Del 20 al 25 de agosto se llevó a cabo en la ciudad de Bogotá un homenaje a la diversidad cultural indígena con el programa “Raíces, Encuentro de Relatos y Artesanías”, iniciativa de Artesanías de Colombia, desarrollada a través de su Programa de Atención a Población Étnica, proyecto que busca fomentar la relación entre las comunidades indígenas artesanas y los diseñadores colombianos.
En esta ocasión,“Raíces, Encuentro de Relatos y Artesanías” se enfocó en fortalecer la oferta para el mercado de la moda, reuniendo a artesanos de diez grupos artesanos indígenas que elaboran textiles, prendas y accesorios como parte de sus tradiciones.
Artesanos de los pueblos indígenas Wayúu, Misak, Camëntsá, Pasto, Arhuaco, Emberá Chamí, Inga y Koreguaje,estuvieron presentes durante los cinco días de la muestra comercial, los resultados finales de esta cocreación serán presentados en la próxima edición de Expoartesanías que se realizará en Bogotá en el mes de diciembre.
En esta exhibición los protagonistas fueron productos como: textiles tejidos en guanga, el telar ancestral de los pueblos indígenas del sur del país, mochilas con simbología propia, accesorios tejidos con chaquira que narran las historias de los pueblos Emberá, “jigras”, mochilas tejidas que simbolizan la fertilidad de la mujer nasa, y accesorios en fibras naturales que transmiten la riqueza natural de la región del Caquetá, entre otros.
El programa étnico a través de su proyecto “Programa de Fortalecimiento Empresarial, Productivo y Comercial de Iniciativas Artesanales para Grupos Étnicos en Colombia” promueven el reconocimiento y fortalecimiento de las tradiciones culturales vinculadas a la labor artesanal de comunidades, grupos, o artesanos indígenas y NARP (negros, afrocolombianos, raizales, palenqueros y rrom); que asumen la artesanía como una actividad de sus economías propias.
La historia hace parte de la cultura del país, somos un país con la posibilidad de encontrar y visitar yacimientos arqueológicos y aprender sobre las culturas indígenas que habitaron nuestro territorio antes de la llegada de los conquistadores españoles.
Los trabajos de los primeros arqueólogos extranjeros y nacionales permitieron conocer más sobre estas regiones, quiénes las habitaron y cómo vivieron, sin dejar a un lado la importancia de conservar los vestigios arqueológicos allí encontrados.
En Colombia contamos con variedad de lugares arqueológicos que se acogen como un buen plan para descubrir lugares en un viaje al pasado lleno de historia y saberes.
Ciudad Perdida
Ir a Ciudad Perdida es definitivamente una de esas experiencias inolvidables que vale la pena vivir. El tour a Ciudad Perdida es para aquellos que desean desconectarse de lo cotidiano para conectarse con la naturaleza y disfrutar de los fantásticos paisajes que ofrece la Sierra Nevada de Santa Marta. Es conocido por los indígenas de la zona como Teyuna, y su nombre completo es Parque Arqueológico Ciudad Perdida Teyuna.
San Agustín
El Parque de San Agustín ubicado en el departamento del Huila, es uno de los más importantes espacios arqueológicos de Colombia. El Parque está conformado por cuatro partes (mesitas) en las cuales se pueden apreciar monumentales conjuntos funerarios, estatuas en piedra y tumbas y montículos artificiales.
Y por el Bosque de las Estatuas, lugar donde al aire libre se reunieron 39 estatuas en un espléndido escenario representativo de la flora de la región.
Tierra Adentro
Otro de los sitios arqueológicos en Colombia que fue nombrado Patrimonio de la Humanidad. Se trata del Parque Arqueológico Tierradentro ubicado en el municipio de Inza en el Cauca.
Lo más alucinante de este parque es que se trata, una vez más de tumbas, esta vez de carácter colectivas que se encuentran hasta a diez metros de profundidad, lo mismo que sus centros ceremoniales que fueron tallados en la misma roca de la montaña y decorada con pinturas geométricas.
Moniquirá
Monquirá fue un pueblo indígena de más de dos mil años de existencia. Se encuentra ubicado en el departamento de Boyacá y el sitio se compone de treinta monolitos de 2.200 años, de hasta cinco metros y esculpidos con forma fálica.
Para los muiscas, este era un símbolo de fertilidad y es razonable pensar que era un sitio tanto de adoración como de reunión para celebrar la abundancia de las cosechas.
