Según la misma entidad (organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura) la papa —conocida en otras latitudes como patata —contribuye a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS, como lograr el hambre cero, promover la agricultura sostenible y fomentar las oportunidades económicas.
No en vano han pasado unos 8 mil años desde su descubrimiento en el Lago Titicaca, ese majestuoso espejo de agua que se extiende en las zonas fronterizas de Perú y Bolivia, pues ya el mundo registra más de 5.000 variedades, y se cultiva en 159 países.
Cada nación la ha adoptado como propia. De ahí que podamos decir con los mencionados cantores, que es peruana, ecuatoriana, boliviana, venezolana y, claro, ¡colombiana!
Sí, en Colombia, según reporta la Federación Colombiana de Productores de Papa, Fedepapa, hay 250 tipos: además de las mencionadas arriba, están la superior; la diacol capiro, o R12; la única; la nevada; la parda pastusa…
De hecho, se estima que el consumo nacional anual está alrededor de los 57 kilos por persona.
Y en materia de beneficios, las cifras también son contundentes: Fedepapa estima que hay 100.000 productores, y que el negocio genera 350.000 empleos directos e indirectos.
Ahora bien, la misma fuente indica que los principales departamentos productores son Cundinamarca (36%); Boyacá (27%); Nariño (22%) y Antioquia (5%).
Como vemos, hay para todos los gustos, en todas las regiones, de todos los colores (amarilla, carmelita, colorada, negra…), y de los más variados tamaños: diversa y variopinta, como Colombia.
Sobran las razones: ¡Vale la pena ser buena papa!