Ordeñar las vacas es una de las tareas cotidianas en las fincas colombianas, pareciera una tarea fácil porque todos los campesinos saben hacerlo, sin embargo ordeñar requiere de práctica, tacto, buena mano y sobre todo amor por los animales.
Por: Periódico El Campesino.
La leche es uno de los alimentos de mayor consumo en las zonas rurales, hace parte de la canasta básica familiar y sin duda es un uno de alimentos preferidos para toda la familia. Pero obtener la leche es una tarea consagrada, de mucha responsabilidad y dedicación.
La buena mano es la principal característica, es decir, el campesino conoce muy bien a sus vacas, tanto así que cada una tiene nombre, él o ella saben diferenciar el temperamento y el carácter de cada animal y eso le brinda al campesino cierta información empírica sobre el ordeño de cada animal.
Muy temprano en la mañana, con una pequeña butaca y dos baldes, el campesino que ordeña camina con cuidado por el prado con dirección al rebaño, con cuidado se ubica al lado de las ubres, se sienta sobre la pequeña silla, alista los elementos de trabajo, con ojo clínico observa las ubres, de uno de los baldes saca un trapito, agua jabón y yodo son la mezcla que usa para limpiar la piel.
Ubica otro balde debajo de la vaca, algo de vaselina se unta en las manos para no generar fricción con las ubres, escoge las ubres que va a ordeñar, pueden ser las dos del frente o en forma diagonal. El movimiento de las manos, o bueno de todo el brazo, es especial jalar las ubres y exprimirlas al tiempo sin molestar al animal, requiere de varios años de experiencia.
La operación se repite caída la tarde y el ciclo se repite, como un ritual, como eso que une al campesino con su tierra y sus animales.