Chiribiquete
El Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete es uno de los descubrimientos más importantes de los últimos años en Colombia, lugar donde se encontró la más grande y espectacular muestra de arte rupestre prehispánico en Colombia, que tiene más de 19 mil años de existencia.
En el 2018 este parque fue declarado patrimonio mixto de la humanidad, dado que representa un gran aporte para la preservación de la biodiversidad y ecosistemas naturales para el planeta.
Durante el mes de Agosto Garagoa tuvo una significativa participación en eventos de gran magnitud en representación del departamento de Boyacá.
FIC 7 de Agosto “Bicentenario de la independencia”
Aprovechando el marco del Festival Internacional de la cultura que se celebra todos los años en la ciudad de Tunja y la magnífica celebración del Bicentenario de la Independencia de Colombia, Garagoa hizo acto de presencia con varios jóvenes de la Institución Educativa Técnico Industrial Marco Aurelio Bernal y adultos que pertenecen la escuela de teatro de la Casa de la Cultura Tomás Villamil dirigida por el maestro Silvino Morales Galvis, haciendo parte en un performance de artes escénicas de gran formato que se tituló “El Crisol Mágico”.
En este fueron participes más de 300 artistas boyacenses, donde demostró el gran talento que se vive en este departamento, relatando sucesos coloniales e independentistas que forjaron la república colombiana a través de narrativas de paz.
Boyacá, Bicentenario en Corferias
El escenario de negocios y exposiciones más grandes del país cobijó a Boyacá como anfitrión especial.
Se trató del mayor evento de empresarios, artesanos, instituciones públicas y privadas, cultura, arte y sobre todo tradición que tuvo presencia los pasados 15, 16, 17 y 18 de agosto en Corferias, el cual fue acompañado por turistas, paisanos y demás visitantes interesados en conocer a nuestra bella Boyacá.
Garagoa siendo la capital de la provincia del Neira demostró su gran aporte gastronómico, turístico y comercial, ofreciendo productos como café orgánico, almojábanas, garullas, arepas de laja, típicas de la región, huevos ecológicos de la Granja Integral del Valle de Tenza y el acompañamiento del Bioparque Sendero Ecológico Ancestral El Jucual, la maravilla de mamapacha.
Por: Michael Mora y Karol Romero. Reporteros rurales de Garagoa, Boyacá.
Muy cerca del municipio de La Macarena, en el departamento del Meta, Colombia, se encuentra el que hoy por hoy es considerado por muchos como el “río más hermoso del mundo”: Caño Cristales, el cual desde el mes de diciembre de 2018 había sido cerrado por temporada seca.
El pasado 15 de agosto Parques Nacionales Naturales de Colombia y Cormacarena, informaron que a partir de la fecha quedan habilitados para el ingreso de visitantes todos los senderos ecoturísticos de Caño Cristales en el municipio.
Cabe recordar que Caño Cristales abrió sus puertas al mundo el pasado mes de junio, permitiendo el ingreso a algunos senderos ecoturísticos, mientras se llevaba a cabo el mantenimiento de los puentes construidos por el Fondo Nacional de Turismo – FONTUR, los cuales garantizarán el ingreso seguro de las visitantes a los senderos habilitados para las actividades turísticas.
Es decir que, desde ya, operadores, administradores ambientales, guías y la comunidad en general, podrán ingresar a cada una de las áreas permitidas que conducen al que es conocido como el caño más hermoso del mundo.
La obra tuvo una inversión total de $4.000 millones, de los cuales, el Ministerio aportó recursos que se ejecutaron a través de FONTUR por $3.750 millones y el Instituto de Turismo Meta $250 millones.
El proyecto permitió la construcción de 14 puentes en madera, el mejoramiento de los seis senderos ecoturísticos, la instalación de 208 metros lineales de barandas en madera, una terraza – mirador y un centro para los visitantes que incluye baños, tiendas, oficinas de atención y primeros auxilios.
Con el objetivo de desarrollar y fortalecer el turismo sostenible en este territorio del país, el Ministerio de Ambiente, Parques Nacionales y Cormacarena están trabajando de manera articulada, con el fin de promover la generación de oportunidades productivas y de formación, así como alianzas empresariales y de gestión público – privada.
