El ministro de Educación, Daniel Rojas Medellín, participó en el Foro «Educación: Potencia de la Vida», un espacio en la COP16 donde mujeres de pueblos indígenas de Colombia tuvieron la oportunidad de compartir y dialogar sobre la «Paz con la naturaleza» y cómo hacerla realidad en las comunidades educativas.
«Tuvimos un panel muy interesante con las cuatro lideresas de distintos rincones del país que vienen adelantando procesos para transformar integralmente la educación en clave con la acción climática. Discutimos sobre cómo la educación ambiental se tiene que articular con los saberes ancestrales para podernos relacionar mejor con la naturaleza y generar acciones que conduzcan hacia la justicia climática. Los proyectos de educación ambiental deben guiarnos hacia una colaboración colectiva que integre saberes ancestrales, populares y científicos, con el fin de desarrollar planes de transformación territorial», afirmó el ministro Daniel Rojas.
Para lograrlo, las lideresas aseguraron que es necesario contar con un contexto incluyente y progresista que integre las diferentes visiones y saberes propios, comunitarios, académicos, científicos y populares para construir nuevas realidades alineadas con la defensa de la vida, la paz y el bienestar humano.
Bajo ese contexto, el sistema educativo colombiano debe estar acorde con esas transformaciones. Por eso, la apuesta al fortalecimiento de la educación «formal» y la educación propia, popular y comunitaria mediante la promoción del acceso abierto a recursos educativos, aumento en la cobertura con matrícula cero, educación integral desde la primera infancia y durante todo el tránsito vital, entre otras estrategias que se desarrollan con el pueblo y para el pueblo.
Una de ellas es la consolidación del Sistema Educativo Indígena Propio (SEIP), el cual reconoce y respeta sus particularidades sociales, culturales, lingüísticas y territoriales. Este se concibe como un tejido de procesos, procedimientos y acciones de la educación indígena propia, fundamentado en principios culturales y político-organizativos, que sustentado por la Madre Tierra contribuye a la permanencia y pervivencia de los pueblos indígenas, abriendo las posibilidades de la educación propia en sus respectivos territorios.
Por la particularidad de su origen, principios, características, propósitos y desarrollos, el Sistema Educativo Indígena Propio representa una apuesta innovadora y única que desde el momento en que se expida la normativa que lo regulará, existirá junto con el Sistema Educativo Nacional en Colombia.
«Han sido reuniones, años de consulta y discusión para lograr acuerdos con los pueblos ancestrales y desarrollar una Política de Educación Indígena Propia, que pronto será parte de nuestro sistema educativo nacional por la vía del decreto nacional», aseguró el ministro Rojas.
También destacó la Política Nacional de Educación Ambiental como una estrategia clave para construir «Paz con la naturaleza» en el entorno educativo. Esta propone una educación ambiental que promueva la formación y el desarrollo de una ciudadanía crítica y consciente de la interdependencia entre la humanidad y la naturaleza, con un enfoque de contextualización territorial y abordaje interdisciplinario.
La Política Nacional de Educación Ambiental contempla un marco conceptual y estratégico, el cual se refiere a la incorporación de la dimensión ambiental en la educación formal y establece como uno de sus instrumentos el Proyecto Ambiental Escolar (PRAE), con el que se busca aportar a la sostenibilidad ambiental y al cuidado de la biodiversidad en el país.
Pero, ¿cuál es el vínculo entre la megadiversidad biológica y la multiculturalidad?
La vida es un tejido de interrelaciones diversas que florece en escenarios complejos, donde interactúan especies, poblaciones y entornos. Es esencial reconocer que, a pesar de los avances tecnológicos, los seres humanos están intrínsecamente conectados con la naturaleza, y nuestra subsistencia depende profundamente de ella.
Por esta razón, al reconocer las interrelaciones entre las comunidades étnicas y rurales, se ha logrado cuidar y preservar la vida mediante sistemas de conocimiento que promueven prácticas sostenibles en los territorios. De este modo, al proteger estos sistemas de conocimiento, también se salvaguarda el tejido de la vida y la paz con la naturaleza.
Finalmente, la educación ambiental aporta a la formación de ciudadanos y ciudadanas éticos y responsables, con la oportunidad de reconocer en el diálogo de saberes (científicos, ancestrales, tradicionales y empíricos) una fuente para el fortalecimiento de las competencias para el manejo sustentable del ambiente. Esto les permitirá a los niños, niñas y jóvenes tomar decisiones informadas sobre la gestión ambiental, siendo respetuosos consigo mismos, con los demás y con su entorno.