Cristianos, cuando son minoría religiosa, son perseguidos a causa de su fe, principalmente por grupos fundamentalistas.
Por Édison Fabiany Buitrago Bautista
Los recientes encabezados de los medios de comunicación referentes a la situación en Medio Oriente, están llenos de noticias sobre el difícil panorama de violencia que padecen ciudades como Yemen, Lahore, entre otras. En estas ciudades, ha crecido en los últimos años el fundamentalismo Islámico, específicamente con el surgimiento de organizaciones terroristas tales como el Estado Islámico y Boko Haram, las cuales se caracterizan por realizar ejecuciones masivas y por su crueldad contra aquellos que no comparten sus creencias.
Ante este fenómeno que ha crecido en silencio, se descubre una variedad de víctimas entre las cuales sobresalen las minorías cristianas que se han convertido en foco de violencia de estos grupos subversivos. Fieles a su fe y por defender sus comunidades y templos, han caído muchos cristianos como verdaderos mártires. Según la fundación Ayuda a la iglesia que sufre, la persecución en Medio Oriente se ha recrudecido en los últimos años, dejando muchos mártires para nuestra Iglesia, así como también un gran número de desplazados.
Un mártir es un ser humano asesinado por su fe en Jesucristo; es un testigo del Señor que con el derramamiento de su sangre muestra la radicalidad, la permanencia y la esperanza en su fe. De esta forma, su martirio se convierte en un testimonio firme e indeleble de la confianza absoluta en Jesucristo y en su unión al sacrificio que Él hizo en la cruz.
No obstante, el reconocimiento que hace la Iglesia a los mártires, en absoluto significa un paz y salvo a la barbarie o a la impunidad. La Iglesia condena y denuncia todo acto que atente contra la vida de las personas.
En Medio Oriente se puede reconocer la existencia de nuevos mártires de la Iglesia, en aquellos hombres y mujeres, que son asesinados por mantenerse fieles a su fe.