En la plenaria de cierre de la COP16, la comunidad internacional acordó la creación de un órgano subsidiario orientado a la salvaguarda y promoción de los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas y comunidades locales. Este paso no solo refuerza el compromiso con la diversidad biológica, sino que también subraya la responsabilidad compartida de respetar y valorar la sabiduría ancestral en la gestión y conservación del medio ambiente. La inclusión de los afrodescendientes en este marco es otra pieza esencial del acuerdo, reconociendo su rol en la preservación de la biodiversidad.
El camino hacia este acuerdo ha sido largo y complejo. Durante 26 años, un grupo de trabajo específico ha trabajado en la implementación del Artículo 8J del Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB), una disposición que exhorta a los países a respetar, preservar y mantener los conocimientos tradicionales de estas comunidades. Este marco legal también establece la participación activa de los poseedores de estos saberes en la toma de decisiones y promueve la distribución equitativa de los beneficios derivados de su uso.
El Artículo 8J ha sido una pieza clave en la agenda ambiental, pues reconoce la interdependencia entre los conocimientos tradicionales y la preservación de los ecosistemas. Sin embargo, hasta ahora, estos principios carecían de un órgano formal que los supervisara y garantizara su cumplimiento. La creación del nuevo órgano subsidiario busca precisamente llenar ese vacío y otorgar a las comunidades un espacio de participación real en las decisiones que afectan sus territorios y su legado cultural.
La aprobación de este órgano subsidiario representa más que un acto administrativo; es el reconocimiento de una deuda histórica con quienes, durante siglos, han protegido la biodiversidad sin recibir el respaldo ni el reconocimiento que merecen. La COP16 no solo celebra un acuerdo, sino también un compromiso renovado con la justicia ambiental y cultural. En un momento donde la crisis climática y la pérdida de biodiversidad exigen respuestas urgentes, el papel de los pueblos indígenas y las comunidades locales se eleva como esencial e insustituible.
Editor: Natalia Garavito.