El Sistema Participativo de Garantía (SPG), es una herramienta creada para garantizar la calidad de las semillas del agricultor, productos campesinos y procesos de producción sostenibles. Puede influir en la democratización de los procesos productivos, formación colectiva y en otras acciones encaminadas a promover la participación del productor, el consumidor y los promotores de los mercados.
El SPG promueve determinadas condiciones de producción que implican una relación estrecha entre las partes involucradas en la cadena productiva. Esto, con el fin de generar objetivos en beneficio de todos, por el bienestar común y la sostenibilidad de los procesos.
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Por ende, este sistema se construye a partir de la confianza, las redes sociales y el intercambio de conocimiento y participación activa entre todos los involucrados en la cadena productiva. Su esencia radica en las dinámicas locales generadas, así como en su potencial para favorecer las iniciativas propias y relacionadas con la realidad de la población y su territorio.
Fases del Sistema Participativo de Garantías
– Diseño: La etapa inicial permite establecer un acuerdo claro de las formas de trabajo que beneficiarán a todos los involucrados. Se trazan cronogramas iniciales, metas, roles internos de trabajo que garanticen la sostenibilidad del sistema, entre otros aspectos que se consideren necesarios.
– Implementación y ajuste: Permite la evaluación de los procesos productivos y el papel que cada parte involucrada ha desempeñado. Se realizan los cambios que se consideren necesarios para optimizar el sistema.
– Consolidación del sistema: Una vez el SPG funcione en beneficio de todas las partes, queda establecido y por ende, los procesos de la cadena productiva de principio a fin se regirán por él.
Para cualquiera de estas tres fases, se necesitan normas establecidas dentro del marco de la sustentabilidad y autonomía campesina, una verificación y certificación constante en los procedimientos.
Este sistema permite no solo el mejoramiento de los procesos productivos en los territorio, sino que es una herramienta para fortalecer el tejido social y apuntar a un desarrollo sostenible que reconozca y respete al campesinado colombiano.
Por: Isabella Durán Mejía. Periodista.
Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.