En el sector donde el metro cuadrado es el más costoso del país y uno de los más caros de américa latina, Jairo vende arepas, tinto, empandas y café con leche.
Por: Andrés A. Gómez Martín.
Bogotá, lunes 4:30 de la mañana.
Jairo se levanta para iniciar su jornada laboral, antes de alistarse prepara a sus dos hijos para que asistan al colegio, mientras tanto su esposa va de salida para lograr llegar a tiempo a su trabajo, eso si el tráfico y Transmilenio lo permiten.
Con 37 años de edad, Jairo se formó como zapatero del famoso barrio Restrepo, en el centro oriente de la capital, desde niño aprendió el oficio, empezó como ayudante de zapatero, llevaba y traía mandados, luego fue ascendiendo, con el paso de los años cada paso en la fabricación de zapatos lo memorizó a la perfección.
Durante un buen tiempo el negocio iba muy bien, los zapatos se vendían casi que solos, las marcas famosas, les encomendaban la fabricación de sus más costosos pares.
En un momento de la historia, los zapatos chinos llegaron al país, las fábricas del Restrepo no estaban preparadas para la competencia y sobre todo con precios tan bajos. Los despidos empezaron y a Jairo, uno de los obreros de mayor experiencia, se le agotó el tiempo.
Según cifras del DANE, para los primeros meses del 2016, el empleo informal se ubicó el 9.1 por ciento, según el diario EL PAÍS, en ciudades como Cali el empleo informal llega al 47 por ciento.
5:30 am.
Luego de dejar a sus hijos en casa de la abuela, Jairo se sube a su moto, parte del sur de la ciudad desde la localidad de Bosa, muy cerca al terminal de buses del sur, debe ir hasta la zona T, al extremo norte de la ciudad, el sector donde el metro cuadrado es el más costoso del país y uno de los más caros de américa latina, Jairo vende arepas, tinto, empandas y café con leche. Los empleados de los locales comerciales, son sus clientes, obreros de una construcción cercana se arriman a probar bocado, al igual que los celadores.
Jairo ha empeñado la última maquina con la que podía fabricas suelas para zapatos, no puede pagar ni salud ni pensión. Es frecuente que las autoridades le decomisen el carrito con el que a diario lleva entre 50 y 80 mil pesos.
12:00 Medio día.
Cuando ya ha vendido todo el café y la mercancía que llevó, uno de sus hermanos llega con otro carrito, el vende confites, no pueden dejar el espacio de andén a la deriva, de lo contario pueden perderlo.
De regreso a casa, pasa por dos hijos al colegio, les ayuda con sus tareas, les da de comer y de inmediato empieza a preparar lo que venderá el martes.