Dar un consejo es un decisión difícil de tomar, en medio del mundo en el que vivimos, ya que somos autosuficientes y consideramos que no necesitamos de la ayuda del otro.
Por: Fabián Camilo Herrera Pérez
El mundo de hoy en el que nos encontramos, es muy distinto al que tuvieron que vivir nuestros padres y abuelos. La ciencia y la tecnología ha traído un gran desarrollo en nuestro estilo de vida, pero todas estas maravillas que la mente del hombre ha logrado desarrollar nos han hecho también caer en un error y es pensar que todo lo podemos hacer nosotros mismo y que no necesitamos de la ayuda de nadie. Así un joven piensa: ¿para qué le hago caso a mis papás, si con la información que encuentro en las redes sociales soluciono mis problemas? O también encontramos adultos que dicen: yo me las sé todas, porque tengo experiencia en la vida, y no necesito que alguien, mucho menos un joven, me diga qué debo hacer.
Esto ha hecho que una de las obras de misericordia que nos propone la Iglesia, como lo es: “dar un consejo a quien lo necesite”, pierda su sentido último, ya que pensamos que todo podemos hacerlo solos. Sin embargo, esta obra de misericordia de dar un consejo es muy importante para el siglo XXI en el que vivimos, sólo basta entender realmente qué es y cómo vivirla en medio de nuestra vida cotidiana: la familia, el colegio, los amigos, el trabajo, y así poder aplicarla diariamente.
Dar un consejo no es como muchos pensamos: decirle a otra persona lo que tiene que hacer. Eso seria un error, ya que sólo quien toma la decisión posee toda la información necesaria para definir lo que es mejor para su propia vida. Dar un consejo, es mucho más que eso, y para que seamos buenos cristianos al hacer esta obra de misericordia debemos tener en cuenta dos cosas: primero escuchar a quien se nos acerca, y no decirle que tiene que hacer, sino darle ideas de lo que consideramos lo mejor para él.
El primer aspecto, ser escuchado, es algo que muchas de las personas de este siglo anhelan tener. En una sociedad que a través de los medios electrónicos estamos todo el tiempo conectados, deseamos que alguien, frente a frente, nos dedique un tiempo y sea testigo de nuestros grandes problemas. En el segundo aspecto, luego de haber escuchado, más que decirle a la otra persona cuál es la decisión que debe tomar, aconsejar consiste en dar algunas ideas de lo que desde la propia experiencia considera uno que es lo mejor para el otro. Sin embargo, siempre quien da consejo debe dejar claro, que al final la decisión depende de la persona y esto implica que las consecuencias, buenas o malas de sus acciones, son de cada uno, y no de quien aconsejó.
Así, tu y yo podemos vivir esta obra de misericordia en este año tan especial al que nos ha invitado el Papa Francisco. Ya sabes qué se necesita y también sabes como hacerlo, lo importante es que dispongas el corazón para ponerlo en práctica día a día. No pierdas esta oportunidad que Dios te da de vivir la misericordia con tu hermano.