Por: Gustavo A. Nieto
El pueblo es el primer calificativo que encontramos en la oración que el Señor nos enseñó, inmediatamente después de asegurarnos que lo podemos llamar Padre. En este componente fundamental de nuestra fe se centra la Teología del Pueblo.
El jesuita Juan Carlos Scannone explica que el «pueblo» es como una «figura poliédrica» en la que cada cultura tiene algo que aportar a la humanidad y donde se respetan las diferencias. Es decir, a cada pueblo se le deben respetar sus rasgos culturales y la fe responde a sus necesidades, por eso toman la «opción preferencial por los pobres».
De ahí que algunos sacerdotes trabajen en barrios populares construyendo casas, colegios, hospitales, fundaciones, comedores comunitarios, exigiendo políticas de inclusión, respeto por la dignidad humana y formando en derechos a los ciudadanos. Elaboran documentos sobre la realidad social, política y económica de los países. Sacerdotes que entregaron su vida por ser la voz de los que no tienen voz: los pobres, como el cura Múgica. Todo desde una mirada evangélica y dándole sentido cristiano.
El papel que la iglesia debe cumplir
– Cristo está al lado de los pobres; no a través de la violencia, de los juegos de poder, de los sistemas políticos, sino por medio de la verdad sobre el hombre, camino hacia un futuro mejor.
– Denunciar que, la estructura social soporte ricos cada vez más ricos, a costa de pobres cada vez más pobres.
– Con su opción por el hombre latinoamericano visto en su integridad, con su amor preferencial pero no exclusivo por los pobres, con su aliento a una liberación integral de los hombres y de los pueblos, la Iglesia allí presente, es una llamada de esperanza hacia metas más cristianas y más humanas. Evitando el mero papel tranquilizador, ingenuo, dependiente y poco crítico con la hegemonía globalizadora.
– La conciencia de la misión evangelizadora de la Iglesia la ha llevado a publicar en estos últimos diez años numerosos documentos pastorales sobre la justicia social; a crear organismos de solidaridad con los que sufren, de denuncia de los atropellos y de defensa de los derechos humanos; a alentar la opción de sacerdotes y religiosos por los pobres y marginados.
-“Con un oído en el pueblo y el otro en el evangelio”, así expresaba su sentir Monseñor Ángel Angelelli, asesinado por la dictadura argentina, por promover supuestamente la revolución en los pobres.
En la Primera Carta de Pedro se nos anuncia que, “somos pueblo adquirido por Dios”. Como pueblo de Dios, ¿Qué estamos esperando para atender el llamado de los curas en opción por los pobres? Al fin y al cabo decimos Padre Nuestro, y eso nos incluye a todos.