Se dijo que este país era eminentemente rural y que el futuro de Colombia dependía del campo, son afirmaciones relativamente ciertas.
Dr. Luis Alejandro Salas L.
También se ha dicho que la gente del campo es muy buena y que no pelean ni fastidian, que con ellas las cosas son a las buenas y esto es también más o menos cierto, ya que son escasas las manifestaciones violentas por parte de las organizaciones campesinas para solicitar o exigir algunas cosas pero se presentan. Infortunadamente ocurre en los hogares y en las naciones que las bravatas y los malos tratos se emplean a veces para obtener beneficios; se trata de conseguir a las malas lo que se pretende. Y casi siempre algo se consigue. Esto nos ha llevado a fortalecer el espíritu agresivo que por muchos años nos ha llevado a no vivir en paz.
La gente tiene derecho a exigir lo que le corresponde y la justicia es dar a cada cual lo suyo. Estas son verdades que en el país y en la casa contribuyen al bienestar, la convivencia, la tranquilidad y al bienestar. Ahora se habla de la tolerancia y la paciencia, del buen trato y el diálogo.
Está muy bien que se piense en el progreso, en el desarrollo, en el bien común. Es muy razonable que se conozcan los derechos y se exijan, pero también deben conocerse los deberes y hay que cumplirlos. La vida en sociedad pide que no se hagan las cosas a las malas, por la fuerza; pero también se requieren disciplina y autoridad.
Cuando se hacen convenios o se establecen pactos, hay que tratar de cumplirlos y hay que atender a las condiciones para ello. En mayo del año pasado se hizo un paro campesino y se acordaron unos proyectos; hace pocos días se hizo una toma de las instalaciones del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural alegando incumplimientos. Hay que analizar si tenemos que manifestarnos así cada año para lograr lo justo. Y si al país le conviene esperar a que se irrite la gente para tratar de calmarla. Quizás sea mejor no jugar con candela.