Agricultura de precisión desde el aire
Desde Villavicencio, Sebastián Erazo lidera una tienda especializada en drones agrícolas con tecnología DJI, una de las marcas más reconocidas del mercado. Su propuesta ofrece equipos de última generación y plantea una nueva forma de entender la agricultura: “Estamos llegando a la agricultura 4.0. Aplicamos lo que necesita el cultivo, cuando lo necesita, y eso se traduce en ahorro de insumos, mejor rendimiento y sostenibilidad”.
Los drones permiten aplicar hasta 10 litros de insumos por hectárea con precisión milimétrica, gracias a sensores RTK que no dependen de cobertura telefónica. Esto significa que pueden operar en zonas remotas, con o sin señal, reduciendo la dependencia de trabajadores en un contexto donde, como afirma Sebastián, “encontrar mano de obra en el campo es cada vez más difícil”.
Además de enfrentar ese reto, el mayor desafío está en llegar a todos los rincones del país. La logística, la falta de energía en zonas no interconectadas y la normativa de aeronáutica civil son barreras que requieren soluciones coordinadas. Aun así, su visión es clara: “Esto es una revolución. Vamos a cambiar el agro colombiano”.
Energía para donde nunca antes había llegado

Por su parte, Yorman Baquero, de la empresa Ingeniería Solar del Meta – ISOLAM, lidera una apuesta clave para cerrar las brechas energéticas en zonas rurales: la implementación de sistemas solares autónomos. Su empresa diseña e implementa sistemas solares en zonas rurales y no interconectadas, permitiendo que comunidades olvidadas por el Estado accedan a energía estable y limpia.
“El sol sale para todos, todos los días. Y esa es una fuente inagotable que debemos aprovechar”, explica. Según Yorman, uno de los mayores logros ha sido llevar electricidad a lugares donde nunca había llegado, mejorando la calidad de vida de cientos de familias. “Con paneles solares, hemos iluminado viviendas, escuelas, y hasta extraído agua del subsuelo en regiones donde no hay red eléctrica”.
Pero no se trata solo de instalar paneles. ISOLAM realiza diseños eléctricos completos, con inversores, baterías y cableado especializado, para garantizar que los sistemas funcionen a largo plazo. “Hay que romper el mito de que un solo panel basta. Si se hace bien, la inversión se recupera en menos de 4 años y el sistema puede durar más de 25”.
Gracias a la generación distribuida, hoy familias, comercios e incluso iglesias, como la Catedral de Villavicencio, autogeneran energía y se desconectan, al menos parcialmente, de una red nacional inestable y costosa.
Campo inteligente, futuro sostenible

El uso de estas tecnologías en el campo colombiano mejora la eficiencia, reduce los costos y genera impacto social y ambiental. La digitalización del agro, mediante drones, y la descentralización energética, con paneles solares, son apuestas que coinciden en: empoderar a los territorios rurales para que dejen de depender de soluciones improvisadas y accedan a herramientas de calidad.
Ambos testimonios demuestran que el campo colombiano avanza con inteligencia, innovación y autonomía.