Este evento es organizado por la Red Nacional de Observadores de Aves de Colombia, con el apoyo de organizaciones regionales y nacionales. Este año, ornitólogos, observadores aficionados y expertos de aves se encontraron para “pajarear”, compartir experiencias y conocer la avifauna del país.
La Red Nacional de Observadores de Aves de Colombia (RNOA) es una iniciativa que busca estimular y fortalecer acciones de cooperación, gestión, comunicación, intercambio de información y capacitación entre las diferentes organizaciones, entidades afines y los observadores de aves que trabajan en favor del estudio y conservación de las aves y sus hábitats en Colombia.
La delegada de la Corporación por la Defensa Ambiental y el Desarrollo Sostenible en el Área de Manejo Especial de La Macarena, Jennifer Martínez, afirmó que “Esta fue una oportunidad única, aprendimos mucho sobre las aves, ahora mi tarea es llegar a compartir lo aprendido y buscar posibilidades de replicar en mi región”.
Durante el evento, los participantes contaron con la oportunidad de asistir a las salidas de observación en cuatro lugares de Tumaco (Finca Las Lomitas, Agrosavia, Pueblo Nuevo y El Morro); además, compartieron con científicos, guías, aficionados y otras comunidades que están trabajando en iniciativas de aviturismo.
Edison Reyes, excombatiente de las FARC, se refirió a su pasión por las aves “Yo quiero dedicarme amonitorear y hacer seguimiento a las aves que tenemos en nuestro territorio, este tema debe ser parte de la Escuela de Formadores Ambientales que tenemos allá”.
Esta es una herramienta de capacitación necesaria para los líderes comunitarios y así con ello fortalecer día a día las diferentes iniciativas y replicar sus conocimientos sobre avistamientos de aves en los diferentes territorios del país.
La Amazonia brasileña es el hogar del mayor número de pueblos indígenas no contactados del planeta. Según la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) se estima que hay al menos 100 grupos de indígenas aislados en la selva.
Del 9 al 14 de agosto se reunieron en la capital federal cientos de mujeres indígenas para debatir, visibilizar sus demandas, ampliar alianzas y elaborar un documento final que recoge sus reivindicaciones. Con el lema “Territorio: nosso corpo, nosso espirito”, trazaban la matriz fundamental, añadiendo al urbanismo modernista de la ciudad otras territorialidades y desafíos.
En esta ocasión Brasilia se convirtió por cinco días en la sede de la Primera Marcha de Mujeres Indígenas. Organizadas por la Articulación de Pueblos Indígenas de Brasil (APIB), llegaron como representantes de más de 130 pueblos originarios de todo el país. Mujeres Potyguará, Timbira, Jurunas, Yawalapiti, Tembé, Guajajara, Krenak, Pataxó, mujeres del pueblo Awa de la región del Maranhão, participaron en las movilizaciones.
Pintadas con jenipapo y urucum, quisieron enviar un mensaje al mundo y visibilizar el papel de las mujeres que, en su mayoría, están en la primera línea de batalla en la defensa de sus tierras; reivindicando el derecho a la vida, y ese derecho es defender su territorio.
Ser mujer y ser indígena en Brasil se ha transformado de una forma inesperada, al pensar que Brasil sabía reunir pluralidad étnica y diversidad cultural, “con el pasar de los meses nos damos cuenta que no existe una democracia racial”, menciona Idelena Krikati líder indígena, en los primeros 7 meses de gobierno de Bolsonaro la deforestación ha aumentado un 67%, limitando a las comunidades indígenas para pescar, cazar y sembrar en su territorio.
“El territorio para los pueblos indígenas es muy importante, es donde nosotros damos continuidad y seguimiento al derecho de vivir. Nosotros nos alimentamos de la tierra, de la caza, de los peces. En cuanto nosotras defendemos el territorio, defendemos también nuestros cuerpos y nuestros espíritus”, explica Puyr, del pueblo Tembé, habitantes de El Alto Río Guamá, al norte del Amazonas.
Si conocemos que el peligro de los bosques y la Amazonía no es una novedad y han estado mucho tiempo en riesgo, no aceptamos que la amenaza crece a diario, de forma imparable, se da la explotación de los bosques, minerales y otros recursos, no solo afectando el buen vivir de los indígenas, sino también la vida de todos los que hacen parte del planeta tierra.
