El eucalipto, un árbol meritorio y perfecto que crece en tierras colombianas

Este árbol prodigioso, es bien conocido de todos los colombianos. Se trata de un árbol que no es de nosotros, sino importado de Australia y de Brasil. Se distingue porque es el único árbol que en tierra fría alcanza gran tamaño en corto tiempo.

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Mientras los árboles nativos como el nogal, el aliso o el laurel, necesitan en la sábana de Bogotá cincuenta años para alcanzar diez metros, el eucalipto en diez años puede pasar los treinta metros de estatura.

La madera del eucalipto sirve para construcción, para andamiajes, para enmaderar las minas y para la leña. De la hoja se sacan resinas medicinales.

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La semilla es diminuta. En un kilogramo puede haber más de veinte mil semillas, y su poder germinativo es tan vigoroso, que bien pueden obtenerse veinte mil enormes árboles, de ese kilogramo de pequeñísimos gigantes.

Parece que los eucaliptos fueron importados a Colombia desde hace más de un siglo.

En todos los climas, fríos, es decir, en Nariño, en Manizales, en Silvia, en Rionegro, en Boyacá y los Santanderes, y especialmente en la Sabana de Bogotá, el eucalipto es el árbol más sembrado y más sobresaliente.

Por eso, los viajeros distinguen la llegada a estos climas de la alta cordillera, cuando sobre los caminos, sobre los ríos y los vallados, sobre los filos de las altas rocas, sobre las vertientes escarpadas, aparecen con su esbelta figura, con sus largos troncos rectos y con sus frondosos gajos, los linconfundibles eucaliptos.

El crecimiento del eucalipto en tierras colombianas

Aunque de este árbol existen más de 400 especies, la que mejor se ha adaptado a los climas fríos de Colombia es la distinguida en la Botánica con el nombre de Eucaliptus glóbulus. No han dado resultado otras especies, ni se han encontrado especies para clima caliente, ni el eucaliptus glóbulus se ha dado bien en las regiones cálidas.

Peor para los climas fríos, en toda clase de suelos, el eucaliptus glóbulus ha resuelto el problema de la madera, por su rápido y enorme crecimiento, nisiquiera soñado por los árboles nativos.

Cuando el árbol se corta, no se necesita sembrar nuevamente, pues el tronco retoña y produce muchos renuevos que en forma todavía más rápida se convierten en árboles. De manera que después de cortar un eucalipto, de su tronco nacen, no uno, sino muchos troncos nuevos que adquieren el tamaño del árbol primitivo.

Las semillas deben escogerse de los árboles mejores. La germinación se hace en camas de suelo bien mullido, mezclado con arena y con tierra de capota. Cuando están los arbolitos de unos 40 centímetros de altura, se pueden pasar al lugar que les corresponda en el bosque.

Se acostumbra pasar las planticas recién germinadas a tiestos o materos de calceta de plátano o de esparto, para facilitar después el trasplante al bosque. La mejor siembra es la que se hace en octubre, pues con las lluvias de noviembre y de abril, se asegura el buen desarrollo del arbolito.

Muchos bosques se han hecho ya donde antes había solo tierra desnuda. El eucalipto es, sin duda, un árbol meritorio y perfecto.

Por: Edición impresa de El Campesino.

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