégicos de biodiversidad. Este espacio reunirá a entidades del gobierno, sociedad civil y aliados de la cooperación.
“El Pabellón Colombia es la casa de Colombia en la Zona Azul de la COP16, donde vamos a recibir las reuniones bilaterales, tiene en forma de maloca un sitio de encuentro para la discusión política de la situación de la biodiversidad. Va a tener más de 10 eventos diarios y también vamos a manifestar no solo la artesanía, sino la cultura del país a todas las delegaciones internacionales. Será realmente la casa de todas las delegaciones”, resaltó la ministra de Ambiente y presidenta entrante de la COP16, Susana Muhamad.
El Pabellón Colombia ofrecerá aproximadamente 10 eventos diarios, sumando casi 120 a lo largo de la COP16. Cada jornada contará con sesiones de una hora, donde expertos y participantes podrán intercambiar ideas, reflexionar sobre los desafíos actuales y proponer estrategias que contribuyan al cumplimiento del Marco Global Kunming Montreal.
Este espacio tendrá un área de 18 x 20 metros cuadrados con forma de maloca, un espacio sagrado que no solo conecta con la naturaleza, sino que también nos invita a deliberar sobre nuestro legado ancestral y el cuidado de nuestro entorno. Además, tendrá una capacidad para 60 personas y estará ambientado con artesanías tradicionales del país.
Colombia se compromete a liderar estas discusiones, fortaleciendo su papel como un referente en la conservación y uso sostenible de la biodiversidad. Se espera que el Pabellón se convierta en un punto de encuentro clave para la generación de conocimiento y alianzas estratégicas.
Ubicación del Pabellón Colombia.
El Pabellón Colombia estará ubicado en la Zona Azul, en el Centro de Eventos Valle del Pacífico, se trata del espacio destinado exclusivamente para las conferencias y negociaciones de alto nivel que tendrán lugar durante la COP16. En este lugar se realizan todas las sesiones oficiales, reuniones, eventos paralelos y conferencias de prensa celebradas durante la Conferencia de las Partes.
Esta zona es exclusiva para los participantes acreditados por el Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB), incluidas las delegaciones oficiales, los jefes de Estado, los observadores admitidos y la prensa.
“La Zona Azul se llama así porque allí se eleva la bandera de Naciones Unidas, se vuelve un escenario internacional. Es como trasladar la Asamblea de Naciones Unidas de Nueva York a Cali, entonces, eso implica que Naciones Unidas toma control de ese territorio, se vuelve jurisdicción internacional y es donde van a pasar negociaciones entre los Estados. Habrá 27 pabellones, incluido el Pabellón Colombia, muchos eventos de todo tipo, pero principalmente la negociación de la COP16”, señaló Muhamad.
A la fecha, están confirmados más de 15.000 personas de delegaciones oficiales, 12 jefes de Estado, 103 ministros de Ambiente de todos los continentes y el Secretario de Naciones Unidas, António Gutiérrez.
En el municipio colombiano de Coyaima, departamento de Tolima, en la vereda Lomas de Guaguarco, viven Eduvin Timote, su esposa Alix Chila Yara y su hijo Armando Timote Chila, agricultores familiares indígenas de la etnia Pijao. Ellos son el ejemplo concreto de cómo el intercambio de conocimientos, las nuevas prácticas agrícolas y la cooperación entre países pueden contribuir para una mejor producción y una vida mejor para las familias rurales.
En su finca en Coyaima, ubicada a casi 200 kilómetros de la capital Bogotá, la familia Timote Chila cultiva el algodón como sinónimo del rescate de una tradición ancestral, donde las técnicas agrícolas pasaban de generación en generación, en un pasado donde este cultivo era considerado el “oro blanco”.
Desde el año 2017, el agricultor familiar, que es el concejal por las comunidades indígenas y gobernador del cabildo indígena Guaguarco Palmarosa, decidió unirse al proyecto +Algodón Colombia. El proyecto es una iniciativa de cooperación Sur-Sur trilateral desarrollada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Agencia Brasileña de Cooperación (ABC) y el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MinAgricultura) de Colombia, en el marco del Programa de Cooperación Internacional Brasil-FAO. Con apoyo del proyecto, Eduvin y Alix convirtió una hectárea de su finca en una Unidad de Cultivo Piloto (UCP), nombrada Los Braciles; un espacio donde las antiguas costumbres agrícolas se fusionaron con prácticas que respetan el medioambiente e innovaciones modernas, con ensayos, implementación y validación de diversas técnicas y buenas prácticas agrícolas, además del uso de tecnologías adaptadas.
