martes, abril 29, 2025
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El Campesino, el periódico que siembra educación y esperanza

Había una puerta de cocina convertida en tablero. Había radios trepados a lomo de mula. Había cartillas, tizas, cuadernos, y, sobre todo, ganas de aprender. Así creció El Campesino, el periódico que no se leía en escritorios de oficina, sino en las manos callosas de quienes siembran, cosechan y construyen vida en el territorio.

Gabriel Rodríguez Jiménez conoce de primera mano el impacto de El Campesino. En 1975, ingresó a Acción Cultural Popular (ACPO) como profesor de las escuelas radiofónicas, enseñando lenguaje y alfabetización. Con el tiempo, asumió la dirección nacional de Radio Sutatenza, la dirección del periódico El Campesino y la rectoría de los institutos de formación de líderes.

“El auxiliar inmediato era nuestros ojos, nuestros brazos, nuestra extensión allá en la casa campesina”, recuerda Rodríguez. Desde el micrófono, guiaba a los estudiantes a abrir la cartilla Hablemos Bien y también a sumergirse en las páginas de El Campesino, para complementar las lecciones con noticias, ejercicios de lectura y herramientas para la vida cotidiana.

Arnoldo Candela, quien inició como auxiliar inmediato, también encontró en El Campesino un aliado fundamental para fortalecer su comunidad. Desde su vereda en La Plata, Huila, reunió radios, formó grupos de estudio y promovió el aprendizaje colectivo. “Mi primer grupo fue de dos personas, pero a los tres meses ya éramos 46”, relata Candela. Con la ayuda del periódico, impulsó la participación de su gente, alentándolos a confiar en sus capacidades y a organizarse para transformar su entorno.

Posteriormente, Candela se formó en los institutos de Sutatenza, donde descubrió nuevas herramientas para acompañar procesos de educación rural en distintas regiones del país.

Desde otra mirada, Flor Rojas también acompañó el recorrido de El Campesino. Como parte del equipo de promoción y correspondencia de ACPO, recuerda que  el periódico se entregaba gratuitamente junto a cartillas, cuadernos y tizas. «ACPO no era académico, pero sí preparaba para la vida», afirma. Además, destaca la importancia de las memorias escritas que se dejaban en cada reunión, fortaleciendo un archivo vivo que hoy conserva más de 480 cajas con testimonios históricos.

Aunque en 1989 el cierre de Radio Sutatenza marcó el fin de una etapa, junto a El Campesino, y lo que entonces se conoció como “el sistema combinado de medios”, dejó sembrado un legado profundo con líderes formados, comunidades organizadas y un modelo de educación popular que hoy sigue inspirando nuevas generaciones.

El Campesino es una herramienta de cambio que se fortaleció en las cocinas campesinas y floreció en los territorios. Gracias a voces como Gabriel Rodríguez Jiménez, Arnoldo Candela y Flor Rojas, su historia permanece viva, demostrando que la educación en el campo se construyó con palabras, voluntad y esperanza. 

Hoy, esa voz resuena con más fuerza, recordándonos que en cada rincón del país florecen saberes que merecen ser contados y celebrados.

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