En la idílica vereda de San Isidro, donde el verde de los campos se encuentra con el cielo infinito, reside una familia que personifica la determinación y el espíritu incansable de los labradores. Mis padres, dos almas valerosas y laboriosas, han dedicado sus vidas a la agricultura, tejiendo un legado de trabajo arduo y amor por la tierra.
Mi madre, ahora entregada al calor del hogar, lleva consigo el recuerdo de días en los que sus manos se enredaban entre las hojas de café y plateaban incansablemente bajo el sol radiante. Mi padre, un hombre cuyas manos han conocido cada surco de la tierra, ha sido un eterno cultivador: recolectando café, cortando banano, fumigando con pasión y dedicación. Actualmente, su sabiduría agrícola florece en Natural Grow, una aguacatera local donde ha estado sembrando sus conocimientos durante los últimos nueve meses.
A pesar de las barreras que la educación les impuso, su espíritu inquebrantable y su amor por la tierra han sido un faro de inspiración para mí. No solo llenan mi corazón de orgullo con su laboriosa dedicación, sino que también contribuyen a la paz en nuestra comunidad. Lejos del bullicio de la ciudad, cada producto de nuestra cosecha se convierte en un puente hacia la paz, llegando al mercado a precios asequibles para todos. Además, en nuestra pequeña comunidad, valoramos la paz sobre todas las cosas. Evitamos conflictos insignificantes y mantenemos una armonía constante con nuestros vecinos.
La vida en la vereda de San Isidro no es fácil, eso es innegable. Sin embargo, en nuestra casa, la alegría y la unión son nuestra fortaleza. Nosotros, como familia, compartimos risas y lágrimas, celebraciones y desafíos, creando una convivencia ejemplar tanto entre nosotros como con nuestros vecinos. San Isidro, en el municipio de Bolívar, Valle del Cauca, es más que un lugar en el mapa; es el hogar de nuestra familia y el epicentro de nuestra paz.
Creemos firmemente que la paz comienza en el hogar. En nuestras paredes, se respira armonía y se practican valores que se extienden a toda la sociedad. San Isidro no es solo nuestra dirección; es el lugar donde la paz florece, donde los valores se transmiten y donde la convivencia se convierte en un arte. En estos campos, aprendemos que la paz no es solo un sueño lejano, sino un logro diario que se cosecha con amor, trabajo y respeto.
Autor: Isabella Morales Henao