Año tras año, el cultivo en la finca piloto fue transformándose. La tierra, antes agotada, comenzó a regenerarse y el algodón empezó a crecer, ocupando toda la hectárea de la UCP. Gracias a la asistencia técnica brindada por esta iniciativa de cooperación Sur-Sur, la familia Timote Chila aprendió a recuperar la calidad del suelo con el cultivo del algodón en asociación con el sésamo (ajonjolí). También fueron desarrolladas buenas prácticas para la reducción del uso de pesticidas mediante el control biológico de plagas.
Además de la recuperación del suelo, el incremento en la producción de la fibra, la familia también garantizó la seguridad alimentaria por medio del cultivo del maíz en asociación con el algodón. Con el apoyo del proyecto, el agricultor implementó una huerta casera para el autoconsumo de hortalizas, generando alimento para su familia. «Gracias al proyecto, hoy cultivo sin químicos. Nosotros trabajamos, por ejemplo, con ají, con jabón, con ajo», señaló con orgullo el agricultor.
“Hoy, usamos jabones potásicos, productos biológicos, extractos de plantas y unos productos de muy bajo impacto a la persona, a las abejas, al medioambiente”, explicó el ingeniero Rubén Perdomo, técnico de campo del proyecto +Algodón en la región de Tolima-Huila, al comentar cómo el uso de productos caseros para el manejo y prevención de enfermedades fue introducido en la parcela. Según Perdomo, a partir del análisis del suelo y la construcción de calicatas – excavaciones para evaluar y dejar visible los perfiles del suelo – fue posible planificar la fertilización, logrando reducir costos.
Asimismo, se hizo la utilización apropiada de abonos verdes, teniendo en cuenta que la incorporación del barbecho de ajonjolí (el uso de residuos de la cosecha de sésamo) mejoró la fertilidad del suelo reduciendo el uso del nitrógeno, durante el periodo de rotación. “También se implementó el uso de la sembradora rotativa, fomentada por el proyecto +Algodón, logrando reducir el costo de la siembra, la cantidad de semilla y obteniendo una mayor producción frente a los sistemas tradicionales”, destacó el ingeniero, que agregó que este modelo de rotación genera el aumento de la población de insectos polinizadores, especialmente abejas, y una mayor generación de empleo familiar.
Por medio del proyecto, Eduvin y su familia y otros agricultores vecinos también participaron de capacitaciones desarrolladas por el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) del Espinal, institución socia del proyecto, en días de campo con la participación de agricultores y agricultoras, profesionales y funcionarios del municipio de Coyaima.
La cooperación entre la FAO y los gobiernos de Brasil y Colombia también apoyó el fortalecimiento de capacidades por medio de giras técnicas, donde conocieron nuevas buenas prácticas y tecnologías con apoyo de instituciones de investigación nacionales y brasileñas, como la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (AGROSAVIA) y la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (EMBRAPA). Para el agricultor, el apoyo de la cooperación fue muy importante: “nos ha dado buenas habilidades a nuestro campo y a nuestros indígenas”, comentó Eduvin.
Los resultados en la mejora de la producción fueron notables. En la UCP de una hectárea fue obtenido un incremento en el rendimiento de cultivo del algodón, pasando de 1,5 toneladas/ha de algodón semilla en la primera temporada sembrada (2018), a 3 toneladas/ha en la temporada de 2021.
En agosto del 2024, el agricultor y su esposa cosecharon solamente en la UCP apoyada por el proyecto +Algodón cerca de 3 toneladas de algodón en rama. Los aprendizajes obtenidos en la parcela piloto también fueron aplicados en las otras ocho hectáreas que forman parte de su finca, que le generó una cosecha de más 20 toneladas. “El algodón genera empleo para nuestros compañeros”, afirmó Eduvin. Pero más allá de los números, lo que verdaderamente emociona al agricultor es el impacto cultural de su trabajo con el algodón. «Estoy rescatando nuestra cultura», recalcó al ver cómo su trabajo ayuda a preservar las tradiciones agrícolas de los indígenas Pijao, tan ligadas al cultivo del algodón.
