#ElCampesinoResuena porque nunca fue solo un periódico, fue una escuela, una plaza pública, una carta compartida en voz alta. Porque su historia no quedó atrás; se transformó en videos, en contenidos pedagógicos, en redes comunitarias que siguen haciendo visible lo que pasa en el campo colombiano. Y resuena porque sigue siendo necesario, para aprender, para organizarse, para fortalecerse y para narrarse en sus propios términos.
Desde las montañas hasta las sabanas de Colombia, El Campesino sigue cumpliendo su misión. En su etapa digital, se ha consolidado como una voz colectiva que nace y se fortalece en los territorios, gracias al impulso de las Escuelas Digitales Campesinas (EDC) y a proyectos respaldados por la cooperación internacional. Esta iniciativa de Acción Cultural Popular – ACPO acompaña a las comunidades rurales en procesos de formación para transformar su realidad, fortalecer el arraigo y construir una cultura de paz desde el conocimiento y la participación.
El Campesino, crea y difunde contenidos elaborados por líderes comunitarios, jóvenes rurales, mujeres campesinas y educadores populares. A través de artículos, materiales pedagógicos, testimonios y redes sociales, recoge experiencias y saberes que dialogan con los desafíos del país desde la vereda.
Su raíz se remonta a 1958, cuando El Campesino se consolidó como el eje comunicativo de las Escuelas Radiofónicas promovidas por ACPO. Durante más de tres décadas, circuló en más de 900 parroquias, articulando educación, información, liderazgo y participación política. En sus páginas convivían cuentos, canciones, columnas, coplas enviadas por lectores y anuncios de cursos por radio.
Uno de sus legados más vivos son las más de 200.000 cartas que hoy reposan en el archivo de ACPO, testimonio de un diálogo sostenido entre el medio y las comunidades. Una mujer de Aquitania escribió en 1971: “Gracias por enseñarme a hablar sin miedo. La escuela del aire me quitó la vergüenza”. En un cassette de 1963, otra campesina dijo: “Ahora sí me siento persona. Ya sé leer la carta de mi hijo sin que me la lean otros”.
Esa misma fuerza resuena hoy. Una joven lideresa graba un video en su escuela rural; otro campesino comparte su historia por WhatsApp; una carta ahora viaja como testimonio digital en la web de El Campesino. La tecnología avanza sin embargo el propósito de acompañar, educar y dar voz al campo, sigue vigente.
El Campesino continúa como una escuela viva. En cada historia compartida, en cada palabra sembrada, resuena la memoria de un país que aprendió de manera colectiva. En esta galería, pasado y presente se dan la mano para seguir diciendo, desde el campo: aquí seguimos.
Donde se empezó a sembrar la palabra:


La letra como camino de libertad:
En un cassette de 1963, se escucha la voz de una campesina diciendo: “Ahora sí me siento persona. Ya sé leer la carta de mi hijo sin que me la lean otros”.

Fotógrafo: no registra
ca. 1959-1963

El Campesino resuena:
Entre más de 100.000 misivas conservadas por ACPO, una escrita desde Aquitania en 1971 dice: “Gracias por enseñarme a hablar sin miedo. La escuela del aire me quitó la vergüenza.”

