En la mañana de este miércoles el país conoció el anuncio más importante de los últimos 70 años. El gobierno colombiano y la insurgencia llegaron a un acuerdo para el cese definitivo de la guerra.
Por: Andrés A. Gómez Martín.
Una sensación extraña recorre las mentes y los cuerpos de millones de colombianos, en la recta final del proceso de paz que se desarrolla en la Habana, el anuncio del último día de la guerra ha sorprendido al país que está pendiente de la selección nacional de fútbol.
Las reacciones no se han hecho esperar, las redes sociales están a reventar, al medio día mientras todos almorzaban se comentaba sobre la inminente llegada de la paz.
Los medios más importantes del país han dedicado sus ediciones digitales a analizar la cese al fuego bilateral, todos concuerdan en que es una victoria no solo del gobierno Santos, si no del pueblo colombiano en general.
Un poco más de tres años se ha tomado el proceso de paz de la Habana, basta recordar los intentos del pasado para dejar la violencia, en los noventa Andrés Pastrana se quedó sentado San Vicente del Cagúan, en los Ochenta los diálogos de Casa Verde no llegaron a puerto, en los setenta el estatuto de seguridad avivo la violencia en los campos, en los 60 los bandoleros hacían de las suyas por todo el territorio nacional y en los cincuenta Rojas Pinilla intento indultar a los bandoleros liberales y conservadores.
Las generaciones recientes, aquellos que nacimos en las décadas de los ochenta y de los noventa, crecimos viendo al país sumergido en una profunda tristeza, los ochentones crecieron con el miedo del narcotráfico, las bombas de los carteles de Medellín y de Cali, desastres naturales como el de Armero y la toma al palacio de Justicia.
Entre tanto, los noventones crecimos bajo el concepto de la guerra total, los noticieros nos mostraron las tomas armadas de la guerrilla a Mitú, Miraflores, Caldono, Caloto, Silvia, el secuestro de los diputados del Valle, el atentando al Club El Nogal, las pescas milagrosas, la tomas armadas a bases militares como la Tres Esquinas, el collar bomba que se registró en Chiquinquirá, municipio de donde oriundo este reportero y decenas de ataques y enfrentamientos que se hacen imposibles de cuantificar.
La primera década del dos mil tampoco fue fácil, los paramilitares crecieron, y las masacres empezaron a ser noticia y sobre todo a herir a toda la nación, El Salado, Bojayá y Mapiripán quedarán en la memoria colectiva de millones de colombianos.
Mañana al medio día la página que abrió el país en 9 de abril de 1948 podría cerrarse para siempre.