Por Edwin José Pico Acuña
Cilia encarna a tantas mujeres campesinas, trasmisoras de una fe viva. Cilia fue una mujer de campo, como tantas mujeres campesinas trabajadoras y luchadoras por sacar adelante a sus hijos, por educarlos. Pero siempre de la mano de Dios.
La fe y la oración fue el arma más importante de Cilia, una mujer campesina que vivió en una época difícil, donde la pobreza y la situación social del país no era la mejor, la violencia y el machismo afloraban con voz potente. Le puede interesar: Seguir a Jesús por fe, no por interés
En medio de esta situación Cilia construyó un hogar, en medio de luchas diarias, para formar y educar a sus once hijos. De la mano de su esposo un campesino arraigado a las tradiciones religiosas emprendieron juntos el camino de ser verdaderos transmisores de la fe siendo este el legado y la herencia más importante y significativa para sus hijos y nietos.
La fe se trasmite con el ejemplo, y esto lo supo Cilia como todas nuestras abuelas, la oración hizo parte fundamental y quizás fue el centro de su vida. El rezo del Santo Rosario todos los días, junto con sus hijos a quienes desde muy niños enseño la importancia de la oración.
El amor a Jesús es Eucaristía
El amor a Jesús Eucaristía, encontrando en la Eucaristía ese verdadero alimento que da la vida eterna. Y como todas las abuelas el amor por el Sagrado Corazón de Jesús. Cilia fue una gran devota del Sagrado Corazón de Jesús, aprendió y enseño a sus nietos la importancia de los primeros viernes de cada mes consagrados al Corazón de Jesús.
El amor a la Virgen María, la devoción a María, es quizás el mayor legado y herencia que debemos reconocer a nuestras abuelas. Mujeres que no hicieron otra cosa que imitar a María en su silencio y profundo recogimiento.
Cilia es un ejemplo de mujer creyente, de madre creyente, como tantas mujeres campesinas que hoy por hoy siguen trasmitiendo la fe a sus hijos y nietos. Estas abuelas que no con grandes discursos sino con su sencillez y su silencio supieron y saben orar. Saben que la fe se trasmite y se vive en todos los acontecimientos de la vida. Desde las tareas diarias de un hogar en el campo es como la fe y la oración se trasmite.
Cilia como tantas mujeres y abuelas campesinas vivió y siguen hoy viviendo su fe. Mujeres santas y dignas de imitar, verdaderas y auténticas transmisoras de la fe.