El proyecto no solo transformó su finca, sino que extendió sus raíces a la comunidad. Alix, siempre al frente de su tienda, convirtió su local en un punto de encuentro para compartir conocimientos. La comunidad se reúne allí, discutiendo las buenas prácticas agrícolas, las nuevas técnicas aprendidas y también los retos para el acceso a semillas más económicas y los precios fluctuantes del mercado del algodón.
Eduvin y Alix no solo mejoraron su producción, sino también su calidad de vida. Su hijo estudia en la escuela agrícola del SENA, en Espinal, motivado por el ejemplo que ha visto en el proyecto, esperando servir a su comunidad. Con los ingresos obtenidos, renovaron su vivienda, mejoraron la cocina. Amigos y familiares también se sumaron al cultivo de algodón, viendo en este rubro una oportunidad para mejorar sus vidas, hecho que motiva a vecinos y familiares a sembrar algodón.
Gracias a la cooperación Sur-Sur desarrollada por +Algodón, las prácticas ancestrales de la etnia Pijao se han revitalizado. Con una mirada firme hacia el futuro, Eduvin sabe que el proyecto ha sembrado en él y en su comunidad algo más que semillas: el rescate el oro blanco.
Rescatando el algodón en los pueblos originarios En Colombia, el proyecto +Algodón identificó la necesidad de trabajar con pueblos indígenas que tienen el cultivo del algodón como una tradición ancestral en algunas regiones del país. La etnia Pijao, de Coyaima, fue una de ellas.
En estos territorios, se implementaron unidades de cultivo piloto y se desarrollaron acciones para recuperar las semillas nativas y revalorizar culturalmente el algodón. Se destacó la participación de líderes indígenas en la iniciativa, evidenciando su compromiso con la preservación de sus tradiciones y conocimientos ancestrales.
Este trabajo conjunto permitió fortalecer los lazos entre las comunidades indígenas y el proyecto, promoviendo la valoración y conservación de sus prácticas agrícolas tradicionales y contribuyendo al reconocimiento de su sabiduría ancestral en el cultivo del algodón.
El acceso a la educación superior en sectores rurales, poblaciones dispersas, grupos étnicos y comunidades afectadas por conflictos históricos o emergentes es un desafío que requiere un trabajo conjunto. En este contexto, el Ministerio de Educación ha instalado Mesas de Educación Superior para impulsar Proyectos Territoriales de Educación Superior (PTES) en el marco de la estrategia «Universidad en tu Territorio».
Estos PTES buscan conectar a actores, instituciones, sectores y recursos económicos para garantizar el derecho a la educación superior con criterios de calidad, pertinencia e inclusión. Las mesas de diálogo social involucran a actores de las economías locales, el sector empresarial, grupos juveniles y de acción comunal, rectores de colegios y universidades, padres y cuidadores, así como representantes del Gobierno Nacional y autoridades locales.
En lo que va del año, el Viceministerio de Educación Superior ha instalado cuatro mesas en diversas regiones:
Pacífico y frontera nariñense: Se acordó la creación de tres sedes de la Universidad de Nariño en Tumaco, Barbacoas y El Charco, y la proyección de la estrategia Colegio-Universidad en los mismos municipios.
San Andrés, Providencia y Santa Catalina: Se está transformando académicamente el Infotep de institución técnica profesional a institución universitaria. Además, se identifican predios con la SAE para fortalecer esta institución y se proyecta la estrategia Colegio-Universidad en el Instituto Técnico Industrial de San Andrés.
Cinco departamentos del Caribe y norte de Antioquia: En concertación con las universidades del Atlántico y Magdalena y el Infotep de Ciénaga, se establecerá un multicampus en Magangué, en el predio del Colegio Manuel Atencia Ordóñez (MAO).
Municipio de Soacha: Se plantea la construcción de una sede universitaria o multicampus. Asimismo, se adquirirá un predio para la Universidad de Cundinamarca y se proyecta la estrategia Colegio-Universidad en el Colegio Paz Esperanza y en la Institución Educativa Luis Henríquez.
