jueves, diciembre 26, 2024
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Criticar y no ser criticones

Por:  Dr. Luis Alejandro Salas Lezaca

No podemos generalizar, diciendo que todos somos criticones, pero parece que hay muchas personas que se quejan de todo, a quienes les parece mal cualquier cosa.

Algunos ejemplos se nos ocurren, referentes a distintos aspectos de la vida.

Si se trata del clima hay quienes opinan que el tiempo está terrible por que llueve mucho, hace frío y hay inundaciones. Si hay cambios, dicen que el calor es demasiado intenso, no se puede trabajar  con tanto sol y son peligrosos los incendios.

Con respecto a la posesión de las tierras, afirman que el campesinado vive en el minifundio y esto hace que se use exageradamente el suelo y se agote. O que están en latifundios que son un desperdicio, ya que no pueden cultivarse ni cuidarse extensiones tan vastas.

De la vivienda opinan que es muy pequeña, no tiene servicios, le faltan ventanas para iluminación y aireación, por la falta de piezas hay hacinamiento, es muy estrecha. Y de otro modo hay lamentos porque esa casa tan grande evita la privacidad, es muy difícil de mantener en orden, se desperdician los servicios y se gasta mucho en ellos, quedan las piezas vacías por ser tantas.

Con respecto a la producción de alimentos, les parece que las cosechas abaratan los precios y no permiten las ganancias  a los productores, mientras si hay escasez se sube el valor y entonces no pueden comprarse .

Del poder nutricional de las comidas, si les dan grasas, azúcares y otros carbohidratos, los desechan porque vienen la gordura, la obesidad y la diabetes: pero si no les dan, dicen que aparecerán el enflaquecimiento y la caquexia.

A muchos no les agrada lo que tienen. Su estatura no les gusta ni el peso ni el color del cabello. Y al referirse a los demás les parecen muy bajitos o muy altos, flacos o rellenos, oscuros o pálidos, amarillos o negros.

Ni qué decir del modo como se ven las maneras de vestir. No concuerdan los colores, el tamaño no corresponde, el corte no le queda bien, está pasada la moda.

Si nos referimos a la política, allí sí la de Dios es padre. Cómo va a ser que los verdes no quieran como los azules y que los rojos no se pongan de acuerdo con los amarillos. Eso de los acuerdos son desacuerdos. Lo que unos sí quieren, los otros no.

Es como sucede con los juegos, diversiones y deportes; cuando vienen los enfrentamientos o contiendas, hay partidarios de un bando y de otro.

Claro está que todo no ha de parecernos bien, pues tenemos una educación, pertenecemos a una cultura, somos capaces de raciocinar, tenemos libertad para pensar, podemos analizar, tenemos que juzgar…

Pero no por eso tenemos que sentirnos como dueños de la verdad, de la única verdad, como  jueces infalibles, como poseedores de la sabiduría.

Para lograr la paz, no tiene que pensar todo el mundo como yo pienso.

Los demás también tienen la opción de mirar las cosas desde otro punto de vista. Y pueden estar en lo cierto.

El criticón es «quien todo lo censura y moteja, sin perdonar ni aún las más ligeras faltas». Es muy importante que seamos críticos, es decir, que juzguemos las cosas fundándonos en los principios de la ciencia o en las reglas del arte.

Para juzgar tenemos que analizar y, para eso, ver, mirar, oír, escuchar, oler, gustar, palpar, sentir, comparar, informarnos, instruirnos, estudiar.

Y al juzgar debemos adoptar lo que consideramos bien o bueno, sano o correcto.

Todo extremo es vicioso. En el medio está la virtud.

Tenemos que criticar pero no ser criticones.

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