Las nefastas consecuencias de derrames petroleros en el mar del Norte, el golfo de México, el mar Caspio y Brasil obligan a pensar en la necesidad de promover una moratoria que salvaguarde las áreas marinas de Colombia.
fico. En 2015, con el anuncio de que “el futuro del petróleo está en el mar”, el Gobierno confirmó su avanzada extractivista en el mar Caribe, iniciada entre 2010 y 2012 y ampliada en 2014 a través de nuevas concesiones de exploración y explotación a empresas nacionales y multinacionales.
En consulta a la Asociación Nacional de Hidrocarburos (ANH) sobre la posible exploración en la Reserva de la Biosfera Seaflower, esta manifestó “no estar realizando ningún contrato de exploración y explotación”, aunque sí aceptó las labores de adquisición de datos sísmicos 2D de 6.844 km, más 340 km adicionales en el Caribe colombiano, para obtener información científica que permitiera conocer las características geológicas del subsuelo y la historia evolutiva de la cuenca.
La sísmica 2D –para cuya adquisición se contrató a la empresa Western Geco– ha producido considerables impactos ambientales en sedimentos marinos, en la calidad del agua, en peces, aves y otro tipo de fauna marina como ballenas, tortugas y delfines, entre otros, ampliamente estudiados y referenciados en diversos lugares del mundo.
Para el actual Gobierno pareciera que todo es sostenible. Primero fue la minería a cielo abierto, el fracking, y ahora la exploración y explotación petrolera y de gas marinas, lo que permitirá, junto con una flexibilización de la normatividad, profundizar los conflictos socioambientales, y con ellos la criminalización de la protesta.
Urge moratoria
¿Qué sucede en relación con los riesgos ambientales, económicos y sociales? El presidente de Ecopetrol, Juan Carlos Echeverry, ha afirmado que con las plataformas marinas de extracción de hidrocarburos y gas habrá desarrollo para las poblaciones. Aquí, agrega la analista de la U.N., cabe cuestionarse a qué tipo de desarrollo se refiere.
En La Guajira, donde hace dos décadas existe El Cerrejón, acaba de encontrarse un pozo con más de 250 millones de barriles de reservas de petróleo en la plataforma marina Pozo Orca-1. Esta es la segunda mayor exportadora del mineral a los Estados Unidos, y mismo lugar en el cual han muerto de hambre y sed más de 5.000 niños indígenas wayuu, en tanto que 37.000 sufren desnutrición.
Con el hallazgo del pozo Kronos-1 –a más de 3.720 metros de profundidad, en el Bloque Tayrona– se confirma el potencial de hidrocarburos en esta cuenca Caribe colombiana.
En un país sin investigación científica marina suficiente, se quiere seguir experimentando lo que la comunidad científica en otras latitudes rechazó. El debate es político, de derechos de la naturaleza y, en este caso, de los océanos, fuente de vida del planeta.
*Información suministrada por la Agencia de Noticias de la Universidad Nacional