En la zona alta del municipio de Palmira, específicamente en La Quisquina – Potrerillo, se vivieron momentos de horror durante el conflicto armado. Varios habitantes de la vereda fueron acribillados, dejando a familias destrozadas por la pérdida de sus seres queridos.
La Quisquina era un lugar donde reinaba el temor. Los habitantes vivían bajo amenazas constantes de grupos armados. Una noche, mientras la vereda se sumía en el terror y sus habitantes trataban de conciliar el sueño, los grupos armados hacían su presencia en un medio de transporte público conocido como «chiva». Pero no se limitaban a eso, también merodeaban las carreteras y caminos de la vereda.
En una noche trágica, un padre e hijo fueron desalojados de sus hogares y acribillados en el camino cercano al billar. A partir de ese momento, la tranquilidad de la vereda llegó a su fin.
Según relatos de una habitante, el 18 de septiembre de 2005, entre las 7:25 a.m. y las 7:30 a.m., un grupo armado llegó a la hacienda Bolivia, donde asesinaron a un hombre. Luego, se dirigieron hacia la tienda «El Gallo» (hoy en día conocida como la Tienda de don Fidel) y también acribillaron a otro hombre, sembrando el terror en todos los habitantes de la vereda. Continuaron su camino hacia una casa cerca del puesto de salud, donde desplazaron a otro hombre y lo acribillaron frente a su hogar, en medio de la carretera. Así, este grupo armado dejó muerte, miedo y tristeza a su paso.
Cuando la gente pensaba que no volverían, regresaron el 20 de septiembre de 2005 a las 8:00 p.m., cerca de la finca La Herrera. Llamaron a la puerta y un mayordomo salió a atenderlos. Al parecer, entablaron una conversación con él, pero terminaron asesinándolo en la sala. Los días pasaron y fueron en busca de otra persona que vivía cerca de la «vuelta del gato». Se la llevaron y la dejaron sin vida cerca de la tienda de una señora llamada doña Blanca. Este grupo, lejos de detenerse, sembró el terror también en La Nevera, El Dragón, Calucé, Potrerillo y otros lugares circundantes.
Sin embargo, no todo era malo, el expresidente de Colombia, Juan Manuel Santos y la cúpula de las FARC dialogaron, y estas guerrillas se comprometieron a cesar sus acciones y no cometer más masacres en ningún lugar del territorio colombiano. Esto brindó cierta tranquilidad en los campos, ya que otros grupos se unieron a la guerrilla en busca de los beneficios acordados durante los diálogos. Desde entonces, no hemos vuelto a sufrir los embates de guerrillas o grupos armados en nuestra región.
Cuando los habitantes del campo escuchan que hay diálogos con diferentes grupos, se llenan de alegría. Durante años de violencia, los campesinos han sido los más afectados, perdiendo a padres, hermanos, tíos y primos. Muchas mujeres han sido víctimas de maltrato y abuso sexual, y los jóvenes han sido obligados a unirse a grupos armados. El anhelo de paz, es el sueño de una vida libre de violencia, donde los campos florezcan y las comunidades puedan reconstruirse.
En La Quisquina y sus alrededores, la esperanza de un futuro de paz persiste, y los habitantes luchan por superar las secuelas del conflicto armado, anhelando días de tranquilidad y prosperidad.
Autores: Jorge Iván Ramos H. y Jean Carlos Hoyos Estudiantes Institución Sagrada Familia Potrerillo.