El 23 de septiembre se llevó a cabo la quinta mesa en el departamento de Cundinamarca. Allí se reafirmó el compromiso de seguir trabajando en el multicampus de la Provincia de Gualivá, ubicado en Villeta, y en el proyecto de Zipaquirá, que busca fortalecer el Instituto Técnico Central La Salle. Esta iniciativa se desarrolla a través de la estrategia Colegio-Universidad, en alianza con la Escuela Tecnológica Instituto Técnico Central.
Asimismo, se abordó la coordinación del PTES en la provincia de Soacha y se proyectaron acciones alineadas con la inversión del departamento en los municipios de las provincias de Tequendama, Almeidas y Sabana Occidente.
En las próximas semanas, estos encuentros continuarán en los departamentos de Arauca, Amazonas y Cauca, particularmente en el municipio de Guapi; así como en la subregión de La Mojana y en el municipio de Mompox. El objetivo es dialogar, establecer compromisos y llevar a cabo acciones que hagan realidad el sueño de todos los jóvenes del país de acceder a la universidad.
El Gobierno del Cambio continúa apostando por la participación y la concertación entre los distintos actores del sector educativo para asegurar el derecho a la educación superior en Colombia, cerrar brechas de inequidad y consolidar un sistema educativo que responda a las necesidades del país y sus territorios.
En un paso histórico hacia la justicia territorial, el pueblo indígena Kogui ha recuperado el acceso a su territorio ancestral y a las vitales cuencas hídricas del Río Ancho, en la Sierra Nevada de Santa Marta. El Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, en conjunto con la Unidad de Restitución de Tierras, ha restituido 1.636 hectáreas a la comunidad de Tugeka, después de años de despojo y confinamiento. Este acto reafirma el compromiso del Gobierno del Cambio con la protección de los derechos étnicos y territoriales.
La importancia del territorio y el agua para el pueblo Kogui
Durante la ceremonia de entrega, la ministra de Agricultura, Martha Carvajalino, destacó el impacto de esta restitución, señalando que el acceso al agua es fundamental para la supervivencia cultural y física de la comunidad. «El agua es la fuente de vida para el pueblo Kogui y la base de sus tradiciones ancestrales. Hoy, damos un paso importante hacia la paz y la armonización de este territorio, devolviendo a sus legítimos custodios lo que les pertenece», declaró Carvajalino.
La recuperación de estas tierras es parte de un fallo judicial de 2022, que también contempló la compensación a 34 familias campesinas que habían ocupado el territorio. Esta restitución es solo una de las 25 sentencias emitidas a favor de comunidades indígenas, beneficiando a más de 17.000 familias en el país.
La protección del territorio sagrado: una lucha por la armonización
Giovani Yule, director de la Unidad de Restitución de Tierras, resaltó el valor simbólico y jurídico de esta restitución, que cumple con la sentencia de la Sala Especial de Restitución de Tierras del Tribunal Superior de Cartagena. «Estamos cumpliendo con la misión de devolver el corazón de la tierra a sus guardianes originales», afirmó Yule, refiriéndose a la Sierra Nevada de Santa Marta, territorio considerado sagrado por el pueblo Kogui.
Además de la restitución territorial, la providencia judicial establece medidas para la regeneración ambiental, la regulación de actividades turísticas, y el impulso de proyectos productivos orientados a la soberanía alimentaria. Estas acciones buscan garantizar la sostenibilidad y el respeto por la cultura y el territorio Kogui.
Arregocés Conchacala, gobernador indígena Kogui, subrayó la importancia de este acto para el futuro de la comunidad y la Sierra Nevada. «Este es un verdadero diálogo con el Gobierno Nacional para cuidar nuestro territorio sagrado», afirmó, refiriéndose al cumplimiento del decreto 1500 de 2018, que protege la Sierra Nevada, conocida por los Kogui como el «corazón del mundo».
Este proceso de restitución no solo tiene un impacto positivo para las 200 familias Kogui desplazadas por la violencia, sino que también sienta un precedente en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas y la protección de sus territorios frente a las amenazas de cultivos ilícitos y el tráfico de armas, que en el pasado contaminaron el área.
Justicia y reconciliación con los pueblos indígenas
La restitución de tierras al pueblo Kogui marca un importante avance en la protección de los derechos territoriales en Colombia. Este acto de justicia simboliza un compromiso renovado del Gobierno con los pueblos indígenas y su invaluable rol como guardianes de la biodiversidad y del patrimonio cultural de la nación. Como señaló la ministra Carvajalino, «este es un paso más en la Revolución por la Vida, donde la tierra y el agua son restituidas a quienes siempre debieron cuidarlas.