Tras los acuerdos de 2016 de La Habana, se ha abierto un horizonte de esperanza para Colombia. El viejo conflicto que ha cercenado tantas vidas en el país tiene una esperanza de resolverse, y que, por fin, se llegue a una resolución pacífica que ponga punto y final a la violencia que ha sembrado de dolor a Colombia durante más de 50 años. Pero lograr esta ansiada paz exige grandes esfuerzos, y un largo camino que debe andarse bajo las bases de convivencia y el perdón.
Este proceso es observado por toda la sociedad internacional, y muchos de los países que la conforman están apoyando activamente los avances de la construcción de la paz, para que esta sea sostenible y duradera.
En el marco de esta colaboración internacional, la Comisión Europea, en su decidido impulso para contribuir en Colombia a que el fin del conflicto se consolide, presentó el Fondo Fiduciario de la Unión Europea por Colombia que agrupa los recursos de diferentes donantes que ayuda a la aplicación del Acuerdo de Paz y a la recuperación temprana y la estabilización después del conflicto.
ACPO con la inestimable ayuda de sus aliados, Diócesis de San Vicente del Caguán y Registraduría Nacional del Estado Civil presentaron una propuesta que buscaba contribuir a esta construcción de la paz, a través del generar oportunidades económicas a las mujeres excombatientes para que se conviertan en auténticas lideresas del cambio a través de su inclusión económica y social, de ellas y sus comunidades, dentro de la sociedad colombiana y el Estado de Derecho.
El proyecto denominado MIA (Programa de desarrollo socioeducativo para la mujer excombatiente del conflicto armado en Colombia) presenta la oportunidad para que 15 mujeres en proceso de reincorporación de las antiguas FARC participen de los conocimientos técnicos agropecuarios que la Ciudadela Amazónica Don Bosco ha estado aportando a la comunidad caqueteña durante años.
La Ciudadela, institución que pertenece a la Diócesis de San Vicente del Caguán, proporcionará conocimientos técnicos a estas mujeres en temas de producción agrícola y ganadera, para que los puedan aplicar en sus comunidades y de esta manera generen una real opción para que definitivamente, las armas sean cambiadas por las herramientas productivas, y que el silencio del cese del fuego se convierta en una realidad.
Esta experiencia que adquirirán las mujeres excombatientes en la Ciudadela a través de las becas, les permitirá, por un lado, terminar con estos años de conflicto, y por el otro, que estos aprendizajes se conviertan en una alternativa palpable a la guerra, y una fuente de ingresos estable que les permita desarrollar sus iniciativas productivas en paz y convivencia con sus comunidades.
Es un nuevo futuro, en el que ACPO, la Ciudadela y la Diócesis de San Vicente del Caguán, y Registraduría, apuestan de una manera firme y decidida, a través del apoyo a las mujeres en proceso de reincorporación, y que éstas sean reconocidas como lideresas transformadoras y constructoras de la paz, logrando que ellas enriquezcan el tejido productivo de la sociedad caqueteña, e involucren a sus comunidades de excombatientes y a la sociedad en general en lograr superar definitivamente el conflicto, y que esas manos que otrora empuñaban armas, ahora trabajen por la sociedad colombiana.
Por: Carlos Ruiz Sáenz. Equipo Editorial El Campesino.
La ilusión de extender la comunicación y el periodismo rural a todos los rincones de Colombia es tal vez, una de las piezas más importantes de aquel engranaje de sueños y proyectos que hoy desarrolla Acción Cultural Popular – ACPO en la Ciudadela Juvenil Amazónica Don Bosco, institución educativa ubicada en San Vicente del Caguán, Caquetá.
Así que no es para menos que, docentes, estudiantes y facilitadores de la Ciudadela se involucren por igual en el ejercicio de la reportería rural, pues éste les ha permitido dar a conocer lo que hacen y cómo lo hacen, resaltando el potencial de un centro de educación campesina que le apuesta a la formación de líderes y promotores de desarrollo.
San Vicente del Caguán, Caquetá, fue sede del primer taller presencial de Comunicación y Periodismo Rural realizado en el departamento, en el marco del programa Escuelas Digitales Campesinas de ACPO; y la Ciudadela fue, y continúa siendo, anfitriona del periodismo rural en una región de verdes montañas y ríos caudalosos.
Para ACPO, la labor de los reporteros rurales representa el liderazgo comunitario de quienes se atreven a narrar su territorio en una hoja de papel, y resalta la valentía de los que poco a poco se van convirtiendo en voceros de historias propias de la Amazonía colombiana. Entonces, no es de extrañar que el periódico ElCampesino.co, marca registrada de ACPO, se sume a los esfuerzos de la Ciudadela por hacer visible su trabajo en pro del liderazgo juvenil campesino.
