El robo de recursos públicos en La Guajira ha llegado al extremo de tocar los dineros destinados para la alimentación escolar de los niños Wayúu
Por: Érika Correa, facilitadora EDC- La Guajira
Junto a la escasez de agua y alimentos, causantes de la tragedia humanitaria que vive hoy La Guajira, la corrupción golpea también a este departamento colombiano, particularmente a los indígenas de la etnia Wayúu.
La crisis del grupo indígena es reconocida incluso por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, quienes en diciembre pasado dictaron medidas cautelares para proteger la vida de los más pequeños. Estas medidas se radicaron en los municipios de Uribía, Manaure, Riohacha y Maicao, todos dentro del departamento de La Guajira.
Son muchos los casos en general de corrupción que han sido denunciados con nombres propios, incluso por la misma comunidad. A la fecha aún están en proceso y de seguro así seguirán por muchos años. El proceso que más se evidencia ante los ojos de todos los ciudadanos es que a la gran mayoría de quienes están siendo investigados por corrupción se les envía a casa por cárcel. Una medida que parece injusta e insuficiente.
Se trata de un área saqueada, abandonada, absorbida por la corrupción, con una sequía casi absoluta y donde la acción de la clase política, gremial y del propio Gobierno nacional ha sido, durante mucho tiempo, prácticamente invisible. Sin embargo, la corrupción sí que es muy evidente para todos los que habitamos el territorio.
La comida para las escuelas públicas se ha convertido en el foco más pestilente de la corrupción en Colombia. En La Guajira es imperdonable que ocurra, considerando que es la región en la que hay más escasez de alimentos y necesidades. Las familias de los niños deben afrontar también las irregularidades de los gobernantes y contratistas. Los pequeños sufren por parte y parte.
El negocio maneja tanto dinero que ha terminado por convertirse en una “mafia política”. Los recursos de la alimentación de los niños se convirtieron en el motor de una amplia corrupción. No sería raro que con esos recursos robados se hayan financiado las elecciones de concejales, congresistas, alcaldes y gobernadores.
La gran mayoría de los guajiros sentimos y sufrimos las consecuencias de la corrupción y la inmoralidad de quienes son parte de ella.
*Este es un texto generado a partir del trabajo de las Escuelas Digitales Campesinas de Acción Cultural Popular- ACPO, que buscan promover el liderazgo del campesinado colombiano a través de procesos de educación, formación y capacitación, orientados a su dignificación, inclusión y desarrollo.