En una apuesta firme hacia la sostenibilidad, el Ministerio de Ambiente, liderado por la ministra Susana Muhamad, ha lanzado un portafolio integral de transición socioecológica con una inversión de $4.9 billones. Este esfuerzo, alineado con los compromisos internacionales de Colombia, como la COP16, tiene como objetivo no solo descarbonizar la economía, sino también restaurar ecosistemas estratégicos a lo largo del territorio nacional. Durante la Feria de Economías para la Vida, Muhamad explicó los detalles de esta estrategia que busca transformar la relación del país con su biodiversidad y recursos naturales.
Proyectos clave para la restauración y descarbonización:
El portafolio incluye 153 proyectos estratégicos que se enfocan en la restauración ecológica y la reducción de emisiones. Entre ellos destacan 20 proyectos financiados por el Fondo para la Vida, con una inversión de $2.3 billones, y otros 133 proyectos provenientes de las convocatorias de regalías, que suman $2.6 billones.
En este sentido, la Ministra afirmó que este portafolio es el resultado de 18 meses de trabajo intenso para plantear la nueva senda económica del país: “Esta nueva visión debe ser en clave de la recuperación de la naturaleza y con base en nuestro activo más importante: la biodiversidad. Es el momento de la restauración económica con la naturaleza».
De acuerdo con Muhamad, los recursos aprobados por el Fondo para la Vida y la Biodiversidad se distribuirán en 20 proyectos regionales, así: $34.000 millones para la región Insular, $368.000 millones para el Chocó Biogeográfico, $198.000 millones para La Guajira, $122.000 millones para el Corredor de Vida del Cesar, $512.000 millones para La Mojana, $90.000 millones para la región Andina y $902.000 millones para la Amazonía.
Además, lo correspondiente al Sistema General de Regalías contempla inversiones de $378.000 millones para el Eje Cafetero, $431.000 millones en el Pacífico, $347.000 millones en el Centro Sur de la Amazonía, $140.000 millones en los Llanos, $378.000 millones en Centro Oriente y $919.000 millones en el Caribe.
La iniciativa tiene metas claras y ambiciosas para 2030: restaurar 5 millones de hectáreas, alcanzar la meta de cero deforestación y triplicar el aporte de la bioeconomía al PIB nacional. Uno de los pilares más importantes del portafolio es la restauración de 753.000 hectáreas en el corto plazo, lo que contribuirá significativamente a la meta de restauración a largo plazo. En términos de emisiones, Colombia busca reducirlas en un 51%, un objetivo que, según Muhamad, será posible gracias a la integración de las comunidades, el sector privado y la inversión extranjera.
Instrumentos normativos y financieros innovadores:
Para atraer inversiones y facilitar la implementación de estos proyectos, el Ministerio de Ambiente ha desarrollado un marco normativo y financiero flexible. Entre los principales instrumentos destacan la implementación de obras por impuestos en el sector ambiental y la flexibilización del manual de compensaciones, lo que permitirá una mayor alineación entre las licencias ambientales y los proyectos de restauración propuestos por las comunidades. Asimismo, el modelo de los bancos de hábitat se ha abierto a inversionistas privados, quienes podrán recibir certificados de restauración, generando un fondo de hasta 30 años para garantizar la sostenibilidad de los proyectos.
La bioeconomía como motor de crecimiento
Otro eje fundamental del portafolio es la promoción de la bioeconomía. Durante la feria, se anunció la creación de la primera cámara gremial público-privada enfocada en bioeconomía, que unirá a más de 5.000 grupos de investigación, emprendedores y empresarios que trabajan con productos derivados de la biodiversidad. Este esfuerzo busca que la bioeconomía aporte hasta un 3% al PIB nacional y genere más de medio millón de empleos.
El portafolio presentado por el Ministerio de Ambiente es más que un plan de inversión; es un nuevo enfoque hacia un desarrollo sostenible que coloca la biodiversidad como el principal activo del país. Con metas claras y un marco normativo innovador, Colombia avanza hacia un futuro más verde y resiliente. Como señaló la ministra Muhamad, “esta nueva visión económica es una oportunidad para que el país lidere la restauración ecológica y la transición energética en la región.