Foto: Lina María Serna. El Campesino.
Ahora mismo, jóvenes estudiantes de la Ciudadela Juvenil Amazónica Don Bosco cuentan con la posibilidad de publicar historias, textos, cartas, y en general, aquellos artículos que le apuesten al bienestar de sus comunidades, visto desde el periodismo rural como herramienta para lograrlo. Es por ello que, durante este 2019, se han publicado un total de 10 artículos en la plataforma web del periódico elcampesino.co alusivos a la Ciudadela, a su trabajo e impacto en el territorio.
Sin duda, poner al departamento del Caquetá en la escena mediática rural, ha sido fruto de sembrar educación desde el campo periodístico, de extender la reportería rural a docentes, estudiantes y familias enteras de sanvicentunos comprometidos con el desarrollo de la región.
Cada 23 de agosto la familia ACPO recuerda la llegada de nuestro fundador, Monseñor Salcedo, al Valle de Tenza, poniendo en marcha nuestra poderosa industria cultural. Hoy quisiera recordar nuestra historia a través del análisis de su impacto a nivel internacional, especialmente en América Latina.
La labor educativa de ACPO se puso en marcha a través de Radio Sutatenza y su cadena de emisoras, ubicadas en Barranquilla, Bogotá, Cali, Medellín y Magangué. La programación se centraba en cinco áreas: cursos de Escuelas Radiofónicas, noticieros, programas culturales, programas deportivos y programas musicales.
Entre 1947 y 1994 ACPO construyó un modelo que fue replicado con éxito en América Latina, al servicio de la educación y del desarrollo rural.
En el sur de Chile, a partir de la experiencia colombiana, se gestó en 1968 la Fundación Radio Escuela para el Desarrollo Rural (FREDER). Con la emisora “La Voz de la Costa”, la Diócesis de Osorno promovía el desarrollo cultural y social de la población campesina, mediante un sistema de educación a distancia que se reconoció como las “Escuelas de Radiodifusión Santa Clara.” Hasta 1972, se alfabetizó a más de 3.500 campesinos en el territorio de la Diócesis de Osorno.
En Argentina, en Reconquista, bajo el impulso de Sutatenza nace el Instituto de Cultura Popular (INCUPO), que está celebrando sus 50 años de trabajo. Con su accionar en la educación y en la comunicación popular, incide en la región chaqueña argentina, promoviendo el desarrollo de las comunidades indígenas.
Fueron varias las experiencias latinoamericanas que siguieron el camino de educación popular de Radio Sutatenza: las Escuelas Radiofónicas Populares de Ecuador (ERPE); la Radio Onda Azul en Perú; la Asociación Cultural Loyola (ACLO) en Bolivia; la Radio Occidente en Tovar, Venezuela y las Escuelas Radiofónicas de Nicaragua. No obstante, nos centraremos en una experiencia en las que todos confluyen: la ALER.
La Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER) nace también en Sutatenza, en 1972, en el marco del segundo Seminario de Directores de Escuelas Radiofónicas de América Latina convocado por ACPO, cuando 18 radios de la iglesia católica deciden asociarse.
ALER es una Red de comunicación educativa popular, aún vigente, que nace con el objetivo de mejorar la planificación y evaluación de los programas educativos, capacitar al personal de las emisoras y encontrar apoyo económico internacional. Actualmente cuenta con el Sistema Intercontinental de Comunicación Radiofónica – SICR, poderosa infraestructura humana, satelital e informática que permite que el trabajo de las afiliadas se difunda en el mundo.
La revolución de Monseñor Salcedo traspasó fronteras y aún tiene plena vigencia, en Colombia y en el mundo. Qué orgullo poder ser parte de esta historia, a la que aún le quedan muchas páginas por escribir.
Jarras de bronce; animales en cobre rojo; gramófonos; llantas que datan de 1919; estampillas de tapas de coca cola del año 72; porcelanas; pintorescas tinas de leche de hierro macizo; pipas; monedas y billetes errantes; cuarzos; baúles; estufas de petróleo; planchas de carbón; teléfonos; incontables discos; candelabros; libros; tornamesas; cámaras; entre otros innumerables objetos de gran valor histórico y simbólico yacen en este Museo de Antigüedades.
