Inclusión social es lo que exigimos al gobierno y a las entidades locales a partir de una educación digna en el territorio indígena de la Alta Guajira, en los municipios de Manaure y Uribía.
Por: Nuvia Uriana, Maria Uriana, Maria Epieyu y Laura Granadillo.
Inclusión social es seguramente una de los mayores desafíos para el estado, inclusión en todos los campos. La inclusión social con la inclusión educativa es lo que deseamos todos los jóvenes de Manaure y Uribía en el departamento de La Guajira para nuestras comunidades rurales. Inclusión social a partir de una educación digna, la cual se logra con infraestructura mínima como salones, pupitres, materiales y equipos de enseñanza y aprendizaje. El punto de partida de la inclusión social y educativa es la convicción de que la educación es un derecho fundamental y el cimiento de una sociedad más justa.
¿Por qué hay niñas y niños indígenas que pierden su juventud sin aprender? ¿Por qué no existe una educación de calidad? ¿Por qué no tenemos los mismos derechos que muchas instituciones públicas del país? Otras ciudades como por ejemplo Bogotá, Medellín, Barranquilla o Cartagena cuentan con equipamiento: buenos salones, bibliotecas y salas de cómputo. En muchas comunidades indígenas de Manaure y Uribía, no existe infraestructura adecuada y la famosa inclusión social en otra gran parte de nuestras comunidades solo existe con unas enramadas donde el sol nos hace rotar a su ritmo, expuestos al viento que si nos descuidamos se nos lleva el único cuaderno que nos acompaña todo el año, con arena en abundancia que nos golpea el rostro y no nos deja estar atentos a cualquier cosa que nos dice la maestra.
¿Es eso inclusión social? Ojalá el estado pueda escuchar este reclamo y actuar en consecuencia, para asegurar el pleno ejercicio del derecho a la educación de las más de 1.000 comunidades involucradas.