Por estos días las principales ciudades del país se encuentran con sus calles completamente vacías, la pandemia mundial provocada por el Coronavirus (COVID-19) ha confinado a millones de familias en nuestro país, obligándolas a encerrarse en sus casas las 24 horas del día, según la disposición de cuarentena declarada por el presidente de Colombia, Iván Duque.
Si bien, la gran mayoría acató la medida, pudimos ver con una mezcla de rabia e impotencia, como miles de ciudadanos aprovecharon el puente festivo para salir de Bogotá y trasladarse a fincas ubicadas en los municipios pequeños de Cundinamarca y Tolima.
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La situación en las regiones no es diferente. Miles de personas han salido de ciudades intermedias como Neiva y Florencia, pero también de las cabeceras municipales con destino a las fincas ubicadas en la zona rural. Por días el panorama fue el mismo: familias completas saliendo en motos o vehículos sin ningún tipo de control, con grandes cargamentos de mercado, víveres, colchones, televisores, mascotas, etc.
Los resultados a solo unos días de iniciar la medida, no se hicieron esperar. Las comunidades de San Juan de Losada, en el municipio de San Vicente del Caguán, se unieron para impedir el ingreso de más familias a su territorio. La pregunta obligada es: ¿Cuál es la razón para no permitir el ingreso a su territorio?, según manifiestan habitantes de estos territorios, la llegada masiva de personas a la zona, además de poner en riesgo la vida de sus habitantes, ha traído consigo un aumento en la caza de animales silvestres, la pesca, mayor uso leña y carbón, más presencia de bañistas en los ríos, mayor consumo de productos de “Pan Coger”, afectando la seguridad alimentaria de los habitantes rurales.
El llamado de atención que le hacemos a todas estas personas, que irresponsablemente se han trasladado o se piensan trasladar al campo es que antes de hacerlo tengan en cuenta que:
- Según fuentes oficiales, el 62% de las personas que viven en el campo se encuentran en situación de pobreza. En su gran mayoría no cuentan con centros de salud, ni servicio médico para atender sus enfermedades.
- Los habitantes rurales en su gran mayoría no cuentan con agua potable, alcantarillado ni recolección de basura, lo cual podría generar una pandemia mayor.
- Por estas fechas inicia la temporada de veda de muchas especies de peces, la cual es respetada por nuestros campesinos. El aumento indiscriminado de personas pescando, pondrá en riesgo la supervivencia de muchas especies.
- En la ruralidad colombiana, aún persiste la economía del trueque o intercambio de productos entre las familias, en muchas ocasiones debido a la escasez de algunos productos, falta de electricidad para refrigeración o al alto costo que implica traer productos desde las ciudades. Por tal razón un aumento de la población generaría mayor demanda y a corto plazo alzas en los precios y desabastecimiento.
- El sistema de salud en el campo no existe o es en el mejor de los casos, es precario. Los campesinos por décadas vienen haciendo uso de la pureza de su hábitat y la medicina tradicional para tratar sus enfermedades y mantenerse sanos. No podemos generar un desequilibrio en una población que ha estado históricamente abandonada por el Estado.
- Nuestro planeta no aguanta más la presión del hombre, la actual situación nos ha dejado al descubierto que con el hombre encerrado nuestra madre naturaleza se revitaliza y purifica.
La invitación para todos los colombianos es simple; no podemos ver hacia el campo solamente en época de crisis o desabastecimiento. Nuestros ríos y nuestras selvas son territorios sagrados y debemos respetarlos y respetar el espacio de sus habitantes tradicionales. Quédese en casa y ponga en práctica costumbres rurales, compartan alimentos en familia, adecuen huertos caseros y siembre plantas medicinales, no necesita mucho espacio para hacerlo, consienta a sus mascotas, cuide las pocas zonas verdes que quedan en las ciudades, no produzca basura, y los más importante: entender que la supervivencia del hombre como especie, depende del campo, no del sistema económico que se reproduce en las ciudades.
Por: Oscar Mauricio Santiago. Facilitador proyecto MIA en Caquetá.
Editor: Lina María Serna. Periodista – Editora.