En la vía Montenegro-Circasia, en la vereda La Siria, en lo que fue otrora una finca cafetera, se encuentra un particular museo que atrae turistas de diversos rincones del Eje Cafetero. Allí, lo que muchos pueden considerar chécheres, baratijas, u objetos demasiado anticuados, cobran gran valor para aquellos nostálgicos creyentes del dicho que reza: “todo tiempo pasado fue mejor”.
Así es, por lo menos, para don Carlos Alberto Hincapié, quien desde una temprana edad fue presa de un indeleble pálpito que le llevó a coleccionar artículos antiquísimos, fragmentos de un pasado que ansiaba conocer. Su afición que era una con él, le trazó el camino hacia lo que llegaría a ser, un conocido coleccionista y fundador de un singular museo.
“A mí toda la vida me gustaron las cosas antiguas, desde peladito me acuerdo cuando estaba en la guaquería; me gustaba por las antigüedades”.
Un día, caminando a la orilla de una quebrada percibió una tacita vetusta que había sido arrastrada y descubierta por una borrasca, su voluntad de inmediato se volcó por poseerla e hizo las maromas que pudo para recogerla. Dichoso, de regreso a su casa, la colgó en una esquina, y sin darse cuenta ésta se convirtió en la piedra angular de su sueño. Así fue como tras 50 años de perseguir vestigios, a través de una historia de serendipia abrió el Museo de Antigüedades.
“Yo le digo a la gente por joder le vendo esa taza, y dicen; ‘¡¿Eso para qué?! ‘, pero no saben que no la vendo. Esa taza me parece hermosa, fue la primera antigüedad que tuve aquí”. Han pasado 2 años y medio desde su apertura, y con incontables objetos antediluvianos el museo ha tenido diversas exposiciones, las cuales se han caracterizado por no ser permanentes, ya que su unicidad radica en que todo está a la venta.
El origen ecléctico de los artículos es otra característica sobresaliente del museo y su organización que como curador don Carlos le ha dado a su hangar es de tal forma que, una vez adentro las paredes muestran el gran trabajo por mantener la coherencia con la tradición kitsch que caracteriza el diseño de interiores criollo en Colombia.
Foto: Cristian Camilo Galicia. El Campesino.
La familia, importante eje del museo
Los objetos de bronce son los que más se venden, especialmente figuras de animales en bronce. El precio del objeto varía en su antigüedad y calidad. “Yo voy a mucha parte, averiguo y me traen aquí, de Bogotá, de Nueva York; llegan por accidente. Voy de pueblo en pueblo, me pongo a conversar y digo, ‘¿Ve, tienen antigüedades?’…La gente no sabe qué tiene, las antigüedades vienen de muchas partes y todas tiene su historia”.
Con importante meticulosidad este diletante coleccionista escoge los nuevos artículos del museo, entre más antiguo, más le gustan, y aunque todo está a la venta admite: “Me da duro. Hay cosas que por obligación, por motivo de escasez, me ha tocado venderlas, pero yo por mí no las vendo, porque sé que no la consigo fácilmente”.
Además de administrar su museo, don Carlos también hace muebles de madera, tapiza, y de las más inimaginables materias prima crea originales artículos de arte: sillas con hermosas figuras, estatuillas de animales, mesas, e incluso, algo fastidiado de lo poco estéticas que son las tejas de zinc, hizo su propio fogón de leña con el techo de un Nissan patrol modelo 76, donde cocina sancocho cada que tiene visita.
Tener a su familia ha sido primordial para salir adelante, su hijo de 14 e hija de 23 años le han apoyado siempre, así lo confirma orgullosa su esposa Sandra Osorio, quien no es la excepción, “Es muy chévere porque yo entre más tiempo veo cómo más fácil él hace todo. Cuando traen cosas yo le digo, ‘sí, papi, deje eso tan bonito’ ”.
Mientras organiza su nueva exposición que hablará sobre la tradición cafetera, don Carlos espera más visitantes, ojalá, quienes como a él esas “bobaditas” que le hicieron tener una idea innovadora, les despierte una acuciosa necesidad por escuchar el pasado. Una bella hojarasca de objetos que atesora con aspaviento, y por los que hoy sostiene: “Yo no sabía que era capaz de hacer esto, yo pensé ‘si logro hacer esto, hago lo que sea’, ¡oiga, y cogí y lo hice!”.